Diario de León
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La trayectoria de aquí a las elecciones generales está llena de peligros. Parece claro que la previsión de recuperación modesta puede quedarse en ultramodesta. Además, sobre la mesa del remodelado Ejecutivo socialista esperan ya algunas patatas calientes.

La más delicada es la reforma de las pensiones, que ya le ha costado al presidente francés, Nicolas Sarkozy, que su pueblo rememore las protestas del Mayo del 68. Zapatero garantiza que se hará por consenso; pero ya intentó una maniobra parecida con la nueva regulación del mercado de trabajo, que derivó en la rebelión de los sindicatos y la primera huelga general de su mandato. De Guindos cree, sin embargo, que «España no es Francia, aquí incluso ha fracasado la huelga general», y que Zapatero superará la prueba si la aborda de forma sensata. Pero incluso aunque todo eso lo resuelva Zapatero, apenas habrá avanzado unos cuantos pasos en el largo camino de salida del túnel.

La fotografía de España en esta crisis, tras algo más de una década de crecimiento acelerado, es la de un corredor de fondo exhausto, con síntomas de desnutrición y algunas afecciones serias en órganos vitales.

La explosión de la burbuja inmobiliaria ha dejado maltrecha la capacidad de endeudamiento del país, ha disparado la tasa de paro y extendido la desconfianza entre la población, que ha decidido refugiarse en el ahorro. Así las cosas, los expertos creen que Zapatero (y España) dependen ahora de lo que suceda en Europa. En especial, en Francia y Alemania, nuestros principales clientes.

Pero esos países atraviesan también sus problemas y van a aplicar duros recortes en el gasto público el próximo año.

Depender del sector exterior no es algo que ahora genere mucha confianza. Felipe González fue capaz de ganar unas elecciones en 1993 con una tasa de paro que rozaba el 24%, pero está catalogado como un golpe de suerte. «No se lo creía ni él», recuerda García Crespo.

Hoy, sin embargo, el deterioro de la imagen de Rodríguez Zapatero parece más vinculado a su errática singladura que a la crisis, que es un problema generalizado en medio mundo. Y eso pasa factura.

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