Diario de León

TORAL DE FONDO: UNA RAÍZ, TRES GENERACIONES / DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER

«Siempre tuve claro que quería ser agricultora»

Bernardina Brasa se ha dedicado toda su vida a la agricultura a la vez que se encargaba de las labores del hogar y de cuidar a sus dos hijos; motivo por el que su nieta, Natalia Cazón, la ve como una luchadora.

Bernardina Brasa, a la izquierda, junto a su nieta, Natalia Cazón, mientras ésta sostiene a su hija Luna. JESÚS F. SALVADORES

Bernardina Brasa, a la izquierda, junto a su nieta, Natalia Cazón, mientras ésta sostiene a su hija Luna. JESÚS F. SALVADORES

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La vida en el medio rural no se puede entender sin las mujeres. Siempre han sido el eje fundamental de cualquier familia que vive de lo que produce del campo, realizando las tareas del hogar y criando y cuidando de sus hijos, mientras lo compaginan como pueden con la ayuda en las labores agrícolas a sus maridos.

Éste es el caso de una ingente cantidad de féminas que viven en los pueblos de la provincia leonesa y que se han dedicado a lo largo de toda su vida a la agricultura. Muestra de ello es Bernardina Brasa, con 93 años a sus espaldas, que recuerda trabajar «de sol a sol» junto a su marido —ya fallecido— sus fincas situadas en Toral de Fondo, mientras también se encargaba de las labores de hogar de manera individual, sin ayuda de su cónyuge.

«Trabajé en el campo con gusto porque siempre tuve claro que quería ser agricultora», asegura Bernardina, que ejerció esta profesión desde los 22 años hasta que se jubiló. Además, reconoce que siendo joven rechazó estudiar, pese a que dos primas suyas, ambas profesoras, le animaron a que prosiguiera con su formación académica porque «me decían que yo valía igual que ellas».

A juicio de Bernardina «las cosas han cambiado mucho» desde sus tiempos jóvenes hasta la actualidad, aunque ve con cierta «tristeza» como los pueblos han ido perdiendo población. No obstante, se congratula por tener a sus nietos ‘colocaos’ en buenos puestos de trabajo lejos del campo.

Una visión no compartida del todo por su nieta, Natalia Cazón, que tras haberse formado como trabajadora social y antropóloga, ha pasado hasta por 50 países del mundo ayudando a niños que vivían en la calle en Brasil o a víctimas de violencia de género en Reino Unido, pero que tras una larga experiencia internacional decidió volver a vivir a su localidad natal, Zotes del Páramo, porque considera que «los pueblos son el futuro».

Actualmente, a sus 35 años, está inmersa desde el 2015 en un proyecto de desarrollo rural en el que trabaja con varios colectivos «para intentar llegar a donde no llega el sector público»; actividad que compagina con el cuidado y lactancia de su hija, Luna, de 15 meses. Además, nunca ha tenido ningún problema en ensuciarse las manos para ayudar en las tareas agrícolas a su actual pareja, así como a sus padres cuando era más joven.

De hecho, afirma que «mi abuela siempre ha sido un ejemplo para mí como agricultora y la admiro como la luchadora y trabajadora que ha sido». Sin embargo, Bernardina, ve su pasado agrícola trabajando durante todo el día como «algo normal», puesto que «era la costumbre y no quedaba otra». Lo que sí admite, es que si le hubiera gustado repartirse con su marido las tareas del hogar como sucede ahora, pero fue algo que nunca pensó porque «antes no había otro remedio. Era algo que estaba formalizado».

Respecto a la situación que vivió su abuela, Natalia cree que «se ha mejorado mucho, pero aún queda mucho por hacer». Desde su punto de vista, «se pueden hacer más cosas para intentar acabar con la invisibilidad de la mujer en el medio rural». Algo por lo que lucha para que no le ocurra a su hija en el futuro y, cuya base, piensa que está en la educación desde pequeños porque «la actitud de las niñas y niños es el reflejo de lo que nosotros hacemos en cada momento».

Además, Natalia opina que las mujeres que viven hoy en día en el medio rural deberían ser más reivindicativas porque «muchas cuando empiezan a perder sus derechos se acostumbran y lo normalizan»; ya que sostiene que «el feminismo no es negativo porque ayuda a crecer a este colectivo».

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