Diario de León

CON MOVILIDAD REDUCIDA (8)

Parques Nacionales y otras historias

Saphire pool, en Yellowstone. MARTA JIMÉNEZ PINTO

Saphire pool, en Yellowstone. MARTA JIMÉNEZ PINTO

Publicado por
j. a. gonzález (Johnny)
León

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Seguimos hacia el sur para adentrarnos en Idaho. La parte oeste de la carretera, condado de Malheur (en francés desgraciado), es en el mapa un espacio vacío sin apenas aldeas que llevarse a la boca. Las guías utilizadas al respecto informan a los afroamericanos e hispanos de la existencia de grupos del Ku Klux Klan, así, sin paliativos. Deberían informar también que en este estado hay más de 12.000 descendientes de vascos.

Cruzamos el río Snake (serpiente), que nace en Yellowstone y desemboca en el Columbia. En Idaho traza meandros cual el trazado de una serpiente y ha escavado una profunda y bella garganta, atravesada por algún puente de hierro del Unión Pacific, que bien podría haber firmado Eiffel.

Nos alejamos en Twin Fall para ver las Cascadas Shoshone. Las llaman las Cataratas del Niágara del Oeste y se puede decir que, a pesar de su escala, son hermosas en su pequeño tamaño y ese aliento, aún salvaje, que desprenden, sin grandes construcciones y sin las luces cambiantes que caracterizan a las otras. Si cierras los ojos puedes evocar a los indios shoshone que dieron nombre al río y a las cascadas, deambulando entre las rocas de caliza blanquecina o pescando en las aguas del río. Uno recuerda a H.D. Thoreau: «Creo en el bosque, en el río, en la pradera y en la noche en la que crece el grano…Supongo que lo que en otros hombres es religión, en mí es amor a la naturaleza».

Pocos turistas en la casa del parque, entre los que destacan un joven mormón con dos mujeres, también jóvenes, ataviadas con faldas largas de colores alegres y un tocado llamado capota con lazo azul a un lado que enmarca bellos rostros: Les acompañaban cinco niños de entre cinco y un año. Llamaba la atención un grupo tan primoroso y peripuesto.

No lejos, un poco al norte, visitamos Crater of the Moon Park. La placa tectónica del Pacífico se ha deslizado y ha creado un territorio volcánico, donde grietas y fisuras recorren el Parque de norte a sur. Además del Centro de Información, a la entrada, el resto está adaptado y circulamos entre pequeños conos volcánicos, antiguos ríos de lava, una gran montaña de basalto y áreas con artemisa tridentada, brezo y pinos achaparrados y otras donde comienzan a cobrar vida diminutas flores sobre lava pulverizada con tierra fértil.

Unos kilómetros más al norte paramos en un pueblo chiquito llamado Arco que tiene el honor de ser el primer pueblo iluminado con electricidad producida con energía nuclear. Cerca, en el desierto, se encuentra el L.N-E.I. (Laboratorio Nuclear de Energía de Idaho), que además de un reactor nuclear, se dedican al estudio de todo tipo de aspectos de la producción de esta clase de energía, así como del reciclaje de los residuos de las centrales. En total, parece que trabajan más de tres mil personas, sumados los de aquí y aquellos que lo hacen en diversas universidades de todo el país.

Para alojarse en el interior de Yellowstone Park deberíamos haber hecho la reserva a principio de primavera y para dormir en West Yellowstone (Montana), a un precio no superior a 200 euros, en fechas no posteriores al 15 de mayo.

Como estábamos a 22 de junio, alquilamos una hermosa cabaña de madera al borde del Henrys Lake, a 15 km. de West Yellowstone y a otro tanto del Parque. Tiene servicio de cocina, frigorífico y lavadora.

Está atardeciendo y los pescadores regresan con sus pequeñas barcas al embarcadero. El horizonte pierde sus últimos colores anaranjados y el aire se matiza de mosquitos perseguidos por murciélagos que aletean no lejanos a nuestra oreja. Las polillas, su principal alimento, se mantienen inmóviles soslayando cualquier onda que pretenda descubrir su presencia.

En alguna parte he leído que estas pequeñas mariposas disponen de un sistema con el que interfieren las señales ecolocalizadoras de los murciélagos y las mantiene a salvo. Sin embargo, tienen un diminuto parásito que pone sus huevos en uno de sus oídos. Es un ácaro que está obligado a dejar un rastro sobre el cuerpo de la polilla para informar a sus congéneres que han de dejar el otro oído libre de parásitos. De otra forma, serían comida fácil para su mortal enemigo.

A nuestra espalda, un grupo de lomas cubiertas de hierba nos separan del Yellowstone Park. En la base, algunas caravanas y varios apartahoteles como el nuestro, de madera de abeto.

Entramos en el parque por la entrada Oeste (Hwy.191) siguiendo el cauce del río Madison. Este río, de aguas límpidas, forma con el bosque tramos de tanta belleza que cortan el aliento. Sacamos fotografías continuamente tratando de captar los parajes más notables y que sirvan para activar el recuerdo en las largas noches de invierno.

Ya apuntaba en un reportaje, hace cuatro años, que el recorrido del parque forma un perfecto ocho y la entrada del oeste coincide con la línea que separa las dos mitades. Seguimos hacia el sur a lo largo del río Firehole, hacia el territorio conocido como La Caldera.

Cuando en 1.807, el mountain man , John Cole, se adentró por primera vez en la esquina noroeste de Wyoming, comprobó que era territorio de invierno de los Uther y Pies Negros, con los que tuvo que luchar en varias ocasiones. Era la primera vez que un hombre blanco pisaba estas tierras y venía siguiendo el río Big Horn hasta su nacimiento. Luego el río Yellowsotne. Cuando regresó a pueblos de blancos contó el asombro de lo visto: géiseres humeantes, piscinas naturales de colores con aguas a alta temperatura, manantiales de barro blanco burbujeante,…nadie le creyó y la región se mantuvo varios años sin explorar.

El área de actividad geotérmica está surcada por sederos enmaderados que recorremos junto con otras decenas de visitantes observando las otras fuerzas de las entrañas de la tierra, el colorido azul marino intenso, con ribetes dorados o verdosos de los estanques Morning Glory Pool y Prismatic Spring, el azul turquesa de la Ophal Pool y las fumarolas que humean aquí y allá; y en fin, sus agujeros misteriosos en la tierra, que cada poco tiempo hacen un ruido de respiración gutural, apenas unas burbujas de agua hirviendo.

Continuamos hacia el sur donde se ubican los hoteles construidos totalmente de troncos y que en esta época del año no tienen plazas libres. Comemos en el Faithful Lodge, en tanto vemos el géiser Old Faithful, que cada cuarenta y cinco minutos aproximadamente lanza una columna de vapor de agua de 70 metros de altura.

Por la tarde retrocedemos hacia el norte del 8, al área denominado Mammoth Springs. En las praderas del recorrido, lugares abiertos por los pinos, abetos Douglas y otros matorrales, pacen o sestean manadas de bisontes. De vez en cuando, los jóvenes terneros del año inician una danza ancestral compuesta de jerigonzas y alegres cabriolas. Son un aviso a navegantes. Dicen que advierten a los lobos y otros depredadores que el que suscribe el baile está en buena forma y será difícil de atrapar. En definitiva, deben buscar otra presa si quieren aplacar su hambre.

Más al norte, las terrazas del Mammoth Hot Springs conforman un paraje asombroso. El agua caliente subterránea disuelve las rocas calizas y cuando sale a la superficie y se enfría, deposita la caliza formando esculturas naturales, entre otras, terrazas en cascada y montículos de cal blanca. A veces, pequeñas algas con cianobacterias transforman el hierro y vemos discurrir riachuelos de oro, que terminan tiñendo algunas terrazas de óxido.

Al este de las Terrazas visitamos el Lago de las Ninfas. Es pequeño y, por tanto, abarcable, lo que lo hace hermoso. Es de origen glaciar, sin salida, rodeado de bosques y praderas. Sus aguas serenas son de un azul intenso.

Salimos del parque y paramos en el pueblo de West Yellowstone para cenar y porque mi silla de ruedas había perdido una tuerca y luego el tornillo, dejando alguna pieza sin sujeción, que quedaba libre y se introducía entre los radios de la rueda impidiendo el movimiento. Intuyendo que el oficio más cercano a aquél que pudiera reparar la avería era el de mecánico de un taller de bicicletas y como estaba todo cerrado, terminamos en un negocio de alquiler de bicis. Le explicamos el affaire al encargado, que rondaría los 80 años de edad, trajo una silla, indicó por señas que me sentaran allí, puso una rodillera e hincó la rodilla en el suelo, inclinando la silla de ruedas y en pocos minutos, asunto arreglado.

La parte oriental del parque la hacemos al día siguiente. Subimos hasta Tower Junction y, si en el viaje de hace unos años seguimos el río Lamar para ver fauna en su medio salvaje, ahora tomamos el río Yellowstone hacia el sur, hacia el lago homónimo, que se sitúa no lejos de su nacimiento.

Hay algunos ciervos en las praderas, pero la mayoría están tumbados entre la enramada rumiando tranquilamente, esperando el atardecer para salir a buscar comida. Berrendos o antílopes americanos, ciertamente bastante escasos, comparten praderías con manadas de bisontes. En un momento determinado, un grupo gesticulante de personas y coches parados en la cuneta proclaman a los cuatro vientos la existencia de algún bicho salvaje dedicado a sus cosas; están pastoreados por un ranger del parque. Nos agregamos a la troupe y, efectivamente, se divisa un oso negro paciendo entre altas hierbas y troncos de árboles caídos. De vez en cuando nos lanza un vistazo y continúa con lo suyo. Algunos dicen que está con el osezno. Desde luego yo no lo vi y ahora, revisando fotos, tampoco lo encuentro en ellas.

Merendamos en un hotel al lado del lago Yelowstone, que en el anterior viaje estaba helado y había nevado. Era como un mes antes y la primavera no terminaba de coger fuerza. Hoy, sin embargo, el sol brilla en el azul infinito, aunque la temperatura en estas montañas es suave.

Al regresar a Henrys Lake hemos visto un coyote como a cien metros de la calzada. Éramos los primeros en llegar y por la forma de saltar, se deducía que estaba cazando un ratón u otro animal que tuviera una madriguera en un túnel subterráneo. Podríamos haber grabado un documental. ¿Se podría decir que era un animal underground Consultaré con M.V.

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