Diario de León

Nuevas tecnologías para capturar y almacenar CO2en la tierra

Los antiguos yacimientos submarinos ya agotados son muy adecuados para este fin, con el cual se podría reducir hasta el 90% de las emisiones de las centrales térmicas y contribuir durante décadas a evitar el calentamiento global

Publicado por
M. M. ALLER | texto
León

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Una de las alternativas que se contemplan para frenar el cambio climático es devolverlo al sitio de donde ha salido, la tierra. Es lo que se conoce como «captura y almacenaje» del carbono, una posibilidad que se ensaya desde hace años en Europa, Japón o China, pues las técnicas de retención de gases por absorción, adsorción o mediante membranas se encuentran muy adelantadas. Básicamente, el proceso consiste en retener el carbono que contienen los combustibles fósiles, bien antes o después de la combustión, y almacenarlo en formaciones geológicas permanentes como los yacimientos de petróleo y gas agotados bajo el mar. Las aguas que rodean al Reino Unido son relativamente poco profundas y resultan ideales para desarrollar esta nueva tecnología, por lo que podría convertirse en el primer país del mundo donde se construya una planta para demostrar esta técnica. Según el informe Stern, la captura y almacenamiento de carbono puede contribuir a reducir hasta un 20% las emisiones de dióxido de carbono en todo el mundo hasta el año 2050. Además, estabilizar la proporción de carbono en 550 partes por millón costaría un 60% más que poner en marcha esta tecnología. Bajo el mar La captura y almacenamiento de carbono tiene un gran potencial para ayudar a cubrir las necesidades energéticas británicas y reducir al mismo tiempo las emisiones de este gas. Los antiguos yacimientos submarinos ya agotados son muy adecuados para esta técnica, que podría reducir hasta un 90% las emisiones de dióxido de carbono de las centrales térmicas inglesas y contribuir durante 40 años a evitar el calentamiento global. El gobierno británico trabaja para llegar a un acuerdo para la protección del entorno marino del Atlántico noreste y para que la UE reconozca esta tecnología y su inclusión en el llamado Mecanismo de Desarrollo Limpio. En la preparación de la legislación para el almacenaje del CO 2 bajo el mar, colabora con Noruega, otro de los países que explotan el petróleo del Mar del Norte, y trata de construir infraestructuras conjuntas para este fin. La plataforma noruega de gas natural situada en el Mar del Norte lleva una década separando el dióxido de carbono y, una vez licuado, inyecta un millón de toneladas anuales a un kilómetro de profundidad. Otra de las tecnologías en la que se trabaja se basa en un proceso natural en el que intervienen rocas silíceas, como la serpentina, de la que se calcula que hay suficiente cantidad en el planeta como para almacenar todo el carbono producido si se quemaran las reservas de combustibles fósiles. Consiste en introducir en un reactor el dióxido de carbono y la serpentina y, mediante una reacción química, ligar ambos elementos permanentemente. La reacción se produce también en la naturaleza, aunque mucho más lentamente, a lo largo de millones de años. Cuando el nuevo proceso esté totalmente desarrollado, se calcula que durará sólo algunos minutos. El producto final es un mineral como la magnesita, que se utiliza como árido para construir carreteras o como material de construcción para fabricar ladrillos. El dióxido de carbono constituye casi el 40% de este material en peso y ocupa 1.500 veces menos que si se almacenara en forma de gas. Comparado con cualquier otro sistema de almacenaje del carbono, como el de las formaciones geológicas submarinas, una vez que el carbono se liga a la serpentina su captura ya es irreversible. Esto tiene una enorme importancia, pues hasta ahora el punto más controvertido de la técnica del enterramiento submarino ha sido el de su mantenimiento en el tiempo. Las centrales térmicas de carbón o gasóleo podrían aprovechar el nuevo proceso construyendo reactores anejos a sus sistemas de tratamiento de emisiones, donde se obtendría directamente el nuevo material. El proceso puede ser también atractivo para las compañías petrolíferas, las fábricas de productos químicos y otros grandes consumidores de energía, que tienen un papel fundamental para cumplir los objetivos a los que se comprometió la UE en la Cumbre de Bali de reducir en un 20% sus emisiones de dióxido de carbono para el año 2050, cifra que podría llegar hasta el 40% si la apoyan el resto de los países. Otras opciones que se barajan pasa por inyectar el CO 2 en sedimentos salinos o en las capas bajas del océano, pero se desconocen los efectos que podría tener en los ciclos bioquímicos, sobretodo en lo referente a la alteración de la acidez de sus aguas.

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