En Irak

«De la Guerra de Irak (2003) puedo decir que salimos vivos Almudena Ariza, Miguel Ángel Cano y yo por algo que a estas alturas podría considerarse un presentimiento. Estábamos en la zona del Kurdistán con un grupo de peshmergas (combatientes kurdos armados) cuando un oficial nos dice que le acompañemos al amanecer a un lugar en el que van a hacer una ofensiva al ejército iraquí. Para ello teníamos que hacer 150 kilómetros muy complicados. Controles, carreteras cortadas, zonas minadas sin señalizar… La cosa no pintaba nada bien, así que le dije al equipo que saldríamos un poco más tarde, cuando fuese de día.

Sobre las 8 de la mañana estábamos llegando al punto que nos había indicado y vimos cómo salían vehículos a toda velocidad hacia Erbil. Conforme nos acercábamos presenciamos la carnicería, cuerpos calcinados, coches ardiendo. Miguel Ángel Cano ayudó a recoger restos humanos, mientras Almudena y yo nos pusimos a grabar los restos de una masacre. No eran los restos de una batalla; fue un fuego amigo que, al ser de noche, confundió el convoy con iraquíes y les bombardearon sin piedad. Los distintivos de las pickup de los soldados peshmergas no sirvieron de nada. Más de 80 muertos entre soldados y periodistas. Entre ellos vi una cámara en el suelo de la BBC con la óptica llena de sangre. Al terminar nuestro trabajo y con el bajón los tres nos abrazamos y celebramos que estábamos vivos. Brindamos con una Pepsi-Cola. No había otra cosa».