Diario de León

león lucha por la minería La esperanza del carbón camina

Luchan por el pan en Campos

. La columna negra discurre verde fosforito por la A-6 en soledad, con el apoyo sonoro de los cláxones . . La gente de la Tierra de Campos zamorana se muestra comprensiva con la causa del carbón español.

La columna del carbón serpentea verde por la autovía A-6 a la salida de Benavente por imperativo legal.

La columna del carbón serpentea verde por la autovía A-6 a la salida de Benavente por imperativo legal.

Publicado por
Ana gaitero alonso
León

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De bien nacidos es ser agradecidos. Los trabajadores de Interpanel dieron ayer la salida la III Marcha Negra con un caluroso aplauso por la solidaridad del sector minero asturleonés y palentino en su lucha en la fábrica de palés de madera de Santa Cristina de la Polvorosa.

La marcha carbonera, custodiada por agentes de la Guardia Civil de Tráfico, se convirtió en una columna verde fosforito, y esta vez no había maestras, por imperativo legal del uso del chaleco para poder caminar sobre la autovía A-6, por la que discurren gran parte de los 27 kilómetros que distan entre las localidades zamoranas de Benavente y Villalpando. «Debe haber unas dos rectas y una curva», comentan al salir.

Los mineros cruzan el Esla a las 7.40 horas y se asombran de la anchura de su cauce en La Polvorosa. «A partir de ahora pocos ríos vamos a ver y menos arboledas. Todo seco y tierra. Parece que no nos movemos», reflexiona Tomás López , nacido en la aldea ancaresa de Penoselo, donde en invierno sólo vive una mujer mayor. «Mi padre se fue a Ponferrada porque no quería que sus hijos acabaran en la mina. Las cosas de la vida», añade. Claro que caminar es «más tranquilo que los cortes», masculla.

Ya hizo la marcha del 2010 igual que su pareja de fila, Plácido Álvarez , de Matarrosa del Sil. «Luego me fui a la calle y ahora estoy con Viloria, en Alto Bierzo y a ver si me quedo...», comenta. Camina con la bandera del Bierzo sujeta al palo de una escoba que les dieron en Benavente.

Entre ellos hablan de Fabero, «un pueblo que era todo minero y ahora solo tiene el cielo abierto de Jarrinas, la Gran Corta». «¡Señal, señal!», advierte cada cuatro pasos Rubén Fernández García , de Pobladura de las Regueras. Está en la ejecutiva provincial de CC.OO en León y hoy le toca cuidar el rebaño caminero en la autovía.

No van de vacaciones

Los mineros llevan la esperanza reluciente sobre sus fundas azules. Levantan las cachas cada vez que los cláxones suenan a grito solidario en la solitaria autopista. Los coches y camiones que pasan embalados al lado de la columna negra teñida de verde. Muchos van de vacaciones. Los mineros van a Madrid. «Los mineros ahorramos para las huelgas, no para las vacaciones», dice Secundino Rodríguez . Ni de vacaciones, ni de fiesta. «En mi pueblo de fiesta de San Pedro y yo aquí caminando», dice José , de Berlanga del Bierzo.

No van de vacaciones, los de Laciana encabezan hoy la marcha negra y tiran que se matan. Miguel , el ángel de la guarda asturiano, pasa revista a la columna minera. «La piscina y la etapa corta de Benavente les han mejorado mucho. Ahora hay más tendinitis de tibiales, del juego del pie. Son buena gente, acostumbrados a sufrir y eso se nota», concluye.

Hablarán por hablar pero en Tierra de Campos comprenden la causa del carbón nacional. «Veo muy bien que les ayuden. Hay que mantenerlo por la gente. En cosas peores han gastado y mucho peor es lo que roban», sentencia un vecino de Cerecinos de Campos. «Luchan por el pan», afirma Teodosio Casiero , de 83 años. En el granero de España el pan ya está segado. Van a Madrid. «Teníamos que ir todos en procesión a Madrid», aconseja un hombre ya mayor que lleva un lazo negro brillante como carbón recién picado. Es de Vega de Villalobos, aclara. Viene a Villalpando, cabeza de partido, a ver la procesión negra, sorprendentemente verde, de los mineros del norte. Acompaña a su vecino asturiano, Vicente López , de Pola de Lena, que seca la humedad y los dolores de 30 años de mina al sol de Tierra de Campos.

«Lo estoy pasando muy mal con esto», asegura pesaroso el viejo. Está emocionado porque le han reconocido unos mineros de Pola de Lena. Hoy sacó del baúl su casco de minero y se puso el lazo negro de raso prendido con un alfiler rojo. «Yo sé lo que es la mina», dice levantando la pierna y mostrando una enorme cicatriz en la tibia. Heridas del pozo de Aller. «¿Cómo voy yo a ir a Madrid así?», se pregunta. «Nos hacen pagar por los medicamentos, nos quitan los juzgados de Benavente y Toro y hasta nos han dejado sin la asistencia de memoria», lamenta el vecino de Vega de Villalobos. No querrán que recuerde, dice alguien a su lado.

Las mujeres de los mineros llevan la cuenta de los días en huelga por nóminas. «Llevamos 40 días sin cobrar y la gente se cree que van al paro y les pagan. Van a la nada», aclara al pie del tramo que queda de la antigua N-VI Marta Álvarez . Viene desde Bembibre con sus dos hijos, Adrián y Kimy , para dar una sorpresa al padre, Pedro Leite que camina con la bandera del Bierzo. Las familias y amistades esperan a la entrada de Villalpando. Los mineros todavía cruzan las calles de Cerecinos de Campos. Es sábado y la fábrica de harinas está cerrada. Es tierra de pan. Los mineros desfilan con su verde esperanza frente al silo del trigo, monumento emblemático de las tierras cerealistas de Tierra de Campos y Castilla.

Hasta Cerecinos de Campos llegó una furgoneta con barras energéticas y palés de agua para los mineros. La Plataforma Unitaria de Mineros ha creado en Toreno una despensa para familias mineras con donaciones. Un joven de Matarrosa del Sil, Eduardo Campelo, se acercó con el avituallamiento.

«Los tiempos de la lucha obrera se acaban», sigue el minero de Penoselo con sus reflexiones. De vez en cuando toca el trompetín para animar la marcha. «Somos los últimos de Filipinas», añade Venancio Ramón Paja , de Fabero. «Ya dudo que nos retiremos», asegura.

«A ver si tenéis suerte», dice el agente de Tráfico desde la moto. «A éstos también les dan bien. No les pagan las horas y el otro día no se presentaron a las siete porque habían hecho una de más», dicen los bercianos. «Alguno va a ir a Madrid a cobrar dietas a cuenta vuestra», se ríe el guardia. «Pues no sé si a vosotros no os cambiarán la BMW por una motocicleta», dispara otro marchista. Donde las dan, las toman. Como en Ciñera.

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