«Yo con Rajoy, donde él me diga»

R. Gorriarán | Madrid

Finales de julio, principios de agosto del tórrido verano de 2003. Ana Pastor reúne en una comida en el Ministerio de Sanidad a un grupo de periodistas, y todavía en el primer plato pregunta: «¿Qué os parecería si Rajoy fuera ... ?» Y (cosa rara) el compromiso de confidencialidad entre los comensales no se rompió. Un mes después, José María Aznar comunicaba a su entonces vicepresidente primero que era su hombre para la sucesión. Hasta ahí llega el grado de complicidad entre Mariano Rajoy y Ana Pastor. La desde ayer presidenta del Congreso es partícipe de las impresiones, sospechas y temores de su jefe, una persona que restringe al máximo el círculo de los secretos y las confidencias. Si alguien en el Gobierno ha estado al tanto de los planes del presidente, aunque sean los más recónditos, es ella. A toro pasado, todo el mundo ve lógico que haya sido la elegida para presidir el Congreso en una legislatura complicada como pocas para Rajoy, pero su nombre aparecía en poquísimas quinielas. Se la veía destinada a encomiendas de más enjundia en el previsible próximo Gobierno. Se hablaba incluso de que iba a ser la encargada de la operación limpieza en el Ministerio del Interior. Pero, como siempre, ha dicho sí a la petición de su amigo y mentor.

El líder del PP quería un salvavidas en el Parlamento. «Yo con Rajoy, donde me diga, si hay que ir debajo de un puente ahí voy», ha comentado alguna vez palabra más palabra menos. Una disposición corroborada por la realidad. Allí donde iba Rajoy, Pastor tenía un empleo. Los lazos entre Rajoy y Pastor no son solo políticos o profesionales, es que son amigos de toda la vida. Todos los que han trabajado con ella subrayan su capacidad de trabajo y visión para la gestión.