Diario de León
Publicado por
Manuel Vilas
León

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Tus personas amadas esperan de ti un buen regalo de Navidad. Yo, por ejemplo, espero de mis seres queridos que me regalen una casa con piscina, con jardín, con vistas al mar, con habitaciones enormes, con una cocina inteligente. Pero me temo que esto no podrá ser. La segunda opción es un coche de lujo. Un coche de alta gama. No me merezco menos. Un coche de 50.000 euros como mínimo. Un coche como los que usan los ministros y el presidente del Gobierno, pero en otro color que no sea el negro. El mismo coche pero en rojo, o en amarillo, o en azul, o en blanco. Tampoco podrá ser. Descartados esos dos regalos, aún hay algunas posibilidades que no están nada mal. Por ejemplo, un buen reloj de pulsera. Pero los que me gustan no bajan de seis mil euros.

Nunca he despreciado los bienes materiales de este mundo. Lo que sí he demandado es que esos bienes materiales lleguen a mis manos. Descartado el reloj de seis mil euros, queda la opción de que me obsequien con un viaje a París, a Londres, a Roma, a Praga, o a Berlín. Por unos cuatro mil euros se puede. Imagínate que tu pareja, tu marido o tu mujer, te regala unos días navideños en París. Bien, eso es amor. Un buen hotel (un cinco estrellas es inexcusable) en el centro de París, y cinco días de gozo francés, con buenos restaurantes incluidos. París es carísimo, amor mío, no sé si lo haremos con cuatro mil euros, mejor lo dejamos para el verano, con la extra de julio será más fácil.

Descartado el viajecito, quedan más opciones interesantes. Queda que te regalen un teléfono móvil de algo más de mil euros. No está mal. Pero aún así, es muy posible que eso sea demasiado. Y ahora ya entramos en lo de siempre, ahora ya nos precipitamos en los regalos de toda la vida. Un abrigo de doscientos euros, o unos zapatos de ochenta euros. Más los zapatos que el abrigo. Pero puede que piensen que no necesitas zapatos nuevos. Y seguro que es verdad porque los que tienes están casi nuevos. Entonces se produce una escala descendente en donde ya cabe de todo. Dios santo, puedes verte delante de unas zapatillas de andar por casa de veinticinco euros. Puedes verte delante de una bufanda de veinte euros. Puedes verte delante de una agenda de quince euros. Puedes verte delante de unos calcetines de cinco euros. Pero eso no es lo importante. Lo importante es el amor. Y seguro que con que te regalen amor, mucho amor, ya tienes suficiente. No hay que ser materialista. Y el amor es barato y siempre queda bien.

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