Diario de León

María Sánchez Miñambres, el progresismo ilustrado

La memoria sentimental de la España antigua atesora a personajes tan valiosos como María Sánchez Miñambres y sus hermanas Inda y Dina, un tanto olvidadas a causa de los apremios de esta tecnológica y acelerada sociedad. No obstante, marcaron un

ÁLBUM FAMILIAR

ÁLBUM FAMILIAR

Publicado por
JAVIER TOMÉ | texto
León

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La saga familiar de las Miñambres, típicas señoritas de buena casa, incluía al abuelo Fernando Sánchez Pretejo, notable arquitecto diocesano que fue autor del atrio y las verjas de la Pulchra Leonina , al bisabuelo Perfecto Sánchez Iváñez, también arquitecto, y a su padre José Sánchez Puelles, prestigioso abogado cuya ocupación principal consistía en administrar el rico patrimonio familiar. En cuanto a la madre, doña Agustina era una belleza nacida en Villibañe que conoció a través de su hermano, también abogado, al que sería su futuro esposo y padre de las tres niñas nacidas del matrimonio. En 1886 vinieron al mundo las gemelas Indalecia y Segunda, ambas casadas muy jóvenes y afincadas en Madrid. Inda, destacada pintora, contrajo matrimonio con el asturiano Luis Aza Díaz, ingeniero y subdirector de Renfe que fuera hijo del comediógrafo y sainetero Vital Aza, celebrado autor de zarzuelas en las postrimerías del siglo XIX. Dina Sánchez Miñambres, por su parte, fue esposa del militar Luis Más Mompeón y escultora de gran talento, con una obra en la que el arte regional leonés siempre tuvo gran peso específico. En 1924 participó en el homenaje tributado en la capital de España a la escritora Emilia Pardo Bazán, presentando al concurso un original proyecto en forma de fuente con el rotundo busto de doña Emilia, realizado en colaboración con el arquitecto Manuel de Cárdenas. Un sorprendente y atrevido trabajo que mereció los calificativos de «notable revelación»y «genialidad» por parte de la crítica especializada. Dina llegaría a cumplir los 100 años de edad, acontecimiento que celebró con una misa en la misma capilla catedralicia donde un siglo antes fue bautizada junto a su hermana gemela. Su hija Margarita Más es una renombrada actriz teatral que hubo de esperar hasta 1998 para debutar en su tierra con La vida que te di , un texto de Pirandello puesto en escena por el director Miguel Narros. También tuvo en Marzanas una ganadería de vacas frisonas, premiada por el Ministerio de Agricultura con el título de «ganadería diplomada», el día 7 de febrero de 1969. De pianos y bandurrias Vamos ya con nuestra protagonista principal María Sánchez Miñambres, nacida en León el año 1890 y una mujer, según su prima Anunciación Cueto, cuya existencia tuvo períodos de radiantes luces y tenebrosas sombras, que sin embargo nunca fueron capaces de eclipsar el formidable temperamento de este precursora del feminismo leonés. Comenzando la historia por el principio, las vocaciones artísticas y culturales de las tres hermanas Miñambres fueron fomentadas por su padre, que contrató a una institutriz francesa para educar a las niñas y se empeñó, con indudable éxito, en que todas ellas dominaran con soltura un instrumento musical. Dina e Inda se centraron en el piano, mientras la pequeña María volcó todos sus afanes en la más humilde bandurria. Una vez casadas sus hermanas, María permaneció con sus padres en la casa familiar sita en la señera calle de Santa Cruz, domicilio que compaginaban con largas estancias en el caserío de Marzanas que también fue de su propiedad y donde se vivieron páginas memorables en la historia de la cultura leonesa. María se empecinó en acudir a estudiar al Instituto, caso insólito en la época, provocando que los profesores tuvieran que sentarla siempre en la primera fila para evitar que los traviesos chiquillos se metieran con ella. Fue precisamente en la finca de Marzanas, cuando María apenas había cumplido los 12 ó 13 años, donde tan intrépida y pequeña amazona se cayó de un caballo, dejándola una cojera que formaría parte de su insólita personalidad. Un contratiempo físico que no la detuvo en su proceso de formación cultural, dedicando todas sus fibras sensibles a actividades tan dispares como el arte, concluir el bachillerato y los bailes y trajes regionales, además de ser cofundadora junto a su amigo Miguel Canseco de la Cultural y Deportiva Leonesa. Pero el León de comienzos de la década de los 20, caracterizado por su plúmbea cotidianeidad y una mentalidad que parecía heredada del pleistoceno, le quedaba estrecho a María, así que decidió hacer las maletas e instalarse en París para cursar estudios en la Sorbona. Aún se conservan los carnés de mademoiselle Miñambres, socia entusiasta del Foyer Internacional des Etudiantes y del Cercle-Bibliotèque de la Maison des Etudiantes , sito este último en el selecto Boulevard Raspail. «París era una fiesta», escribió el gran Ernest Hemingway a propósito de aquella cosmopolita capital que logró reunir a las mentes más brillantes y divertidas de la Europa de entreguerras. La joven leonesa conseguiría introducirse en los círculos intelectuales parisinos, entablando una amistad más que estrecha con el entonces famoso Ilja Ehrenburg. Un escritor ruso de culto, cuyas obras satirizaban despiadadamente un mundo que se deslizaba con total despreocupación hacia el cataclismo de la II Guerra Mundial. Concejala en León Ilja Ehrenburg llegaría a pedir en matrimonio a María Sánchez Miñambres, que regresó a León para comunicar tan sensacional noticia a su madre. Pero doña Agustina se horrorizó tan sólo de pensar en la posibilidad de ver a su hija casada con el excéntrico intelectual soviético y María, siempre obediente, decidió renunciar a la aventura del amor para hacerse cargo de los negocios familiares. Aunque sí conservó una entrañable amistad, que se prolongaría a lo largo de los años, con Claudio Sánchez Albornoz, al que había invitado tiempo atrás a pasar una temporada en el caserío de Marzanas. Don Claudio nunca olvidaría ese «simpático rincón leonés», carteándose durante décadas con la que siempre consideró una entrañable amiga. Nuestra protagonista comenzó a colaborar por entonces en la prensa local, escribiendo para Vida Leonesa una sección que firmaba bajo el seudónimo de «María Antonieta», en la que «despreciando lo vano, adornando lo ideal, lucha con la bella ilusión de lo perfecto, hasta conseguir insensiblemente que en ella se forme el espíritu exquisito de la mujer inteligente y sensitiva». El país vivía bajo la paternalista dictadura del general Miguel Primo de Rivera, y el 19 de noviembre de 1925 María Sánchez Miñambres fue nombrada concejala en el Ayuntamiento leonés, siendo la primera mujer que accedió a un cargo de semejante categoría. El alcalde Francisco Roa de la Vega la recibió con un florido y caballeroso discurso, en el que llegaría a calificarla como «guía espiritual de los ediles». Sus nuevas responsabilidades políticas no la harían olvidar sus obligaciones empresariales y, decidida a sacar el mayor rendimiento posible a la finca de Marzanas, en 1928 dirigió un escrito al Director General de Agricultura y Montes exponiendo su intención de cursar los estudios de Perito Agrícola con carácter oficial, algo que no estaba previsto en el caso del personal femenino. Sí que se contaba con ella para los más relevantes actos sociales vividos por entonces en León, como la visita oficial de los Reyes de España en el mes de octubre de 1927. María fue la encargada de agasajar con un lucido ramo de flores a la reina Victoria Eugenia, la hermosa y desencantada Ena, entregado frente al edificio de San Marcos. También participó con entusiasmo en todo tipo de procesiones cívicas, banquetes y concursos, como el convocado en 1929 por la Asociación de Ganaderos de España, donde fue premiado el toro Montañés , propiedad de las Miñambres. La guerra y sus secuelas La ventana de la memoria y el recuerdo nos ha llevado hasta aquel gozoso León que finalizaba la década de los años 20, un calidoscopio de vida y actividad donde María estaba considerada como un personaje de enorme relevancia tanto social como económica. Sin embargo, en contraposición al oropel de los fastos públicos, una corriente de malsana envidia se fue generando hacia aquella mujer de vanguardia que destacaba en una forma que muchos consideraban intolerable. A pesar de estar afiliada a la derechista Unión Patriótica de Primo de Rivera e incluso de coquetear con la naciente Falange Española, como prueba un excepcional documento gráfico que muestra al líder nacional José Antonio acompañado por María y los primeros miembros del partido que se afiliaron en León, los meapilas de sacristía y aquellos fascistas que se bautizaron en sangre poco tiempo después, nunca pudieron perdonar los modelitos parisinos que lucía en el paseo de Ordoño, ni la libertad espiritual de una mujer básicamente audaz y atrevida. Efectivamente, con el estallido de la Guerra Civil comenzaron las dificultades para la más pequeña de las Miñambres, siendo encarcelada en San Marcos e incautadas muchas de sus propiedades bajo el cargo de «ser afecta a la República». La cosa pudo ser aún peor, pues en varias ocasiones grupos armados fueron en su busca al caserío de Marzanas con la intención de aplicarle la peculiar justicia franquista consistente en el «paseo». Sus propios criados ayudaron a María a escapar del cerco, volviendo a buscarla cuando el peligro había pasado. A pesar de no poder probar nada en su contra, sería condenada a pasar varios años en Saturrarán, un penal para mujeres sito en San Sebastián. Mezclada con las presas comunes, quienes la conocían como «la señorita», María dio buena prueba de su temple personal y comenzó a realizar una importante labor social en el presidio, escribiendo las cartas que las reclusas, analfabetas en su gran mayoría, enviaban a sus familias. Incluso llegaría a entablar buena amistad con el director de la cárcel, dando clases particulares a su propio hijo. Una vez puesta en libertad, regresaría a León para continuar con una vida sencilla, regida por el ciclo de las cosechas en Marzanas y la dirección de sus lucrativos negocios particulares. Se hizo constructora y edificó un buen número de casas en los solares que la familia poseía en la entonces naciente barriada de San Claudio. Y evidenciando su particular sentido del humor, solía comentar que ahora alquilaba sus casas a los miembros de la Guardia Civil, el mismo cuerpo que años atrás anduvo tras ella con la intención de silenciarla definitivamente. Rebosante de vitalidad hasta el final, pues aún conducía su coche por las calles leonesas con más de 80 años, nunca dejaría de lado sus inquietudes culturales, cediendo su casa de la calle Santa Cruz como local de ensayo para el naciente grupo teatral GRUTELIPO. Así hasta el día 1 de abril de 1977, cuando la formidable María Sánchez Miñambres pasó a mejor vida. Demos voz a nuestra protagonista para cerrar esta semblanza, reproduciendo unas líneas del artículo que publicó el 16 de abril de 1927 en el periódico madrileño La Nación , aludiendo al emergente papel de las féminas en la vida española: «Esperemos nosotras, las mujeres que actuamos en política, a que seamos más en número y a que, por serlo, desaparezca ese ambiente espectacular, que tanto nos perjudica y nos estorba. Cuando eso se logre, los hombres que tengan que cruzar la calle, ¡ya verán lo útiles que somos!».

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