Diario de León

La mala estrella del comandante Zorita

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|||| Durante aquella recordada velada recibió los carnés nacional e internacional el señor Caballero Fernández, primer piloto civil salido de la Escuela del Club, adiestrado en el curso por el profesor Martínez Bodegas. Posteriormente, en un ambiente distendido y de grato compañerismo entre los asociados, el coronel Juste, presidente del RACE, hizo entrega de su premio al teniente coronel Murcia Rubio. Especial atención de las damas mereció el príncipe Cantacuzene al recoger su trofeo, debido a su impecable vestimenta y una apostura personal equiparable, según algunas voces femeninas, al entonces galán de moda, Cary Grant. Sin embargo, el personaje de mayor relieve en la gala no era el noble rumano, sino un aviador nacido en Ponferrada y que también sería recompensado con un galardón otorgado por el General Jefe del Estado Mayor Central. Demetrio Alonso Zorita, el célebre comandante Zorita, vino al mundo el año 1917 en la capital berciana y, alistado como soldado en el Regimiento de Infantería de Burgos número 31 al inicio de la Guerra Civil, fue enviado a Alemania para seguir un curso de piloto. Al finalizar la cruenta contienda entre españoles siguió el curso de Tripulante y obtuvo luego el grado de teniente en la Academia de Aviación de León, afiliándose el año 1941 en la llamada Escuadrilla Azul que partió a luchar a Rusia, en apoyo a las tropas nazis de Hitler. De regreso a la patria y ya con los galones de capitán, sería nombrado profesor en la Academia leonesa. Pero su mayor logro, por el que ha pasado a la historia del Ejército, es que se trata del primer piloto español que rebasó la barrera del sonido. Efectivamente, el día 5 de marzo de 1954 y en la base de Marignon (Marsella), Zorita se lanzó al aire en el monoplaza MD-452 «Mystére II». El propio aviador comentó sus impresiones personales en un colorido parte de vuelo: «me pongo en invertido y tiro de la palanca para ponerme a la vertical, en cuyo momento meto los gases a fondo. El avión entra en pérdida pero, después de algunas sacudidas, obedece y me encuentro picando a la vertical con el morro apuntando a unos cuatro kilómetros del campo. El máchmetro sigue subiendo; empieza a recoger suavemente para correr el aeródromo. En tierra han oído el bam-bam y me felicitan por radio. Ha resultado más fácil de lo que creía». Convertido en todo un personaje para el pueblo español, el 27 de noviembre de 1956 llegó la última cita para este hombre distinguido por una eterna y simpática sonrisa. Cuando volaba en una avioneta Derroitine sobre la pista de Torrejón de Ardoz, el aparato se precipitó repentinamente al suelo causando la muerte casi instantánea del piloto. Como justa recompensa a su brillante historial, poco después de su fallecimiento le fue concedida la Medalla Aérea, siendo ascendido a título póstumo a Teniente General. No hace falta decir que la «mala estrella» que provocó la muerte del comandante Zorita, causaría auténtica conmoción entre sus amigos y compañeros del Aero Club.

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