Diario de León

los retos de una población envejecida | Una tasa de dependencia insostenible

En León hay ya casi 4.500 personas más cobrando prestaciones que las que cotizan

La población en edad de trabajar en la provincia se redujo en casi 23.000 personas desde el 2002

León

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«En oposición al temor generalizado de que el envejecimiento provocará la desestabilización del Estado del Bienestar, no puede olvidarse que el alargamiento de la vida es un logro de las sociedades desarrolladas y como tal debe plantearse». La reflexión de Laura Lorenzo, autora del informe Consencuencias del envejecimiento en la población: el futuro de las pensiones, pone un punto de sensatez en un debate que sin embargo es inevitable. No sólo eso, sino que es el inicio de una serie de reformas que deben acometerse inevitablemente ante el hecho evidente de que cada vez habrá más ancianos, y menos jóvenes para mantenerles. La propuesta de retrasar la edad de jubilación es sólo una de las medidas que deberán adoptarse para mantener el Estado del Bienestar. Un estado que debe permanecer fiel a sus principios y valores, pero no puede ignorar que tiene que ser también financieramente sostenible.

El actual sistema de pensiones se basa en un mecanismo de transferencia entre generaciones: los que hoy cotizan sostienen las pensiones de los que cobran. Y cada vez habrá menos trabajadores y más jubilados, que además cobrarán más y durante más tiempo. Prolongar la vida laboral supone aumentar el tiempo de cotización, y a la vez reducir el de percepción de prestaciones.

Todo ello en un entorno en el que la población en edad de trabajar ha descendido sensiblemente (casi 23.000 personas desde el 2002) y seguirá haciéndolo en el futuro; mientras los mayores de 65 años continúan aumentando.

En este tiempo es verdad que hay más trabajadores en activo, pero el paro se ha más que duplicado desde el 2002. De nuevo menos cotizantes, más perceptores.

El caso es que las previsiones plantean para la provincia que dentro de una década habrá 35.000 leoneses menos en edad de trabajar, pero los mayores de 65 años sólo se habrán reducido en 5.000. Y cobrarán pensiones mayores, y durante más tiempo. Peor será a partir del 2025, el año en que la generación del baby boom comience a jubilarse.

Pero retrasar la edad de jubilación no es suficiente para equilibrar esta peligrosa balanza. Según el informe Reflexiones para la reforma, de la Comisión para el estudio de los efectos del envejecimento en el futuro Estado del Bienestar, es neceario «romper la tendencia a una prolongación indefinida de la estancia en el sistema escolar. No tiene mucho sentido empeñarse en prolongar la edad de jubilación de los mayores para empeñarse en retrasar la edad de los jóvenes en ponerse a trabajar».

Un retraso que, según reflexiona Laura Lorenzo, hace que «una persona con 65 años tenga una trayectoria laboral muy corta, pero una esperanza de vida muy larga».

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