Diario de León

Una actividad protegida pero descuidada

La cara y la cruz de la trashumancia

Medio centenar de pastores leoneses son los últimos rescoldos de la gran empresa que fue durante siglos la trashumancia bajo la Mesta.

Gregorio Fidalgo y Violeta Alegre hacen la trashumancia corta desde el Órbigo a la montaña, con parada en Omaña dos meses de primavera. MARCIANO PÉREZ

Gregorio Fidalgo y Violeta Alegre hacen la trashumancia corta desde el Órbigo a la montaña, con parada en Omaña dos meses de primavera. MARCIANO PÉREZ

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ana gaitero | lago de omaña

Cuando Napoleón invadió España con las tropas francesas buscaba un botín muy especial. La oveja merina. Una raza seleccionada durante siglos por el Concejo de la Mesta para conseguir la más fina lana y que estaba prohibido sacar del país sin permiso real.

Franceses e ingleses lograron su botín. Fue el fin del monopolio de la lana y de una gran empresa que se había iniciado en el siglo XIII con la creación del Honrado Concejo de la Mesta cuando los pastores de la montaña de León se agrupan con los de Soria, Segovia y Cuenca «y consiguen que Alfonso X, en 1273, legitime la formación del Honrado Concejo de La Mesta», explica Manuel Rodríguez Pascual.

La trashumancia vuelve a las cañadas, veredas y cordeles con la primavera. Las ovejas salen de nuevo a los caminos en busca de pastos abundantes y frescos. justo cuando esta actividad milenaria acaba de ser declarada Patrimonio Cultural Inmaterial.

Una «buena noticia» que ganaderos y defensores de la ganadería extensiva y nómada no saben si va a contribuir a solucionar los problemas que acucian a los últimos herederos de esta ancestral tradición.

Quedan muy pocos. Apenas 5.000 cabezas de ganado ovino y bovino realizan la trashumancia entre Extrmadura y León cada año, y desde hace un siglo ya no lo hacen andando. Sin embargo, otras 50.000 cabezas trasiegan dos veces al año entre las riberas y páramos leoneses y la montaña.

Son los últimos 50 descendientes de la raza de los pastores, a los que se han incorporado varias mujeres en los últimos años.Son los trasterminantes o trashumantes de corto recorrido como Gregorio Fidalgo y Violeta Alegre, la pareja que guarda a partes iguales su ganadería de merinas negras y blancas, ayudada por más de una docena de de mastines y dos careas. A mediados de abril trasladaron su rebaño desde Soto de la Vega y San Pelayo a Lago de Omaña. «Los nuevos regadíos se han comido los cordeles y cada vez es más difícil hacer el camino», lamentan.

La trashumancia ha dejado en herencia 125.000 kilómetros y 420.000 hectáreas de superficie en vías pecuarias en todo el país y más de 2.200 se encuentran en la provincia de León. Están protegidas por ley desde 1995 «pero en Castilla y León no ha desarrollado su legislación en más de 22 años de vigencia», denuncia Jesús Garzón, presidente de Trashumancia y Naturaleza y Concejo de la Mesta.

Si la Comunidad es destino de las más importantes vías pecuarias, por León discurren en torno a 2.320 kilómetros en torno a la Cañada de la Vizana o de la Plata (500 kilómetros de longitud), la Cañada Leonesa Occidental (650 kilómetros) y la Cañada Leonesa Oriental (760 kilómetros).

La Junta da la callada por respuesta cuando se le pregunta por qué se han concentrado las cañadas con terrenos comunales de los pueblos por los que discurren siendo un bien que está a disposición de la actividad pecuaria. El uso de herbicidas en las fincas colindantes a las cañadas es otra amenaza para las ovejas nómadas. Más de una cae en el camino víctima del glifosato sin que nadie compense ni ponga remedio.

Las ovejas, pese a los beneficios que aportan al terreno, y pese a los tiempos que reivindican tradición, molestan. No es rara la vez que alguien les grita a los pastores que por qué no las meten en un camión para subirlas y bajarlas de los puertos.

La buena noticia del decreto que protege a la trashumancia es que «compromete a todo el Gobierno», mientras que hasta ahora era competencia exclusiva del Ministerio de Agricultura «que ha marginado totalmente durante los últimos 5 años la trashumancia y la recuperación de las vías pecuarias», subraya Garzón.

Ni siquiera se ha convocado «al grupo de trabajo sobre Trashumancia de la Red Rural ni se han aplicado las directrices del Libro Blanco, publicado ya en 2011», añade. Manuel Rodríguez Pascual, un ingeniero leonés que ha hecho de la trashumancia su pasión y es uno de los grandes expertos en la materia.

Nadie le ha consultado para elaborar el decreto, pero se muestra escéptico de la eficacia que puede tener para los ganaderos que tiran de explotaciones «con muy baja rentabilidad porque el precio de los corderos no ha subido en 20 años, con muchos problemas sanitarios para moverse entre comunidades autónomas e importantes obstáculos en el arrendamiento de los pastos de la montaña», explica.

El leve repunte del precio de la lana, que en los últimos años daba para pagar a los esquiladores y poco más, es uno de los pocos alicientes, unido a proyectos innovadores como el que lleva a cabo el empresario Alberto Díaz —Made in Slow— para dar valor añadido a las merinas leonesas mejorando las condiciones de recogida del producto para su posterior manufactura.

La lana fue el producto rey de la Mesta durante siglos, pero el gran mercado se ha desplazado al cono sur del planeta que cuenta con una gigantesca cabaña de 300 millones de cabezas de merinas repartida principalmente en Australia, Nueva Zelanda, Suráfrica, Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay...

A Suráfrica llegan las primeras merinas desde Extremadura en 1782. Hoy día, el precio internacional de la lana se fija en la lonja de Johanesburgo. «Fuimos pioneros en el mundo y otros países han continuado con esta riqueza mientras que nosotos lo hemos abandonado», añade Rodríguez. Lo triste que «no hay nadie que haya sabido defenderlo en Europa», apostilla.

La primera exportación de la raza merina fue autorizada como regalos del rey a Suecia en 1715. Diecienueve años después fundaron una escuela de pastores. En 1765 llegaron a Sajonia 200 ovejas selectas y 92 carneros y 300 más a Hungría en 1775 que fueron acompañadas por pastores españoles para la formación de ganaderos locales en la gestión de la cabaña imperial.

A Francia llegaron 300 ovejas en 1776, seguidas de 334 ovejas y 42 carneros en 1776, que son el origen de la famosa cabaña de Rambouillet. Mediante una cláusula secreta del Tratado de Basilea el país galo puede sacar de España anualmente 1.000 ovejas y 100 carneros durante 5 años.

Los beneficios ecológicos y toda la cultura que la trashumancia ha amasado a lo largo de los siglos (prácticas ganaderas, arquitectura pastoril, topónimos, canciones, cuentos y leyendas, artesanías y elementos cotidianos de la vida de los pastores) forman parte de la declaración de la trashumancia como manifestación representativa del patrimonio cultural inmaterial.

Los ganaderos piden atención a sus problemas acuciantes como los perjuicios ocasionados por la aplicación de los coeficientes de admisibilidad de pastos en los puertos pirenaicos, lo que merma las hectáreas susceptibles de ser válidas para las ayudas de la PAC y les obliga a buscar más terrenos.

«sSi no fuera por el dinero de Europa, la actividad ya habría desaparecido», admite Manuel Rodríguez. Pese a los grandes problemas, un puñado de jóvenes ganaderos, yt algunas mujeres, siguen empujando la actividad. Violeta y Goyo pasarán dos meses en Lago de Omaña antes de que la mujer suba a los puertos de Abelgas a pasar el verano. El marido bajará a la ribera con el pequeño rebaño de las que van a parir.

Los dos meses que pasan en este pequeño pueblo de Omaña, desde el que tienen unas vistas espectaculares de la montaña, son los más tranquilos y felices. «Aquí no tenemos problemas». admite Goyo. En los puertos, la presión del ganado vacuno y caballar se convierte en ocasiones en un asunto de orden público. Hace dos años, el hijo de un ganadero disparó a otro ganadero en Boñar. Dos años después, el conflicto continúa.

También reclaman una mejora en la gestión de la prevención de los incendios. «Nosotros somos los primeros interesados en que no se queme el monte, porque supone cinco años sin poder volver y necesitamos los pastos», explica el matrimonio Fial.

«El futuro de la trashumancia en España depende de que las administraciones sean capaces de cumplir su obligación», concluye Jesús Garzón. Desde 1993, la Asociación Trashumancia y Naturaleza ha promovido el movimiento de casi 300.000 ovejas desde las dehesas a los puertos de montaña, 23.500 desde Extremadura a León llegaron andando por las cañadas. En doce ocasiones, estos rebaños trashumantes hicieron el verano en los puertos leoneses, pero las trabas sanitarias entre comunidades autónomas han desalentado esta experiencia desde 2005.

Este colectivo reivindica la importancia social y ambiental de los ganaderos como «custodios del territorio», lo que implica proteger las cañadas, restaurarlas y recuperarlas, mantener abrevaderos limpios cada 5 o 6 kilómetros y construir pasos en carreteras y ferrocarriles para que los rebaños crucen sin peligro. En su decálogo alerta contra el peligro de la regresión de la cabaña ovina y caprina y contra la dependencia de piensos compuestos, agua, energías e infraestructuras.

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