Diario de León

Nicolás Maduro acentúa la crisis entre Venezuela y España

La crisis llega en un momento en el que España ha perdido influencia en la región.

El mandatario venezolano, Nicolás Maduro.

El mandatario venezolano, Nicolás Maduro.

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ander azpiroz | madrid
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La decisión del Gobierno de llamar a consultas al embajador español en Venezuela, Antonio Pérez Hernández, llegó el pasado miércoles después de más dos años de cruces de declaraciones entre Madrid y Caracas, que, en el que caso de las autoridades del país latinoamericano, han alcanzado el nivel de las descalificaciones.

Desde que José Manuel García-Margallo se hizo con las riendas de la política exterior, el Ejecutivo ha intentado mantener una política de acercamiento a antiguos enemigos del ‘aznarismo’ como Cuba, Irán o Marruecos. Con estos países Margallo, un economista elevado por Mariano Rajoy a la categoría de jefe de la diplomacia, ha conseguido mantener si no una estrecha relación, como en el caso del vecino norteafricano, sí al menos una de respeto mutuo como en el de los dos primeros. El más mínimo entendimiento con la Venezuela bolivariana ha sido en cambio imposible.

La estrategia inicial del Ejecutivo español fue la de responder con mesura, si no ignorar, los cada vez más insistentes ataques de Maduro, un líder que se ha enfrentado a una fuerte contestación interna desde el minuto uno de su mandato y que ha convertido en costumbre el culpar de todos sus males al Gobierno del PP, a quien acusa de dirigir una conspiración internacional junto a Estados Unidos y Colombia para derrocarlo. Así, en los dos últimos años desde Venezuela se ha tachado a Rajoy de «franquista», «racista» o «golpista»; a Aznar de ser un «heredero del fascismo de Franco» además de un «sangriento asesino» de iraquíes; y a Felipe González se le ha atribuido la dirección de grupos paramilitares para eliminar a sus adversarios políticos, en referencia a la lucha sucia contra ETA. La paciencia de España, y con ella su mesura, se agotó el miércoles con la llamada a consultas del embajador. Esta drástica medida supone la retirada indefinida del máximo representante diplomático en un país con el que existe un conflicto, algo que, por otra parte, ya ha ordenado Maduro respecto a España hasta en tres ocasiones desde abril de 2013.

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