Diario de León

Rubalcaba, candidato por aclamación

El PSOE avala al vicepresidente del Gobierno para concurrir a unas primarias sin lista alternativa

Zapatero saluda a Alfredo Pérez Rubalcaba durante el Comité Federal del PSOE.

Zapatero saluda a Alfredo Pérez Rubalcaba durante el Comité Federal del PSOE.

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ALFONSO TORICES | MADRID
León

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Alfredo Pérez Rubalcaba y José Blanco tenían una -˜hoja de ruta-™ y han conseguido llevarla a cabo de manera arrolladora. El Comité Federal del PSOE dio ayer un cheque en blanco al vicepresidente primero del Gobierno para que tome las riendas del partido y trate de salvarlo del hundimiento en las elecciones generales del 2012. Aún no ha sido proclamado candidato, pero a todos los efectos, su nombramiento está hecho. Y será oficial el día 18.

Ni una sola voz se alzó ayer en contra del acuerdo alcanzado el viernes por los secretarios generales del partido y José Luis Rodríguez Zapatero en un intento de apagar el fuego originado por la necesidad de cumplir la cacareada promesa de convocar unas elecciones primarias; el empeño de la ministra de Defensa, Carme Chacón, en presentarse como alternativa; y el golpe de mano de los -˜barones-™, que amagaron con pedir un congreso extraordinario para cortarle el camino. Habrá, formalmente, primarias. Pero serán un puro trámite.

Rubalcaba será aspirante único porque ni siquiera aquellos que, a priori, habían mostrado su simpatía hacia Chacón se abstuvieron de alabarlo y de calificarlo como «el mejor». Tomás Gómez afirmó que cuenta con el apoyo de todos los socialistas madrileños. José María Barreda afirmó lo propio de los castellano-manchegos. Y el líder de los socialistas andaluces, José Antonio Griñán, incluso le pidió que vaya «cuanto antes» a Andalucía, que es la primera comunidad autónoma que celebrará autonómicas tras la hecatombe del 22 de mayo. Algunos, sin embargo, ejercieron el derecho al pataleo tras tragar disciplinadamente el sapo. Una cosa es que todos estén dispuestos a cerrar filas en torno a Rubalcaba, y otra que se sientan satisfechos con el modo en el que se le ha elegido para su designación.

Al propio José Luis Rodríguez Zapatero no le quedó más remedio que justificar su viraje y renuncia a la prometida neutralidad activa. Alegó en su última intervención, y en respuesta a las someras críticas escuchadas, que la situación actual no recomendaba otra cosa. Lo cierto es que no era eso lo que pensaba el domingo de la derrota electoral. Y tampoco el lunes, cuando presidió la reunión de la Ejecutiva. Las cosas se torcieron cuando el lendakari, Patxi López, reclamó el martes, en nombre de su ejecutiva, la celebración de un congreso extraordinario para no limitarse a discutir de personas y hablar del proyecto que necesita elaborar el PSOE. Esa apuesta, secundada por otros -˜barones-™, habría exigido la dimisión de Zapatero como secretario general y, según no pocos dirigentes, le habría obligado a adelantar elecciones.

Dirigido o no por Rubalcaba -”que ayer presumió de no haber hecho ni un gesto hasta ahora y de haber «respetado los tiempos y las formas»-” el movimiento fue clave para que prosperara el plan que tanto tiempo llevaban pensando él y el vicesecretario general del partido, José Blanco. Mucho tiempo. «Desde antes incluso de que José Luis Rodríguez Zapatero lo anunciara», como admitió en su discurso el ministro del Interior, que, implícitamente, hizo al presidente del Gobierno copartícipe de la jugada.

Para quienes han trabajado para que Rubalcaba se ponga al mando, no podía haber nada más reconfortante que el hecho de que el propio Zapatero admitiera que no hay nadie mejor. Y ante los -˜notables-™ del partido lo hizo no una, sino varias veces. «Es la persona que quieren nuestros compañeros y nuestros votantes -”dijo antes siquiera de que se hubiera dado por abierto el proceso de primarias-” ; tiene y es capaz de generar toda la confianza que el partido requiere; es respetado por nuestros adversarios y temido por algunos, los terroristas de ETA. Sé de lo que hablo», glosó.

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