Diario de León

Rubalcaba: remontar o irse para casa

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Ramón Gorriarán | madrid
León

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Los socialistas se desperezan de las vacaciones con una gran encrucijada por delante: o remontan o Alfredo Pérez Rubalcaba tira la toalla y cede a las razones de los críticos para acelerar el relevo.

El PSOE está sumido en una de las quizá peores crisis de su historia reciente y asiste impotente a la caída en picado del PP sin poder rentabilizar ese retroceso. Las diferencias internas que arrastran desde la derrota de 2011 se agudizan y solo el caso Bárcenas actúa como bálsamo de Fierabrás para sus males y sirve de argamasa para una cohesión interna cogida con alfileres. Pero el remedio será insuficiente si no logran revertir la situación y convertirse en alternativa de gobierno al PP.

Los negocios y la contabilidad B del extesorero popular permiten concentrar la artillería opositora en el partido gubernamental, un escenario ideal, en teoría, para desbancar a los de Mariano Rajoy. La realidad, sin embargo, muestra otra cosa.

El último sondeo del CIS, el de julio, atribuye al PP un 32,5% de intención de voto, un bajón de 12 puntos respecto a las elecciones de hace dos años, y al PSOE, 27,2%, punto y medio menos. Una brecha considerable con el dato inquietante para ambas fuerzas del firme ascenso de IU y UPyD. Las encuestas para elecciones europeas también otorgan la victoria a los populares aunque con un serio retroceso. Rajoy tiene una imagen desastrosa entre los ciudadanos, pero la de Rubalcaba no es mucho mejor.

Sólo en Andalucía, y si se adelantan las elecciones, sale el sol para el PSOE y pintan bastos para el PP.

Hace un año el argumento de que aún estaba fresca la mala gestión de José Luis Rodríguez Zapatero consolaba a los socialistas, que se aferraban a la idea de que a medida que pasara el tiempo mejorarían sus expectativas.

Hoy, no. El accidentado mandato de Rajoy está en puertas de su ecuador, y el PSOE sigue igual o peor.

La ebullición interna, pese a los esfuerzos de la dirección del partido por tapar las vías de agua, sube de temperatura. La marcha de Carme Chacón y su demoledora crítica al líder y a su equipo por la, a su juicio, falta de renovación orgánica e ideológica han encendido rescoldos enfriados por el caso Bárcenas. Suenan tambores de guerra fraterna. Rubalcaba fía todo al éxito de la conferencia política de noviembre, a que el extesorero embarre aún más la cancha política y a que la escalada soberanista en Cataluña, en la que los socialistas hacen un ejercicio de funambulismo de difícil comprensión, no pase una excesiva factura.

Que mande sólo uno

En ese escenario podría llevar a buen puerto su estrategia de refundación socialista y celebrar las primarias lo más cerca posible de las elecciones generales de 2015, en las que, siempre que no se presente y gane, deberá entregar la vara de mando.

Los críticos, que no son cuatro gatos, rechazan ese calendario y exigen unas elecciones primarias para antes de las elecciones europeas que abrirían una etapa de bicefalia, de pésimo recuerdo para el PSOE, y que es muy probable que abocaran al partido a un congreso extraordinario para unificar la figura del candidato y el líder del partido.

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