Diario de León

La transición se hizo en Los Arándanos

Antonio Arias Tronco, cocinero del restaurante Los Arándanos. DL

León

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La historia de los leoneses emigrados a Madrid que descubrieron entre fogones un medio de vida es prolífica. Uno de los primeros fue Antón Arias Tronco, que hoy presume de tener un local en el centro de Villablino recomendado por la Guía Michelín. La historia de este restaurador comenzó con los Gancedo. La saga lacianiega le dio trabajo como mozo y él se especializó en alfombras persas. Recuerda que comenzó a tratar con los residentes en Serrano y en el barrio de Neguri de Bilbao, hasta que decidió abandonar el negocio y dedicarse a la hostelería. Fue así que se forjó una mentalidad de servicio que continúa a día de hoy. 

El restaurador abrió el Primer Arándanos en la calle Fernando el Santo, en la esquina con la calle Monte Esquinza. «Hacíamos cocina vascofrancesa en una zona en la que había muchas embajadas, el Ministerio de Agricultura y la Dirección General de Seguridad». Por entonces, había pocos locales aparte del suyo en esa zona de la capital, con lo que desde el principio tuvo la corazonada de que las cosas irían bien. Recuerda que cerca de su restaurante estaba Jockey, una taberna y la discoteca El cerebro, donde lo mismo podía verse a Carmen Cervera con al latin lover Espartaco Santoni, Francisco Umbral o Álvaro Pombo.

Antonio Arias Tronco es el cocinero del restaurante Los Arándanos. DL

 

Allí igual se escuchaba buen flamenco en temporada de feria, se bailaba en más compañía de lo que los españoles estaban acostumbrados hasta la fecha a hacer o asistr a espectáculos transgresores en los estertores del franquismo. 

El hecho es que Los Arándanos se convirtió en uno de los centros neurálgicos de políticos y periodistas y, como recuerda Antonio Arias Tronco, allí se gestó gran parte de la Transición. 

Uno de los más afectos a la cocina de Los Arándanos era el ministro Rodolfo Martín Villa así como numerosos periodistas de la época. Allí —según comenta— se realizó el relevo en la dirección de Diario 16.

Miguel Ángel Aguilar acudía con mucha frecuencia hasta que nombraron a Pedro J. Ramírez. Consuelo Álvarez de Toledo, José María García, José Luis Gutiérrez, Federico Isart, los directores de Interviú y de la revista Dinero... toda la maquinaria informativa que cada día escribía el mecano de la España postfranquista cenaba en casa de Antón Arias Tronco.

De hecho, la importancia de Los Arándanos en los conciliábulos de poder de aquella época era tal que algunas de las reuniones más importantes que se mantuvieron entre Mario Onaindía, líder por entonces de ETA político militar y el Gobierno se celebraron en uno de sus salones.

«Allí fue donde se decidió la escisión entre las dos ramas de la banda», recuerda el cocinero, que dice con humor que cuantos trabajan en un restaurante lo oyen todo, pero tienen la obligación de no contar nada. «Han pasado muchos años y creo que ya puedo recordar cómo se gestó en mi local parte de lo que luego aparecía en los periódicos», dice. 

Uno de los recuerdos más desagradables que tiene el cocinero es el de Billy el Niño, Antonio González Pacheco, que en ocasiones acudía a su restaurante junto al director general de Seguridad. «Un día, en una discoteca en Serrano, se me acercó para preguntarme si le conocía. Claro, le contesté, usted come a menudo en mi casa. Pero volvió a insistir con un gesto de chulería sádica: Ya, pero y ¿Qué mas? Era un hombre que daba miedo. Tenía un aspecto temible, tan delgado y con esa mirada siempre atravesada...»

Los Arándanos cerró sus puertas en Madrid en los años 80, cuando Antón Arias Tronco decidió trasladarse a vivir a Villablino, donde continúa con su oferta gastronómica.

El presente de la restauración leonesa de vanguardia en la capital está protagonizada hoy en día por el Nimú Barquillo. Perteneciente al grupo Vamuca, Nimú es, en palabras de su dueño Antonio Vázquez, «un espacio cosmopolita, adaptado al barrio más vanguardista de Madrid, justo en torno a las zonas de Chueca, Malasaña o Fuencarral, que se ha convertido en el corazón de la modernidad madrileña». Vázquez asegura apostar por una «cocina de mercado, donde prima la calidad del producto, pero vanguardista, equilibrada y viajera».

El chef Héctor Arias y la jefe de sala Yolanda Iglesias —ambos ya estaban en la anterior ubicación del restaurante— son los garantes de que se cumpla dicha promesa. Entre las elaboraciones destacan algunos clásicos de Nimú como los Niguiris de la casa con huevo frito de codorniz y trufa, la ensaladilla rusa con gambas, el tartar de atún picante, los chipirones en su tinta o el solomillo strogonoff. 

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