Diario de León

La sabrosa oscuridad

El emergente restaurante Cidón realiza sugerentes cenas a ciegas

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MARCELINO CUEVAS | texto
León

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Imaginen un gran salón con cinco largas mesas, ante las que se acomoda medio centenar de ávidos comensales. La luz se apaga y el gran comedor se queda en la más absoluta oscuridad. Una voz (Carlos D. Cidón) comienza a explicar a los asistentes las premisas necesarias para llevar a buen puerto una cena a ciegas. Comenta el afamado cocinero que cada pareja de comensales tiene ante sí una botella de agua y una de vino, dos copas y un tenedor, que es todo lo que necesita para degustar los platos que en la penumbra servirán los diestros camareros de la casa. El laureado cocinero asegura: «Todo lo que vamos a servir es comestible. Habrá cosas exóticas, preparadas al gusto de diversos países, algunas serán difíciles de conocer porque no son habituales en occidente...» Sabiamente mete el miedo en el cuerpo del comensal para el que el comedor comienza a tener una cierta ardiente oscuridad. Y así plato a plato: que si «este lo protagoniza un animal que se mueve en zigzag», el otro corresponde a una carne muy apreciada en África», el siguiente «tiene de original el tratamiento que dan a ciertas vísceras en el lejano oriente». Total, que el abrumado comensal, que bastante tiene con encontrar el plato a ciegas, comienza a dar vueltas en la cabeza al contenido del plato invisible y piensa en serpientes, en insectos, cerebros de monos y en otras viandas exóticas que nunca se hubiera atrevido a comer ante los focos. Pero por otro lado los platos presentan una exquisita gama de perfumes, unas texturas diferentes, incluso algunos de ellos tienen sonidos, sí, son platos que suenan. Los sabores también están llenos de sugerencias... en fin que el banquete cada vez se hace más agradable, aunque Cidón sigue poniendo desde el micrófono el picante de la incertidumbre. Al final, cuando se encienden las luces, aparecen ante os asistentes los seis platos que han degustado y estos se dan cuenta de la gran belleza estética que se han perdido y se enteran de que el bicho que zigzagueaba era una anguila, que la carne africana era un estupendo buey... en fin que todos y cada uno de los platos, si bien basados en cocinas exóticas, eran espléndidas creaciones de la inagotable imaginación de Carlos Vivaldi. El primer restaurante en el que se hicieron comidas a ciegas fue el Blindekuh, en Suiza. Un restaurante fundado por ciegos para videntes que quisieran tener una cena sin visión guiada por camareros ciegos, para acentuar y estimular los demás sentidos, oído, tacto, olfato y, sobre todo... el gusto. Otros de los restaurantes europeos pioneros en esta clase de celebraciones gastronómicas son el Nach:mahl , de Viena o el Dans le Noir, de Londres. Carlos Cidón ya realizó estas cenas en Astorga y ahora las presenta como una de las grandes novedades de su flamante restaurante Cidón, del Musac. Es impresionante el entrenamiento de los camareros que, aunque en algunos restaurantes emplean aparatos de visión nocturna, aquí se guían únicamente por unos pequeños puntos reflectantes situados en el respaldo de las sillas. A pesar de ellos consiguen un servicio sin fallo alguno y, lo que es más importante, con el ritmo preciso, sin pausas entre plato y plato. Estas cenas a ciegas son una experiencia inolvidable que les recomendamos vivamente, más que por la originalidad, que la tienen, por la estupenda carta de platos diferentes que Carlos D. Cidón prepara, perfectos para mantener el suspense y para, a la vez, colmar todos los sentidos de los comensales. Se trataba de disfrutar de una cena de cocina exótica y la oscuridad absoluta permitió que la imaginación, gracias a los sabores y aromas, viajará por los paisajes más recónditos del planeta.

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