Diario de León

El vicepresidente catalán ratifica ante Calvo la nueva actitud de la Generalitat

Sánchez admite que el camino para solucionar la crisis territorial será «complejo y difícil» .

Los vicepresidentes, Carmen Calvo, y el de la Generalitat, Pere Aragonès. JOSE MARÍA CUADRADO JIMÉNEZ

Los vicepresidentes, Carmen Calvo, y el de la Generalitat, Pere Aragonès. JOSE MARÍA CUADRADO JIMÉNEZ

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paula de las heras | madrid

Aún hay muchos recelos por ambas partes. Pedro Sánchez habló ayer de un camino «complejo y difícil» que no se resolverá en el corto plazo y el vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonès, aseguró que mira a la relación recientemente abierta con el Ejecutivo con un «90% de escepticismo y un 10% de optimismo», pero de momento ambos siguen dando pasos hacia la normalización institucional. El número dos del Gobierno catalán, y en la práctica líder de Esquerra, ratificó ayer, de hecho, su voluntad de tratar cuestiones relativas al autogobierno, transferencias pendientes, inversiones y conflictos de competencias a pesar de que no haya la más mínima expectativa de acuerdo sobre la eventual celebración de un referéndum de autodeterminación.

Aragonès, que se reunió en Madrid a petición propia tanto con la vicepresidenta, Carmen Calvo, como con la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, incluso abrió la puerta a la posibilidad de volver a participar en alguna reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera, un órgano de cooperación interterritorial formado por el Ministerio de Hacienda y los consejeros de las comunidades autónomas, del que Cataluña decidió descolgarse al calor de su pulso al Estado. No garantizó que vaya a hacerlo y dejó claro que su «prioridad» serán las reuniones bilaterales con el Ejecutivo central, pero dejó caer un «veremos».

«Mi optimismo -justificó- se fundamenta en que hay un diálogo que antes no se había planteado. Es evidente que en la cuestión de fondo estamos muy alejados pero hay otras cuestiones en las que podemos avanzar». El cambio de actitud de la Generalitat es claro. Mariano Rajoy ofreció en muchas ocasiones hablar de las 45 reivindicaciones planteadas por Carles Puigdemont a excepción del referéndum y esa simple negativa, que en términos prácticos también mantiene Sánchez, hizo imposible cualquier entendimiento en otros ámbitos.

Aunque en el secesionismo hay diferencias y tensiones internas suficientemente potentes como para que el Gobierno se relaje, ahora parece abrirse camino un ala posibilista encarnada por la cúpula de Esquerra. Aragonés -que encabeza el área económica del Ejecutivo catalán como antes hizo Oriol Junqueras, con el que fue su número dos- argumentó que ahora ve posibilidad de llegar a acuerdos en cuestiones que con el Ministerio de Cristóbal Montoro iban bien en la fase de la negociación técnica pero que, según alegó, al final siempre acababan atascadas.

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