Un corte interminable en Compostilla II

Los mineros bercianos se apartaron ayer de las carreteras y centraron su acción en la entrada a la central térmica Compostilla II, en Cubillos del Sil. Allí permanecieron desde las 9.00 horas de la mañana, impidiendo la salida de las cenizas y la entrada de camiones con carbón, sin que los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado hicieran algo para evitarlo. El modus operandi fue el clásico, quitaron las llaves a un camionero creando una barrera infranqueable. No hubo altercado de ningún tipo.

Una medida de protesta que no afectó a la plantilla —a la que permitieron entrar y salir con total normalidad— y que se extendió a lo largo de todo el día. De hecho, al cierre de la edición de este periódico, los huelguistas se mantenían en su sitio y avanzaron que su previsión era la de seguir a la entrada de la eléctrica durante toda la noche y extender la protesta al día de hoy. Siempre, sin renunciar a otro tipo de actuaciones. Para ello hicieron turnos de más de 30 trabajadores.

«Si quieren meter algún carbón de importación lo vamos a impedir», aseguró el presidente del comité de Intercentros de Uminsa, Guillermo Sánchez, horas después de convocar una asamblea a la que asistieron más de un centenar de trabajadores en las instalaciones aledañas al pozo de Santa Cruz del Sil.

Lo cierto es que los mineros tienen ganas de guerra y a muchos sólo la disciplina de grupo les mantiene en sus cabales. La desesperación se palpa en la cercanía con ellos y aumenta a niveles explosivos cada vez que el ministro de Industria sentencia al sector con alguna declaración. No cesarán los cortes pese a la Marcha Negra.