Diario de León

Fernando Rey Martínez. consejero de educación

El librepensador que asesoraba en Presidencia

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M. ROMERO | LEÓN
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Fue el primero de la clase hasta que acabó la universidad; también el hombre cuya obstinación consiguió que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos reconociese a una viuda gitana la pensión pese a estar casada por el rito romaní; y a quien el Tribunal Constitucional le otorgó en 2007 el premio Tomás y Valiente por su audaz trabajo sobre la eutanasia, en el que concluía que no es un derecho fundamental del paciente. Fernando Rey Martínez —el segundo apellido es herencia de su Hospital de Órbigo natal— será nombrado hoy consejero de Educación del quinto gobierno de Juan Vicente Herrera. Sus primeras palabras tras hacerse pública la designación hablan de un horizonte de cuatro años marcado por la fusión entre la educación y la empresa para que sea «la legislatura del empleo», la equidad educativa para todas las personas y una aplicación razonable de la Lomce, que promete consensuar con toda la comunidad educativa.

Rey Martínez nació hace 52 años en la ribera del Órbigo, de donde procede su rama materna —es tío del humorista Dani Martínez—. Minerva se llama su madre, de 94 años de edad, a la que cuida. Está casado y tiene tres hijos en edad universitaria, más o menos la misma a la que él emprendió su vida adulta en Valladolid, donde ha desarrollado una hiperativa carrera profesional. Apenas queda memoria del chaval que conocieron los hermanos Maristas Champagnat de León, donde estuvo interno, y que acabó doctorándose en Derecho en la Universidad de Valladolid en 1986, con premio extraordinario. Dos años después, la Caja de Ahorros de Salamanca le distinguió con el mejor expediente de los premios extraordinarios de cada facultad. Tenía 25 años de edad. Su tesis doctoral también fue premiada en 1995 y finalmente se asentó como especialista en Bioética en la Universidad de Valladolid a partir de 2003. Desde entonces, la lluvia de años ha ido acompañada de una cascada de reconocimientos a un trabajo casi siempre visionario y comprometido. En su biografía hay muchos ejemplos de ello. Es el caso de su artículo jurídico sobre la presencia del crucifijo en las escuelas públicas, en el que concluye que el ordenamiento jurídico español aconfesional «corre el riesgo de convertirse en fallido si los operadores jurídicos conceden un peso excesivo a los argumentos que conspiran a favor de la presencia de los símbolos religiosos en los espacios públicos» (Revista Jurídica de Castilla y León, número 27).

Actual consejero del Consejo Consultivo de Castilla y León, ha sido director técnico del II Plan Nacional de Derechos Humanos y presidente del Consejo para la Promoción de la Igualdad de Trato y la No Discriminación por el Origen Racial o Étnico. Es patrono de la Fundación Secretariado Gitano y especialista en Derechos Humanos y Derecho Antidiscriminatorio. En este ámbito, ha colaborado con la Fundación Internacional y para Iberoamérica de Administración y Políticas Públicas en diversos programas de cooperación política. No pasa desapercibida su etapa como asesor de diversas leyes estatales y autonómicas en materia de derechos fundamentales ni su colaboración en la reforma del actual Estatuto de Autonomía de Castilla y León. Hace tres años escribía para Diario de Ley en un artíuculo titulado ¿Reformar el Senado en serio?: «Dado el modelo territorial y el mapa de fuerzas políticas, convertir al Senado en una auténtica cámara territorial es políticamente imposible». Y en una entrevista publicada por Diario de León en junio de 2013 se mostraba partidario de reducir las autonomías de 17 a 12 y de estimular nuevas uniones: «Quizás sea el tiempo de pensar en una comunidad de León, Asturias, Salamanca y Zamora y otra de Castilla, La Rioja y Cantabria».

Quienes le han tratado de cerca en esta última etapa le definen, sobre todo, como un tipo «con sentido del humor» y «brillante» en lo cotidiano. Le une una profunda amistad al consejero José Antonio De Santiago-Juárez, con quien ha colaborado en el área de Presidencia en varias ocasiones. También ha sido uno de los hombres fuertes del consejo que preside Mario Amilivia. Y a partir de ahora será uno de los nueve consejeros de Herrera.

No tiene unos años fáciles. Pero ayer se marcaba como meta la hercúlea tarea de inculcar el espíritu emprendedor entre los escolares. «Es fundamental que la calidad del sistema educativo en la Comunidad tenga su reflejo en la transferencia del conocimiento y la creación de patentes», afirmó, para luego defender «la congelación de tasas universitarias después del esfuerzo de las familias, que ha permitido que la calidad del sistema de educación superior no se resintiera». Llega un librepensador.

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