Diario de León

León, cuna de exorcistas

Las diócesis de León y Astorga reconocen que ni tienen ni necesitan sacerdotes expertos autorizados para expulsar al demonio de personas poseídas,. pero dos de los exorcistas más reconocidos . proceden de la provincia leonesa.

Juan José Gallego Salvador, de Castrillo de los Polvazares, único exorcista de Cataluña, oficia en la Archidiócesis de Barcelona.

Juan José Gallego Salvador, de Castrillo de los Polvazares, único exorcista de Cataluña, oficia en la Archidiócesis de Barcelona.

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carlos j. domínguez | león
León

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Las estadísticas de la iglesia católica dicen que vivimos un tiempo de tentaciones, de miedos y pecados. Que el diablo campa a sus anchas más que nunca y que anida cada día en un mayor número de personas. Literalmente también. Porque el mal, con mayúsculas, el mismo demonio, está causando un inusitado aumento de posesiones, casos en los que atormenta a los seres humanos. Y es por eso que el escaso ‘oficio’ de exorcista requiere mucha más mano de obra.

Hace pocos días llamó la atención incluso más allá de España la noticia de que el Arzobispado de Madrid, con el cardenal Rouco Varela al frente, ha iniciado el proceso de formación y selección de sacerdotes especializados en exorcismos, cumplido ya un año de vacante en esta labor y acumulándose por ello los casos de posesiones demoníacas.

Los recientes cálculos aireados al hilo de esta noticia hablan de que sólo un 26% de las 69 diócesis españolas disponen de un sacerdote que ejerza este rito, consistente en invocar a Dios para conseguir que Lucifer abandone su maligna presión sobre una persona, animal o lugar. Otras fuentes cifran el número de exorcistas en activo en tan sólo cinco en todo el país. De ser cierto este dato, la provincia de León se llevaría la palma con creces. Porque nada menos que dos ‘profesionales’ de luchar contra el maligno tienen sus raíces en tierras leonesas. O sea, que León exporta exorcistas. Y de los mejor valorados.

Es curioso, porque las diócesis de León y de Astorga (que abarca El Bierzo también) reconocen que en ninguna de ellas ejerce en la actualidad ni ha ejercido nunca un religioso habilitado eclesiásticamente para luchar contra Belzebú y sus muchos acólitos.

El vicario episcopal de Relaciones con Públicas del Obispado de León, Antonio Trobajo, admite que «la verdad es que no hay nadie porque nunca se ha presentado una petición, dado que de ser así estaríamos obligados a atenderla». Trobajo cree que esta ausencia de casos de posible posesión pudiera estar relacionada «con la escasa población y nuestra geografía», en comparación con otras provincias.

Parecidos argumentos destacan desde el Obispado de Astorga para certificar que tampoco en su caso existe la figura del exorcista para este tipo de casos y, que se recuerde o se admita, nunca se ha requerido los servicios de ninguno.

Al contrario de lo que ocurre en Madrid, donde un profesional contra las posesiones es perentoria, ni en la prelatura de León ni en la de Astorga consideran llegado el momento de buscar o solicitar un sacerdote autorizado para realizar tan ritos que causan tanto morbo social.

La obligatoria discreción que impone el ritual eclesiástico impide saber si, efectivamente, jamás un leonés residente en cualquiera de las dos áreas diocesanas ha sentido que el diablo se apoderaba de él. Pero lo que nadie duda es que León es tierra de cruzados contra el mal.

A Juan José Gallego Salvadores, padre dominico, le delatan sus apellidos: nació en Castrillo de los Polvazares (municipio de Astorga) hace 73 años. Y también le delata ser el único exorcista de toda Cataluña, nombrado por la Archidiócesis de Barcelona. Como tal, fue instaurado en 2007 y ha sido ratificado por otros tres años en esta sacrificada labor hace escasamente dos meses.

Vive acompañado de sus armas contra Lucifer: un crucifijo, agua bendita y el libro Ritual de exorcismos, de tapas rojas. Muy raro es el día que no practica algún exorcismo y nada raro el día que se elevan a cuatro o más, mayoritariamente mujeres. Siempre en su parroquia. En el despacho si no hay visos de violencia y en la capilla si se atisban convulsiones, intentos de agresión o cosas peores, que de todo dice haber visto.

El padre Juan José no se cansa de advertir de que acciones o creencias aparentemente inocuas, como una simple ouija, el tarot o ciertas prácticas como el Reiki (sanación por imposición de manos), son el resquicio para la posesión; pero que esta no siempre es tal, y que la esquizofrenia, por ejemplo, comparte muchas características con la acción demoníaca…

Hasta que la persona averigua algún recóndito detalle personal del sacerdote o habla fluidamente lenguas muertas o desarrolla una fuerza inexplicable, entre contorsiones imposibles. Son las señales de que es el momento de emplearse a fondo.

Ya tendrá tiempo de reponer cuerpo y mente en su remanso de descanso veraniego en Castrillo de los Polvazares, donde aparte de algún oficio religioso y pocos más compromisos, se dedica a olvidarse de la tensión de su tajo.

En semejante remanso vive, como capellán del Monasterio de Belbis, Fray José María García Trapiello. Sí, García Trapiello, hermano de una amplia ralea de literatos y artistas leoneses.

Y no le va a la zaga, que lleva ya varias publicaciones: un manual muy celebrado llamado Manual del exorcista o la última sobre vocablos leoneses al borde de la absoluta desaparición, que él se empeñó en resucitar.

No deja de ser un poco así la labor que ejerce Fray José María como exorcista de la archidiócesis de Santiago de Compostela. Resucitar espíritus a la normalidad de sus vidas, separarlas de los daños del maligno a base de un ritual de bendiciones, confortarles.

Así él lo define y resume. En su labor afirma haber visto cosas que, si bien no se parecen a las que todos retenemos de las películas más famosas, no por eso son menos crueles. Pero le obliga una discreción a ultranza. Nació en el leonés barrio de San Esteban, en 1950. Y se crió a la vera del río Torío, junto al santuario de la Virgen de Manzaneda.

Sus estudios fueron pasando por La Normal, el Cid, los dominicos de La Virgen del Camino, el Instituto Padre Isla, regresó después de Caleruega (Burgos), Las Caldas de Besalla (Cantabria), Valladolid, Salamanca y la Universidad Laboral de Córdoba para ser cura rural de Cármenes, en el Torío de su infancia, y de aquí a las misiones en Guatemala antes de su regreso, ya para siempre en tierras gallegas.

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