Diario de León

La reina enciende su llama

La Estatua de la Libertad, el monumento más famoso de EE.UU., abre al público tras una larga cuarentena impuesta por el 11-S

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Juan Pablo Nóbrega
León

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Estados Unidos celebra el 233 aniversario de su independencia con la mirada puesta en Nueva York donde la Estatua de la Libertad, su monumento más emblemático, reabre al público tras casi ocho años cerrada a cal y canto a raíz de los atentados del 11 de septiembre. Para dar más brío a la ocasión, la ceremonia de los fuegos artificiales del 4 de Julio se desplazó este año a orillas del río Hudson, a unos centenares de metros donde se encuentra el pequeño islote de Liberty Island que flanquea la entrada por mar a la metrópolis de Manhattan.

Desde que se produjo el cierre, la masa constante de visitantes que quiere conocer la estatua han podido desplazarse en barco hasta su emplazamiento y fotografiarse a la sombra del monumento en todas las posturas posibles. Pero para muchos el premio es incompleto si no logran acceder al interior y subir por una estrecha escalera de caracol el equivalente de 12 pisos hasta acceder a su hermosa corona. El sitio es un observatorio perfecto de la ciudad y de su bahía, dominada por la silueta de los rascacielos y los puentes de Brooklyn y Verrazano.

Horas después de la caída de las torres gemelas -”otra de las grandes vistas de la estatua-” el presidente Bush ordenó el cierre del monumento porque no cumplía con los requisitos de seguridad y era vulnerable a los incendios. Ahora el Departamento de Interior que dirige Ken Salazar considera que se han mejorado esos estándares con el refuerzo sobre todo de la vigilancia y un plan que restringe drásticamente el acceso de personas. Durante los dos próximos años, Lady Liberty solo aceptará la visita de 240 turistas al día a un ritmo de 30 a la hora, mientras no más de 10 personas podrán ocupar la corona a la vez. Con esos promedios no es de extrañar que la primera tanda de tickets que se pusieron a la venta el pasado 13 de junio se agotaran en un abrir y cerrar de ojos.

Las estimaciones actuales cifran en unas 50.000 las personas que podrán visitar la corona el primer año, cantidad que podría doblarse posteriormente. No acaba de establecerse un método para distribuir las entradas aunque las autoridades trabajan para que sea un proceso «justo y equitativo».

La decisión de reabrir la corona ha sido interpretada como una gran victoria de Anthony Weiner, un congresista demócrata de Queens que ha dado la batalla en Washington para que el Gobierno reabriera la única gran atracción de Nueva York que permanecía cerrada desde los ataques terroristas del 2001.

Los accesos a la base de la estatua fueron reabiertos al público en agosto del 2003 después de una inversión de 14 millones de euros para mejorar la seguridad y rutas de evacuación. Pese al esfuerzo por actualizar las instalaciones, responsables federales previenen de que las especiales características de la corona harían complicada una operación de rescate en caso de emergencia.

En una comparecencia en el Congreso en el 2007, el director del Servicio Nacional de Parques aseguró que su creador, el escultor francés Frédéric Bartholdi «nunca pretendió diseñar la Estatua de la Libertad como algo para entrar o ascender por su interior». La escalera de caracol que lleva a la corona se creó para los trabajos de mantenimiento que se tienen que llevar a cabo de forma periódica no para un «uso masivo» de las personas.

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