Diario de León

Reliquia de la vida fluvial

Los mercados flotantes recuerdan en Tailandia la profunda vinculación que existió entre sus habitantes y los ríos

Publicado por
Gaspar Ruiz-Canela
León

Creado:

Actualizado:

Los mercados flotantes de Tailandia, son el último vestigio del estrecho vínculo que antaño existió entre los tailandeses y sus ríos hasta que dejaron de ser la principal arteria comercial y de comunicación del país.

La mayoría de los mercados fluviales mantienen, en esencia, su carácter tradicional, pero los hay que se han convertido en una maraña de barcas que van a la caza del turista, presa a la que aliviar el peso de su cartera con un abanico o cualquier otro recuerdo.

A una hora de Bangkok por carretera, hay una gran variedad de estos bazares acuáticos como los de Bang Khun Tiang, Bang Noi, Damnoen Saduak, Ampawan o el de Yim Amnuay, situado muy cerca del centro de la capital y que, hasta el momento, ha escapado de su reconversión en señuelo para turistas.

«Llevo más de 30 años trabajando en mi barca, me gusta la vida en el río, es sana y no tan estresante y contaminada como en las grandes ciudades», explicó Sanit Satalang, un vendedor de plantas del mercado flotante de Bang Noi.

Este mercado situado en el río Mae Klong a su paso por la provincia de Samut Songkhram, tiene un aspecto ciertamente bohemio, con artistas que venden sus cuadros en los puestos montados a ambos lados de los canales, en los que prolifera la juventud que disfruta del típico té tailandés de color anaranjado.

Los pequeños albergues de madera son frecuentados por intelectuales y gente de a pie que busca el sosiego en el suave paisaje del río, sobre todo durante las primeras y últimas horas del día, cuando la atmósfera adquiere tonalidades ocres y azulados.

«Los jóvenes vienen aquí de vacaciones, pero la vida del río es ajena a la suya, ni siquiera saben remar bien y se asustan con la menor ola cuando manejan un bote a motor», lamentó Satalang, de 54 años.

El veterano barquero explicó que su hija es un ejemplo de esa nueva generación que rechaza la «vida dura» en el canal y prefiere pasar los días tras la ventanilla de un banco comercial en Bangkok.

Como ahora en los mercados flotantes sólo hay actividad durante los fines de semana, Salatang, al igual que muchos otros que han pasado la mayor parte de su vida recorriendo los canales, dedica el resto de los días a otros menesteres.

«Los fines de semana, paso cerca de diez horas diarias en el bote y puedo llegar a ganar 1.000 ó 2.000 bat (20 ó 40 euros) al día», afirmó con una expresión de satisfacción y orgullo.

Hasta finales del siglo XIX y principios del XX, Tailandia no contaba con muchos caminos ni con un ferrocarril que permitiera a su gente viajar por tierra firme, por lo que para desplazarse de un lugar a otro, era necesario emplear la barca.

La vida en las aldeas y en las antiguas capitales de Sukhothai o Ayuthaya, y en la actual, Bangkok, giraba en torno al río y los canales, más seguros que las tupidas selvas que abundaban por entonces en la mayor parte del país. Un gran parte de los comerciantes de los mercados flotantes son mujeres, que por lo regular se protegen del ardiente sol con grandes sombreros de cáñamo y visten llamativos vestidos de colores.

Los atractivos gastronómicos son los más demandados por los visitantes locales y extranjeros, desde frutas como mangos, papayas y guayaba.

Abundan también las sopas de pollo y pescado con especias, los rollo de pescado, sabrosas ensaladas de papaya con guindillas y tomate, además de los plátanos fritos.

Varios mercados, como el de Ampawan, cierran de noche, después de que los grupos de turistas hayan terminado sus raciones de marisco a la plancha, una escena que se repite a diario desde que en Tailandia resulta más cómodo y económico comprar en el supermercado.

tracking