Diario de León

El camino más rápido de la historia hacia la santidad

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ÍÑIGO DOMÍNGUEZ | texto La Madre Teresa ha representado el mito de la santidad por excelencia en las últimas décadas en Occidente y el día de su muerte no hizo más que volver a azuzar esa mala conciencia de los países ricos. Es una monja heroica que hoy será la persona que más rápidamente ha emprendido el camino de la santidad oficial en 20 siglos de historia de Iglesia católica. Teresa de Calcuta corresponde al modelo exacto de conducta que Juan Pablo II propone a la sociedad moderna y mantenía hacia la misionera una admiración incondicional. Las imágenes de Teresa de Calcuta entre los pobres más míseros y los enfermos más marginados del planeta le han otorgado una autoridad moral indiscutible. Es un modelo de virtud y, curiosamente, no hay nadie que no la recuerde vieja: durante muchos años trabajó en el total anonimato. Cuando recibió el Nobel de la Paz ya tenía 69 años. La han premiado 124 veces, desde el Congreso de Estados Unidos al Soviet de la Paz, y abrió casas en la URSS y Cuba mucho antes de la caída del Muro. Su radical concepto de la caridad iba más allá de religiones e ideologías, era reconocido de forma universal. El Papa comprendió que debía institucionalizar de inmediato esta santidad unánimemente admitida y asumió la decisión de saltarse incluso el Código Canónico. Un año después de la muerte de Teresa de Calcuta autorizó que no se esperara cinco años, como está establecido, para canonizarla. Es más, pensó declararla santa directamente en la misa de beatificación, primer grado de la santidad, pero fue disuadido tras consultar a un grupo de cardenales. Tras seis años de veloz instrucción de la causa, el acto del domingo cierra los actos del aniversario de los 25 años de mandato del Papa, todo un gesto y casi un testamento de Wojtyla. El supuesto milagro que ha hecho posible la conclusión del proceso, por el que han pasado 117 testigos, ocurrió en 1998. Una mujer india animista de 34 años, Monika Besra, vio desaparecer de la noche a la mañana un tumor en el abdomen después de que una monja le colocara en el vientre una imagen de la fundadora. El Vaticano, tras las correspondientes verificaciones, consideró que se trataba de un milagro «instántaneo, completo y duradero». No obstante, esa misma semana los médicos indios que habían tratado a la paciente aseguraron «con todo respeto hacia Madre Teresa» que la curación era fruto de la terapia y no de una intervención sobrenatural. En las encuestas entre jóvenes siempre aparece como una de las figuras más admiradas y, según dicen, la suya es la única orden religiosa que debe rechazar vocaciones por falta de sitio. Será por algo.

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