Diario de León
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|||| Pequeño y detallista. Un futurista concepto triplaza, de puertas «motorizadas», con el que Renault pretende abordar la solución al problema del tránsito ciudadano. Se llama Zoé... y podría verse rodando por las calles. Atrevida y diferente. Así es la propuesta del rombo para un futuro, quizá no tal lejano, coche urbano cuyas soluciones -muchas de ellas- podrían verse en la próxima generación del Twingo. Tan es así, que ya hay quien sostiene que, en realidad, nos encontramos ante el prototipo «verdadero» del futuro Twingo. Lo que hasta no hace mucho se conocía en clave de fábrica como proyecto «Z17» ha acabado por convertirse en el prototipo Zoé, una suerte de redondeada burbuja de puertas laterales correderas, y motorizadas, con una capacidad de maletero que ronda los trescientos litros y cuya longitud se cifra en 3,45 metros. Resulta ser que, según los estudios que maneja Renault, un coche transporta habitualmente en ciudad no más allá de 1,4 personas de media -las estadísticas... ya se sabe, son capaces hasta de «partir» las personas- aunque, si el fabricante hubiera planteado un biplaza las condiciones de utilización práctica se verían drásticamente reducidas, así que la mejor solución era la de un triplaza, lo que permite disponer de un amplio maletero. Y no quedan ahí las curiosidades. El portón trasero se levanta mediante un mecanismo de doble cinemática (solución muy querida por la marca) de forma que portón y luneta se deslizan el uno con respecto a la otra para limitar la altura del conjunto en la posición abierta, lo que proporciona un amplio espacio de acceso. Incluso el cristal trasero izquierdo desciende para que puedan depositarse pequeños objetos sobre la bandeja trasera o en el propio maletero. La motorización de la puerta del pasajero viene dada porque su apertura de doble bisagra sobre tres ejes (doble cinemática) permite una accesibilidad muy grande, con mayor o menor apertura según se desee acceder a la plaza delantera o a las delantera y trasera. Una vez abierta, la puerta ocupa un espacio limitado a lo estrictamente necesario, mientras cada una de las partes del techo acristalado se levanta en cuanto se abre una de las puertas. El interiorismo del Zoé es tan, o más, imaginativo que su exterior. Un mando en forma de estrella de mar, situado entre los dos asientos delanteros, permite variar la configuración del habitáculo en tres configuraciones preestablecidas, a la vez que el asiento del acompañante puede deslizarse y su respaldo plegarse completamente para favorecer el transporte de objetos largos. Eso, por no hablar del futurista diseño de un puesto de conducción singularmente ergonómico con, entre otras curiosidades, un velocímetro suspendido sobre una placa de cristal. Una rueda en el asiento permite ajustar el grafismo de la pantalla en el centro del velocímetro para adaptarlo a las diferentes posiciones del conductor; mientras en la consola central se alojan los diferentes mandos: selector de velocidades, control de la pantalla multifunción colocada en el centro del salpicadero, joystick de mando para el ajuste de los asientos... Con todo, y algunos secretos más por desvelar, el Zoé puede individualizarse gracias a un «Pass» nómada que permite almacenar datos personales con selecciones musicales y hasta mandos de conducción personalizados.

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