Diario de León

Protección para el 10% de las regiones ecológicas

Además de alcanzar este acuerdo, destinado a frenar la pérdida de plantas y animales, la Cumbre de la Biodiversidad de Brasil concluyó con el compromiso de frenar la explotación de los recursos genéticos y evitar la biopiratería

Publicado por
M. M. ALLER | texto
León

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Delegaciones de 187 países, entre ellos España, han participado en la Octava Conferencia de las Partes (COP8) del Convenio sobre Diversidad Biológica de Naciones Unidas que se ha celebrado en la ciudad brasileña de Curitiba. Su objetivo principal ha sido debatir sobre la conservación de ecosistemas y el uso sostenible de los recursos biológicos, con la intención de impulsar nuevas medidas que contribuyan a frenar la pérdida de biodiversidad. Después de más de diez días de reuniones maratonianas, se acordó conservar antes del año 2010 al menos el 10% de las regiones ecológicas del planeta, es decir, de los bosques, las montañas, las islas o las tierras áridas. COP8 acordó, además, potenciar la llamada Iniciativa Taxonómica Mundial, dedicada a determinar cuántas especies hay en el planeta, incrementar entre un 2 y un 3% las aportaciones económicas para financiar el propio Convenio de Biodiversidad, poner en marcha un programa de protección de las islas, y mantener la moratoria a las semillas transgénicas estériles (conocidas como Terminador), desarrolladas por la industria agroquímica para que no puedan germinar, debido al daño que pueden ocasionar a los cultivos próximos y porque obligan a los agricultores a ser más dependientes y tener que comprar nuevas semillas para cada cosecha. Evitar la biopiratería Uno de los asuntos que causaron más controversia fue la lucha por las patentes de productos elaborados a partir de plantas o sustancias animales usadas tradicionalmente en los países ricos en biodiversidad. En los últimos años, la industria de la biotecnología ha aprovechado en muchas ocasiones los conocimientos de las poblaciones indígenas sin su consentimiento para obtener recursos genéticos que den lugar a patentes industriales en el sector farmacéutico, la cosmética, la alimentación o la higiene. Los países iberoamericanos y africanos, donde se encuentra la mayoría de los recursos genéticos (plantas, animales, microorganismos) que buscan las empresas de biotecnología, fueron los más interesados en alcanzar un acuerdo para impulsar una normativa internacional que evite la «biopiratería». Se pretende crear certificados que garanticen que los productos procedentes de esos recursos cuenten con el consentimiento previo del país y de la comunidad indígena que proceden y se fijen en el horizonte del año 2010 y de mutuo acuerdo las condiciones de explotación. No se pudo llegar a más, teniendo en cuenta las reticencias de países como Australia, Nueva Zelanda. Entre los muchos ejemplos destaca el del Epibatidine, una sustancia venenosa generada por la piel de una rana de Ecuador, que emplean los nativos en sus cerbatanas, y es utilizada como analgésico para pacientes de cáncer. O el del cactus Hoodia, usado por los nativos de Sudáfrica y Tanzania para superar el hambre y la sed, que se comercializa a través de Internet para combatir la obesidad. Ambos productos han sido patentados mientras los países y los indígenas siguen esperando una compensación. Durante la Conferencia se recordó que el 75% de los medicamentos más vendidos en EEUU proceden de bacterias, hongos, plantas y animales, y que el Instituto del Cáncer de ese país ha identificado varios miles de plantas potencialmente útiles para tratar tumores, de los que dos terceras partes se encuentran en bosques tropicales. Las organizaciones ecologistas asistentes a Curitiba mostraron su decepción ante los tímidos compromisos alcanzados en la Cumbre, a la que calificaron de fracaso y oportunidad perdida. Consideran insuficiente la protección del 10% de los ecosistemas e incidieron en que no se contempla la protección de las zonas marinas fuera de las aguas jurisdiccionales, pidiendo que se declare en ellas una moratoria para la pesca de arrastre. También criticaron que no se alcanzase un compromiso financiero para ayudar a los países en desarrollo a conservar el medio ambiente. Además, tanto EEUU como Japón, los dos países que más contribuyen al Fondo Mundial para el Medio Ambiente, anunciaron que reducirían sus aportaciones a la mitad.

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