Diario de León

Javier Tejada, jefe de Neurología: «Es absolutamente necesaria una consulta de demencias en León»

Javier Tejada, en el centro, con parte del equipo de Neurología del Caule.ÁNGELOPEZ

Ana Gaitero

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Javier Tejada García (Villamanín. León. 1962), neurólogo y jefe del Servicio de Neurología del Caule, repasa en esta entrevista los avances y las necesidades de un servicio que requiere, sobre todo, de más personal especialista para introducir mejoras asistenciales con consultas monográficas o específicas, como se ha hecho con patologías como el ictus, párkinson o esclerosis múltiple.

—¿Qué retos tiene el Servicio de Neurología del Caule tras la evolución de las últimas décadas con logros como la guardias y la Unidad de Ictus, código ictus..?

—El reto principal es conseguir una estructura humana, unos recursos humanos adecuados a las necesidades del área de salud, aunque no es algo que nos incumba exclusivamente a nosotros, sino que tiene que venir con disponibilidad de la administración autonómica. Tenemos un déficit de plantilla si lo comparamos con hospitales de las mismas características, los centros terciarios. Somos 12 neurólogos en total, y comparativamente con otros equipos de neurología de hospitales similares al nuestro, hay un defecto de plantilla. No podemos atender a la población con las exigencias que tiene la neurología actual.

¿En qué revertiría el aumento de personal a nivel asistencial? 

—Primero, en una mejor asistencia en las guardias porque seríamos un número adecuado para el número de guardia, la guardia de neurología es una guardia que atiende aparte de la patología más definida, que es el ictus, ya protocolizado, muchas más llamadas y mucha mayor asistencia sanitaria. Los pacientes son evaluados y quedan ingresados o dirigidos hacia las consultas externas o hacia las pruebas complementarias que son necesarias, evitando ingresos. Es una guardia muy resolutiva y adecuada a las exigencias actuales: ingresa lo que es estrictamente necesario porque aplica criterios muy razonables. En la parte asistencial disponemos de varias consultas monográficas —Párkinson avanzado, epilepsia, esclerosis múltiple, cefaleas, cerebrovascular— que podrían adquirir una dimensión un poco superior en lo que se llaman unidades con más recursos físicos y humanos. Es absolutamente necesario contar con una unidad o una consulta de demencias porque van a venir tratamientos específicos para demencia tipo alzhéimer. El modelo unidad o consulta monográfica permite atenderlos con criterios de mayor eficacia. También querríamos tener una unidad de patología neuromuscular para enfermedades de músculo y nervio, de una prevalencia menor pero que también son importantes en neurología Como ejemplo, la consulta de esclerosis múltiple, a mi modo de ver es la consulta más resolutiva, o por lo menos la que ves que estructuralmente está mejor organizada o atiende mejor a sus pacientes, y básicamente es porque dispone de un número mayor de compañeros dedicados a ello, a diferencia de la consulta de epilepsia o la consulta de párkinson.

—¿Qué tipo de nuevos tratamientos se van a aplicar al alzhéimer?

—Ya están con disponibilidad de uso clínico, medicaciones que bloquean la producción de la proteína beta-amiloide que es tóxica y cuyos depósitos se consideran relacionados con la enfermedad de Alzheimer. Son fármacos muy selectivos, que tienen que prescribirse a pacientes con criterios bien definidos de enfermedad, en fases iniciales, Eso conlleva que la metodología de evaluación de esos pacientes sea más amplia de la que se hace ahora, para que los pacientes estén bien seleccionados y se aplique la medicación a aquellos que cumplan los criterios estrictos. Eso exige un grado mayor de resolución en las consultas. Y un modelo organizativo más ajustado y lo ideal es tener una consulta. Nos pasó con las cefaleas, que cuando existió una medicación específica para el tratamiento preventivo de migrañas y eso dio pie a organizar la consulta de cefaleas. Hay que ir organizando según las necesidades. En Neurología se funciona así. Cuando salió el tratamiento fibrinolítico se organizaron las unidades de ictus para aplicarlo. En otras especialidades, como cardiología con procesos trombóticos, primero se crearon las unidades coronarias y luego vinieron los tratamientos.

—¿Dentro de la consulta de párkinson se ha creado una unidad de movimiento? 

—La denominación específica es párkinson avanzado. Atiende a pacientes con enfermedad de párkinson o con síndromes parkinsonianos en una fase evolutiva de la enfermedad más crónica, cuando aparecen problemas que exigen una atención más individualizada y personalizada. En otros hospitales eso es un poco más amplio. En este caso, son pacientes con párkinson y otros procesos que tienen trastornos motores específicos y son atendidos desde fases iniciales. Paralelamente, tenemos la consulta para pacientes con trastornos del movimiento subsidiarios de tratamiento con toxina botulínica. Son pacientes que periódicamente —cada cuatro o seis meses— tienen que recibir el tratamiento y su aplicación exige que haya un día o dos a la semana para atenderlo. Se hacen unas 700 consultas al año. Hay pacientes con indicaciones terapéuticas específicas, como la aplicación de terapias de segunda línea (con fármacos como Levodopa, que se puede administrar de subcutánea o vía intestinal) o ajuste de los fármacos con unas indicaciones diferentes. Y también indicaciones quirúrgicas para personas que puedan ser candidatos a tratamiento de segunda línea de tipo quirúrgico, como la estimulación cerebral profunda.

—¿Este procedimiento se realiza en León? 

—No. Ahora mismo hay dos recursos, uno que es la estimulación cerebral profunda para la que nuestros pacientes son remitidos al Hospital Central de Asturias. Este año se ha puesto en marcha en el Hospital Universitario de Salamanca la aplicación de ultrasonidos de alta frecuencia para pacientes predominantemente con diagnóstico de temblor esencial, que es un tipo de temblor.

—En cuanto al ictus, ¿ha bajado la media de edad de los pacientes?

—Epidemiológicamente se sigue manteniendo entre los 65-75 años. También es un proceso vinculado a la edad y al hacer una evaluación epidemiológica pues siempre sale el mismo rango de edad. Lo que pasa es que hay mayor diagnóstico. En otras épocas pacientes con ictus con menor déficit o lo que llamamos ataques isquémicos transitorios, no eran hospitalizados o se valoraban a nivel de consultas. Existía la sensación de menor número de pacientes porque no se diagnosticaban o no se detectaban. Ahora mismo pues insiste mucho en que el ictus sea con déficit leve o con déficit transitorio sea evaluado porque realmente es donde más se pueden aplicar los tratamientos. En el ictus la parte fundamental es la prevención secundaria. Si los pacientes son vistos con menos discapacidad pues es más posibilidad de hacer prevención secundaria.

—¿Cuántos pacientes ven al año? 

—La Unidad de Ictus atiende el área de salud de León, la del Bierzo y el norte de Zamora. Entre ictus isquémico e ictus hemorrágico tenemos unos 500-550 pacientes al año con ingreso. El número de pacientes puede ser un poco más alto —unos 700— porque algunos ingresan en Neurocirugía o Medicina Interna.

—¿El tratamiento para el ictus sigue siendo el mismo?

—En medicación endovenosa hay dos fármacos de uso intravenoso, dos fibrinolíticos, y luego están los recursos de tratamiento endovascular, de radiología intervencionista. Según los tiempos de actuación, la información que nos dan las pruebas que evalúan las arterias dentro del cerebro, se aplica un tratamiento u otro o los dos. Uno de forma inicial y otro a continuación.

—¿Se ha notado en una menor afectación y mortalidad de los pacientes?

—Observamos que pacientes que antes asistíamos en una situación clínica inicial sin ningún fármaco y solo podíamos hacer cuidados generales, cuidados de médicos y medidas preventivas. Ahora, con los tratamientos de reperfusión se intenta recanalizar la arteria que está obstruida y mejorar al paciente. Y eso, claro, tiene un efecto visible. Esto se completa también con la parte de rehabilitación, que importantísima. Después del tratamiento agudo y el preventivo, es la parte de recuperación funcional más importante. Y aquí también hay un modelo asistencial muy definido, cuyo efecto vemos en nuestros pacientes. Nuestros compañeros los rehabilitadores tienen organización para ello durante el ingreso. Después del ingreso, incluso actualmente, están desarrollando actividad de rehabilitación asistencial a domicilio para pacientes con un perfil determinado, que se ve que está dando buenos resultados.

—¿Hay un aumento de las enfermedades neurodegenerativas que también justifica que se potencie esta especialidad? 

—Las enfermedades degenerativas fundamentalmente están en el grupo de trastornos del movimiento, trastornos cognitivos y alteraciones de equilibrio. Hay procesos degenerativos muy vinculados a la edad, con lo cual hay un incremento. Otros procesos degenerativos, los que llamamos heredodegenerativos o determinados genéticamente. En esos se aprecia una reducción por el consejo genético.

—¿Cuántos residentes entran cada año al servicio? 

—Tenemos capacidad docente para dos residentes por año. Durante años era solo un residente por año, últimamente son dos. Se da la paradoja de que ahora mismo hay residentes de fuera de León que desearían quedarse aquí pero el modelo de fidelización de Sacyl (tres años de contrato) es que determinados residentes los compartimos con El Bierzo al 30% y lo rechazan. Es difícil de resolver porque además de los 100 kilómetros a Ponferrada, son dos hospitales con diferentes características y necesidades. El Hospital de León les gusta, les parece atractivo laboral y asistencialmente, pero compartirlo con otro hospital alejado desorganiza no solo tu actividad laboral sino tu actividad personal. El Bierzo, aunque es hospital comarcal, atiende un área de salud muy grande. Nuestra provincia tiene estas cosas que son de estudiar.

—¿Participan en proyectos de investigación?

—La actividad investigadora está dirigida a lo que llaman ensayos clínicos en colaboración con instituciones promotoras de ensayos clínicos, que son laboratorios. Otra parte que es de estudios dirigidos por sociedades científicas y luego la parte de actividad investigadora local. Nosotros participamos fundamentalmente en ictus, con el grupo de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología, y en esclerosis múltiple.

—También se consiguió una consulta para la esclerosis múltiple. ¿Cómo está ahora el tratamiento de esta enfermedad?

—La consulta se habilitó a demanda de los pacientes, bueno de la afluencia de pacientes que necesitaban también. La esclerosis múltiple desde los años 90 ha tenido un desarrollo intenso el punto de vista terapéutico con uso de nuevos fármacos, ensayos y ensayos clínicos. Ha sido un desarrollo que ha llevado a que la enfermedad tenga un control terapéutico muchísimo más alto que lo tenía antes. Mi experiencia personal de los pacientes de hace 30 años o los pacientes de ahora es que los pacientes antes eran enfermos crónicos con actividad de la enfermedad no controlable y ahora es mucho más controlable a corto y a largo plazo y con mayor número de recursos terapéuticos según las características de la enfermedad. Mi afirmación es que da gusto saludar en la calle a los pacientes con esclerosis múltiple aunque tengan la enfermedad. En la consulta de esclerosis múltiple hay tres compañeros y su modelo de trabajar los recursos que emplean es altamente eficaz.

—Fernando de Castro, investigador del Instituto Cajal, señala que en esclerosis múltiple se ha incidido mucho en la parte inmunológica y menos en la neurológica.

—Ahora, todos los ensayos incluyen variables relacionadas con la degeneración. Yo no soy experto en eso pero cualquier ensayo que aplique un fármaco conlleva evaluar la parte neurodegenerativa.

—¿Cómo se aborda la atención asistencial a pacientes con ELA?

—Desde el punto de vista médico coordinamos las consultas de Neurología con Nutrición, Neumología, Rehabilitación, Psicología, Logopedia y Terapia ocupacional. Hay un comité que se reúne mensualmente y que valora las situaciones y las complicaciones de cada paciente. Es una enfermedad tan desafortunada que a nivel terapéutico farmacológico no tenemos recursos para revertirla y se van tratando las complicaciones. Con Endicronología y Nutrición se intenta que pierdan la menos masa muscular posible con determinada alimentación y con Neumología los temas respiratorios. Además, hay una enfermera gestora de los casos de ELA que está en contacto más directo con los pacientes y los familiares, bien por teléfono bien por whatsapp para ir atendiendo dudas y situaciones que sobrevienen. Los cuidados sociosanitarios son una parte fundamental en el abordaje de esta enfermedad.

—La ELA se ha visibilizado mucho en estos últimos años. ¿Hay más pacientes?

—Las pruebas se hacen en neurofisiología y creo que estamos al mismo nivel que antes. Pero es verdad que es una enfermedad que se ha hecho más visible por las reivindicaciones de los pacientes, que en algunos casos son jóvenes y es una enfermedad muy incapacitantes. El tema de los cuidados es muy importante en esta enfermedad y están a la espera de que la ley que se ha aprobado tenga dotación presupuestaria.

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