Diario de León

La pica en Castilla

León, la autonomía 18

Un grupo de expertos explican las razones por las cuales la eventual aprobación de una comunidad para el histórico Reino de León es más que posible, desde el punto de vista administrativo, jurídico y constitucional

Manifestación por el futuro de León el 16 de febrero de 2020. JESÚS F. SALVADORES/ARCHIVO

Manifestación por el futuro de León el 16 de febrero de 2020. JESÚS F. SALVADORES/ARCHIVO

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Treinta años atrás, David Díaz Llamas explicaba que, a su entender, Rodolfo Martín Villa no creía en las autonomías, que en realidad a él le habría gustado poner en marcha una mancomunidad de diputaciones y que cada región española mantuviera su identidad. Lo hacía, a propósito de la presentación de su libro Identidad leonesa, diez años después de la creación de la Comunidad de Castilla y León y cuando la región leonesa tenía unas cifras superiores, tanto desde el punto de vista demográfico como económico, a las de Castilla. Hay dos datos que lo resumen. En 1992, la población de la provincia ascendía a 530.983 habitantes, una cifra que ha descendido en un 13,37% y que hoy se ajusta a una estrecha ‘camisa’: menos de 460.001. Es decir, León ha perdido 70.982 paisanos, extremo que ha redundado en el descalabro económico y el de representación política. La renta per capita, uno de los marcadores que con mayor exactitud mide el pulso de una economía, también es tajante. Cada leonés gana una media de 20.473 euros, cantidad bruta que apenas deja en los bolsillos de los habitantes cisastures poco más de mil euros al mes. Mientras, un vallisoletano percibe un 25% más. 

La Unión del Pueblo Leonés ha conseguido en las últimas elecciones autonómicas triplicar el número de procuradores, un hito que solo había logrado en 1999, y convertirse en el tercer partido más votado en la provincia. Además, el logro es aún más importante si se tienen en cuenta que nunca había conseguido el porcentaje de voto reunido el 13-F. Cuando más cerca estuvo fue hace 23 años, cuando sumó un 19,25%. Además, duplica los resultados de 2019 y ha sido la fuerza más votada en una treintena de municipios.

A todo ello se une el hecho de que en la capital ha recibido el apoyo en los barrios del alfoz, en los que más gente joven vive, lo que podría llevar a valorar el crecimiento estable que tendrá en las próximas jornadas electorales. 

El secretario general de la UPL, Luis Mariano Santos, explica que el leonesismo está ante el porcentaje de apoyo — 4,30%— más grande de su historia en unas elecciones autonómicas. «Jamás se tuvo este porcentaje; sí se tuvieron tres procuradores, pero entonces había más representación y más población, con lo que el resultado era peor», destaca. 

Santos considera que el análisis se refuerza además porque —si se excluye la comarca del Bierzo— la UPL sería el partido más votado, por encima de PP y PSOE. «Quizás, esos resultados en el Bierzo sean los que hagan que tengamos tres y no cuatro procuradores o que el socialismo sea la fuerza más votada en la provincia». 

Para el secretario general de la UPL la estrategia pasa por poner en marcha una labor de pedagogía en la comarca, si bien incide en que en ciertos casos el apoyo se ha multiplicado por diez. Es el caso de Ponferrada, donde se pasó de alrededor de cien sufragios a más de mil. «Hemos duplicado y triplicado en casi todos los municipios bercianos», dice. «Tenemos que hacernos útiles en la comarca y lo lograremos porque nuestro tercer procurador es un berciano que vive y trabaja en El Bierzo. Por lo tanto, él tiene la gran responsabilidad de ser ese enlace. Ahora, El Bierzo tiene tres representantes en las Cortes», subraya. Luis Mariano Santos lamenta que ni PP ni PSOE hayan captado el mensaje, extremo que, a su parecer, les hace aún más débiles en la provincia. «Ninguno ha analizado los resultados en la clave correcta y siguen pensando que esto es una cuestión de azar, que ha sido mala suerte que uno haya perdido casi 30.000 votos (PP) y el otro, 14.000», advierte. Para el responsable de la UPL los resultados son un «claro aviso» de la desafección que unos en la Junta y otros en el Gobierno están realizando para León. 

 

La Comunidad reguló hasta 2007 la posibilidad de reunificar Castilla La Vieja con la anexión de Cantabria y La Rioja, pero no permitía segregarse a León

Por último, subraya la importancia de haber vencido en más de 41 ayuntamientos y que el leonesismo lo haya logrado tanto en las zonas urbanas como en las capitales de la despoblación, como Maraña o Acevedo, o en las cuencas mineras, caso de Cistierna y del sur de León. «Todo esto nos hace ser un partido referencia en León. Además, doblamos resultados en Zamora y Salamanca». Reconoce que, aunque no son los suficientemente buenos, los resultados en estas dos provincias demuestran que la inercia es positiva y quiere decir que van en la buena dirección.

La voluntad popular también se expresa a través de las mociones que la Unión del Pueblo Leonés ha presentado, hasta el momento, en 63 ayuntamientos con el fin de dar su apoyo a la autonomía para la Región Leonesa. Tan sólo ocho de ellos votaron en contra. Fueron los de San Justo de la Vega, La Pola de Gordón, Garrafe, Valdevimbre, Cacabelos, Valdefresno, La Robla y La Bañeza. Si sumamos los concejales que votaron a favor y en contra, las cuentas no resultan halagüeñas para PP y PSOE. Y es que tan sólo siete corporativos socialistas se decantaron por el no frente a los 52 que votaron de manera afirmativa. En el PP, los datos no han sido tan rotundos. Aún así, también desvelan la desafección existente con la comunidad. Y es que, a pesar de las advertencias que la jerarquía popular impuso, 35 de sus representantes se arriesgaron a elegir la autonomía frente a Castilla. 

La puesta en marcha de esta vía es plenamente constitucional. De hecho, está recogida en el artículo 143 del título III de la Constitución. La letra de la Carta Magna dice exactamente lo siguiente: 

1.— En el ejercicio del derecho a la autonomía reconocido en el artículo 2 de la Constitución, las provincias limítrofes con características históricas, culturales y económicas comunes, los territorios insulares y las provincias con entidad regional histórica podrán acceder a su autogobierno y constituirse en Comunidades Autónomas con arreglo a lo previsto en este Título y en los respectivos Estatutos.

2.— La iniciativa del proceso autonómico corresponde a todas las Diputaciones interesadas o al órgano interinsular correspondiente y a las dos terceras partes de los municipios cuya población represente, al menos, la mayoría del censo electoral de cada provincia o isla. Estos requisitos deberán ser cumplidos en el plazo de seis meses desde el primer acuerdo adoptado al respecto por alguna de las Corporaciones locales interesadas.

En este sentido, merece la pena recordar que la propia comunidad de Castilla y León, reguló hasta 2007 la posibilidad de reunificar Castilla la Vieja a través de la anexión de Cantabria y La Rioja, por recomendación de los acuerdos autonómicos de 1981. No obstante, y como recordaba en Diario de León el investigador jurídico Álvaro Rosales Fernández, nunca se permitió incorporar un precepto en el Estatuto que permitiese a la Región Leonesa segregarse y acudir a los procedimientos constitucionales de creación de nuevas Autonomías. «Cierto es que esta histórica reivindicación ha sido eclipsada desde la transición por otros conflictos territoriales, distorsionando la realidad acerca de sus pretensiones y evitando que se solvente este conflicto. Sin embargo, la experiencia nos dice que más allá de taparse el problema lo único que ha producido es un enquistamiento político y social en la actual Comunidad.

 

León es el espacio peninsular más primigenio por su singularidad, el más histórico y, además, matriz o germinal de otros, como Castilla y Portugal

 

También desde el punto de vista económico es factible la creación de la autonomía 18. Los integrantes de la Iniciativa Autonómica Leonesa —Julio R. Lago, Santiago Asenjo, Javier Callado y José Luis Prieto— inciden en el informe publicado en 2020 precisamente en este extremo. Subrayan así que una hipotética uniprovincialidad circunscrita a la provincia de León no supondría mayor coste financiero para el Estado puesto que se autofinanciaría con los fondos asignados a la Junta de Castilla y León que corresponderían a la provincia leonesa, aplicando el criterio de reparto según población, más el presupuesto de la Diputación Provincial. «Además, hay que tener en cuenta que la plena territorialización en la provincia de León de un gasto público ligeramente superior a los 2.000 millones generaría un mayor dinamismo económico, lo cual conlleva, por efecto multiplicador, más actividad empresarial, más creación de empleo, más población y más recaudación fiscal», subrayan.

La editorial Lobo Sapiens acaba de presentar el ensayo Región Leonesa. La 18ª Comunidad Autónoma. En ella, siete expertos analizan la cada vez más probable afirmación de la identidad de León en un ente administrativo propio. Rogelio Blanco, David Díez Llamas, Ricardo Chao, Carlos Javier Salgado, Alberto Flecha, Ignacio Redondo y José Luis Prieto cosen un tapiz argumental que demuestra que la situación ha de ser revertida, no ya por la mera supervivencia de León, sino de todo el territorio del noroeste español. 

Recuerda el coordinador de la obra, Nicolás Bartolomé Pérez, la declaración que el profesor Francisco Tomás y Valiente realizó en el prólogo del libro de Anselmo Carretero El antiguo Reino de León, sus raíces históricas, su presente, su porvenir nacional: «En la configuración del mapa de las comunidades en más de un caso, y desde luego en el de León y Castilla, su composición se discutió, porque era discutible con la mano en la historia, y no siempre se acertó. Mitos, embrollos, secuestros y olvidos puede que tuvieran ahí su nido. Pero también interesas partidarios, caciquismos locales y provinciales, equilibrios electorales y reparto de zonas de influencia, fueron claves de un presente político apresurado y frívolo en ocasiones. Es muy posible, por lo que a León se refiere, que su inserción en la actual comunidad fuera un error y no sólo por razones históricas. No soy partidario de intentar modificaciones disgregadoras en las Comunidades que hay. Solo lo sería, en el caso que este libro estudia, si los actuales pueblos leonés y castellano tuvieran voluntad colectiva de autoafirmación y segregación... Depende ciertamente de los leoneses, como finalmente escribe Anselmo Carretero, que quieran o no su autogobierno, su autonomía». Estas palabras datan de 1994 y fueron escritas por el presidente del Tribunal Constitucional.

La reaparición de Sabino Ordás

Sabino Ordás ha regresado de su empecinado silencio para prologar esta obra que, coordinada por Nicolás Bartolomé Pérez. Recuerda el anciano escritor el final del franquismo, el proceloso viaje que supuso la transición y su colaboración entre 1977 y 1979 —a su regreso de Estados Unidos— en el diario Pueblo para interpelar a los leoneses sobre la voluntad con la que piensan forjar su futuro: «¿Queremos los leoneses y el resto de españoles de buena fe, que se convierta en ceniza el espacio humano e histórico que fue uno de nuestros inexcusables pilares, pese a todas las manipulaciones de la memoria? Si no es así , tenemos que apoyar con energía las razonables pretensiones que este libro planeta».

Los siete expertos citados analizan desde diferentes ópticas las razones por las cuales la creación de la autonomía leonesa es, para León, mera supervivencia, tanto desde el punto de vista histórico, cultural, económico y demográfico. Sin ir más lejos, y en referencia a este último punto, Carlos Javier Salgado recuerda que en la provincia hay ejemplos «sangrantes» de la pérdida de población y destaca entre ellos el tercio occidental del Bierzo, con pérdidas superiores al 60% de la población en municipios como Oencia, Barjas, Trabadelo o Balboa.

Se refiere David Díez Llamas a la labor que los políticos de la transición desarrollaron para impedir la identidad leonesa — «Llegaría un momento que en el Congreso habría más diputados que intentarían defender los intereses peculiares de cada una de sus zonas que los intereses del Estado en su generalidad»—, mientras que Rogelio Blanco incide en la damnatio memoriae a la que se ha sometido a los ciudadanos de León, «toda una contradicción si tenemos en cuenta que nos referimos al espacio peninsular más primigenio por su singularidad, el más histórico y, además, matriz o germinal de otros, como por ejemplo de los reinos de Portugal y de Castilla»...

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