Diario de León

"Cuando un compañero te dice que se le ha acabado el valor"

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León

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Invierno del 2013. El Greim recibe una llamada de auxilio desde Peña Ubiña a las doce de la noche. «Es un corredor, un canal vertical que se llena de nieve y hielo y al que hay que ascender con piolé y carpones», explica el sargento primero Enrique Ferrero. Los alpinistas se perdieron, bajaron por donde no debían y se quedaron colgados en un ventisquero. «Salimos a la una y a las tres de la mañana les llamé por teléfono para decirles que nos íbamos, que no les encontrábamos y el tiempo hacia presagiar lo peor», recuerda el sargento primero del Greim Enrique Ferrero. Las coordenadas del GPS no le ofrecían una ruta para llegar hasta ellos y las paredes para llegar hasta ellos tenían al menos setenta grados de inclinación con nieve y roca. «Llorando, me pidieron que no les dejáramos allí, que se les había congelado el agua y no tenían comida». El sargento asumió el riesgo de escalar las diagonales de la montaña. «Teníamos que meter anclajes y no sabíamos si aguantaría. Podíamos matarnos». Les volvió a llamar y nada mejoró. Los ánimos no eran muy optimistas. «Los montañeros somos muy echados p’alante, así que cuando pregunté quien tiraba el siguiente largo y nadie me contestó, fui consciente del gran peligro que corríamos. Se me ha acabado el valor, me dijo uno de los compañeros». Sin embargo, un compañero tiró un largo y, después, lo hizo el sargento en una cornisa de nieve. «Entonces les vi. Fue una satisfacción que no puedo explicar. No sabe cómo te une una experiencia como esa». El reconocimiento social, del mundo montañero, de las víctimas es enorme. El reconocimiento profesional quizás no alcance una dimensión como el social, nadie puede valorar una situación tan compleja de riesgo, miedo, incertidumbre, toma rápida de decisiones,si no estás allí para vivirla, y entiendo que hay muchas acciones meritorias en la guardia civil para reconocerlas todas.

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