Diario de León

TRIBUNALES

Urdangarín alega ignorancia supina de las cuentas de Nóos

La estrategia busca sortear los delitos más graves y admite que tenía empleados ficticios

Iñaki Urdangarín durante su declaración como acusado en el juicio del caso Nóos

Iñaki Urdangarín durante su declaración como acusado en el juicio del caso Nóos

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m. sáiz-pardo | palma

Era el presidente del Instituto Nóos y el administrador único de Aizoon, pero no se enteraba de las cuentas. Es más, sus subalternos no le informaban sobre los gastos, las facturas, los ingresos, y él tampoco los pedía. Iñaki Urdangarín se mostró como un ignorante que desconocía la gestión económica de sus empresas y sólo se dedicaba a cuestiones deportivas y sociales. Las dos primeras horas ante el micrófono fueron un intento claro de tratar de desmarcarse de los delitos más graves por los que la Fiscalía pide que pase 19 años y medio en la cárcel.

Su estrategoa estuvo clara desde los primeros minutos de interrogatorio. Su pacto con Diego Torres para no arrojarse mutuamente a los leones salió a relucir enseguida. Nada de culpar de todo a su ex socio como hizo en la fase de instrucción. Toda la culpa, como ha hecho Torres durante los últimos días, es de los subalternos arrepentidos, Marco Antonio Tejeiro, contable de Nóos, y Miguel Tejeiro, asesor fiscal del grupo empresarial. Urdangarín, incluso, se presentó como víctima de esos colaboradores que, según dijo, habían traicionado su confianza para que él mismo y Torres se embolsaran más de seis millones de euros de contratos públicos a dedo.

Ante la imposibilidad de culpar a Torres, al que ni siquiera situó al frente de Nóos como hizo en sus declaraciones anteriores, se refugió en las evasivas cada vez que el fiscal Pedro Horrach le preguntaba por facturas cruzadas o hinchadas para desviar dinero a las empresas de ambos. «Estoy suponiendo, no era el encargado de emitir las facturas en Nóos. No me encargaba yo de esto en el Instituto Nóos. Lo desconozco. Nunca fui administrador de Nóos Consultoría Estratégica…». Todo fueron balones para impedir que el interrogatorio transcurriera por cauces peligrosos.

Tampoco respondió cuando se le inquirió sobre dos de los proyectos personales suyos dentro de Nóos, los fallidos Juegos Europeos en Valencia (por los que el instituto recibió 384.000 euros) y la oficina de seguimiento del equipo ciclista Illes Balears (que supuso un desembolso para el Gobierno balear de 300.000 euros). Tenso y con un hilo de voz casi inaudible, Urdangarín siguió en su línea: «Yo nunca negocié un presupuesto. No me reportaban».

La tensión fue en aumento con la adjudicación de la oficina del equipo ciclista a Noos, que Anticorrupción siempre ha pensado que fue una comisión personal que el Gobierno de Jaume Matas pagó a Urdangarín por conseguir que el Banesto llevara el nombres de las islas. «En ningún momento se trataba de un peaje o una comisión. Nunca he sido un comisionista», pareció enfadarse el acusado en la única vez que abandonó su tono relajado.

Los continuos regates de Urdangarín a las preguntas sobre Nóos enfadaron al fiscal, pero el cuñado de Felipe VI siguió a la suyo. «¿Pero usted era el presidente del Instituto Nóos?», inquirió Horrach. «Mi trayectoria es el deporte y la relación con las personas», respondió Urdangarín en el enésimo intento de desvincularse de las cuentas del instituto.

Fue un frontón ante las reiteradas preguntas para que admitiera que algo tenía que ver con los números. «Estaba en la supervisión de los aspectos deportivos… dirigir dirigir… no…. No recuerdo, lo desconozco, supongo…..No me acuerdo, han pasado muchos años, No sé… Mire cómo vengo; yo me vine de Nóos sin ningún documento», alegó para defender que ni siquiera vio jamás el acuerdo sobre el equipo ciclista.

Ni palabra del instituto, pero es que tampoco nada sobre los números de Aizoon, su sociedad personal con la infanta en la que acabaron centenares de miles euros de las administraciones. Ni siquiera reconoció su firma en alguno de los documentos que más le implicaban. Ahí señaló directamente al arrepentido Marco Tejeiro, que llevaba los «temas de facturación» de la empresa familiar.

La única confesión que hizo Urdangarín durante su primera intervención en el juicio fue admitir, con la boca pequeña, eso sí, que la empresa que comparte al 50% con la infanta, Aizoon, tuvo empleados ficticios. Pero fue una confesión a medias porque, de nuevo, acusó de la irregularidad a terceros. Es más, dio a entender que se los colaron sin que él se enterara.

El ex presidente de Nóos admitió esas irregularidades que eran casi imposibles de negar ante la evidencia de que en la plantilla de esa sociedad cuyo objeto social es el inmobiliario y la asesoría acabó hasta el matrimonio de ciudadanos rumanos que tenían como empleados del hogar.

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