Diario de León

África reclama el apoyo de León

La Orden de San Juan de Dios y Alfredo Prada piden a los leoneses un compromiso de cooperación para conseguir mantener abierto un hospital en Liberia

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INÉS BARRIO | texto
León

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La Orden Hospitalaria de San Juan de Dios y un leonés, Alfredo Prada, actual vicepresidente de la Comunidad de Madrid y consejero de Justicia y Administraciones Públicas, se han propuesto mantener en funcionamiento un hospital que la Orden religiosa mantienen en Monrovia, capital de Liberia. Se trata del Hospital San José, un centro sanitario, el único, en realidad, que se mantuvo a duras penas abierto durante los catorce años de guerras que devastaron el país africano. El deterioro del centro y la falta de recursos, ha dificultado la prestación de asistencia sanitaria, de por sí ya muy difícil. La necesidad de fondos y ayuda con carácter de urgencia han sido los grandes motivos por los que se ha iniciado una campaña solidaria para recabar apoyos. Los obstáculos económicos -el hospital de San José se mantiene con dinero que aporta la Orden de San Juan de Dios- han obligado a la congregación religiosa a lanzar un SOS a las instituciones y a la ciudadanía en general para garantizar que la población liberiana pueda acceder a la sanidad. Una de las puertas a las que llamaron fue a la de la Comunidad de Madrid a través del leonés Alfredo Prada. Y respondió. Prada viajó junto con varios hermanos de la Orden hasta Liberia y en las primeras gestiones ya se obtuvo una respuesta de cooperación por parte del Gobierno regional de Madrid. Pero se necesita ayuda, también de entidades públicas y privadas, así como de la ciudadanía para afrontar las innegables necesidades médicas en Liberia. La Comunidad de Madrid establece ayudas solidarias y de cooperación con países en situación de emergencia o de colaboración para el desarrollo. Un ejemplo inmediato es el viaje institucional que hace unos días realizó el vicepresidente segundo y consejero de Justicia y Administraciones Públicas, Alfredo Prada, a Liberia. Prada llega a las siete de la mañana a la capital de este país devastado por catorce años de guerras tribales y continuos golpes de Estado. Casi al instante ya percibe una compleja geometría del caos. El calor y la humedad, propios de esta época de lluvias, empiezan ya a ser sofocantes y una multitud de personas (sobre todo, mujeres y niños, con rostros dolientes, miradas tristes e inquisidoras) se agolpan a las puertas de un edificio plano y austero, cuyas verdes paredes parecen querer otorgar, a quienes esperan, un aliento de esperanza. Es el Hospital Católico de San José, un centro sanitario creado y dirigido, desde 1963, por los miembros de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, que se ha convertido en el mejor hospital de todo África occidental pero que, más allá de ello, representa para muchos un remanso de paz en medio del caos y el símbolo de ese angosto camino que nos conduce a la vida alejándonos de la muerte. «Liberia es hoy -reflexiona Prada- un país con una profunda herida que intenta, a duras penas, recuperarse de las terribles secuelas de sus dos guerras civiles. Han sido catorce años continuados de crímenes y violencia que han dejado una sociedad rota en sus más elementales cimientos, un territorio donde la población malvive sin servicios tan básicos como el agua, la electricidad o la atención sanitaria». Y es ahí, precisamente, donde la Comunidad de Madrid prestará su ayuda. Una entrevista técnica del vicepresidente Prada con el ministro de Sanidad y otra al día siguiente con la presidente de Liberia, Ellen Jonson-Sirleaf, cerró un compromiso de apoyo al Hospital de San José , dirigido por los hermanos de la Orden de San Juan de Dios, por parte de la presidenta del país africano, mientras que la Comunidad de Madrid enviará médicos y enfermeras para que formen e impartan cursos formativos para sanitarios. Prada, aún con millones de imágenes turbadoras en la retina, señala que «hay generaciones enteras de niños soldados que han crecido al margen de cualquier sistema educativo y mujeres y niñas atacadas bajo un clima de absoluta impunidad. Violación, explotación sexual, tortura, malnutrición, sida¿ enfermedad y muerte conviven, de manera escalofriantemente habitual, en las calles de esta ciudad y hacen que palabras como sufrimiento y desolación adquieran para nosotros un nuevo significado. Es impactante ver cómo lucha la gente por la supervivencia en medio de un mundo casi agonizante». «Allí nada vale nada. Ni la propia vida ni, mucho menos, la ajena. Los valores que en occidente damos por sentados simplemente no existen y el terror ha pasado a formar parte de la vida cotidiana. Y las condiciones de insalubridad y hacinamiento continúan siendo un importante caldo de cultivo para la propagación de epidemias», describe este político del Gobierno de Madrid, mientras contextualiza esta miseria como los legados de la guerra, «un conflicto que los países desarrollados nunca debimos permitir y que nos deja una herencia ante la que, ahora, no cabe permanecer impasible», reflexiona Alfredo Prada. Convencido de que el trabajo por hacer es inmenso, destaca que, quizá, lo más urgente sea restaurar los servicios sanitarios más básicos y «recuperar la dignidad de una sociedad que -no sin razón- se sintió abandonada por el resto del mundo». Prada apunta a que sólo unos pocos se atrevieron a permanecer allí en los peores momentos. «Sólo cinco misioneros españoles mantuvieron abiertas las puertas del Hospital de San José e hicieron frente al horror y a la barbarie. La labor humanitaria de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios se convirtió entonces en una auténtica resistencia por la humanidad» y acaparó las portadas de los principales diarios y los primeros minutos de los más importantes informativos. Hoy, su trabajo sigue siendo tan indispensable como lo ha sido siempre, pero los focos de la atención internacional se han apagado y el Hospital atraviesa una situación de grave precariedad. «Por eso, necesitan nuestra ayuda. Y por eso, la Comunidad de Madrid ha querido estar allí, con ellos, para mostrarles nuestro máximo respaldo institucional y para tratar de dar un nuevo impulso a su labor, a su extraordinaria labor, a través de la ayuda humanitaria y utilizando todos los cauces políticos y diplomáticos que están a nuestro alcance». «De la mano del Hermano Provincial de la Orden, José María Bermejo de Frutos, y acompañado por el Gerente del Hospital San Juan de Dios de León, el Hermano Ramón Castejón García, he tenido la oportunidad y el privilegio de vivir en primera persona una experiencia única. He comprobado la abrumadora magnitud del trabajo que allí se realiza y frente al que las palabras se tornan estrechas. He visitado las áreas de pediatría. He conocido los programas especiales de atención a enfermos de SIDA y de tuberculosis, así como el recién creado departamento de medicina preventiva. Y me ha estremecido la difícil e importante labor que prestan los sanitarios en el dispensario de New Kru Town, un apéndice del Hospital San José empeñado en introducir un rayo de luz, de esperanza y de solidaridad en uno de los suburbios más oscuros, pobres y vulnerables de la ciudad de Monrovia». Para este miembro del Gobierno de la Comunidad de Madrid, la generosidad en el servicio a los demás alcanza en estos hombres y mujeres su máxima expresión y el valor de su mano tendida «resulta inconmensurable en un país en el que ya no queda nada a lo que aferrarse. Ellos son la Fe en un mundo sin valores, la cara más digna del ser humano frente a un mar de indignidades. Y la fortaleza de su ejemplo nos invita a pensar que quizá para ellos, para nosotros, para todos, quizá pueda existir un mundo mejor».

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