Diario de León

Los testigos del procés apuntillan la tesis de la malversación de fondos

Los presuntos observadores internacionales entran en contradicciones sobre quién les pagó.

Declaración del eurodiputado esloveno Ivo Vajgl durante la 37 sesión del juicio del «procés». EFE

Declaración del eurodiputado esloveno Ivo Vajgl durante la 37 sesión del juicio del «procés». EFE

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m. sáiz pardo/ M. balín | madrid

El Tribunal Supremo se convirtió este lunes en una verdadera torre de Babel. El intento de las defensas de los líderes independentistas por internacionalizar el ‘procés’ y demostrar a la sala que otros países censuran a España por no permitir la consulta en Cataluña acabó en un galimatías lingüístico y jurídico. Horas de sesión con intérpretes desesperados —a veces incluso al bordo del llanto— para no aclarar nada, ni siquiera, quién pagó a los supuestos observadores internacionales que estuvieron el referéndum del 1-O en Cataluña, un aspecto clave para probar la malversación de los procesados. Eso sí —con videoconferencia incluida— alguno de los testigos de la defensa, sin quererlo, metió la pata al reconocer que sí, que fueron parte de un equipo de observadores internacionales en una consulta de independencia.

Las lenguas extranjeras invadieron ayer el tribunal a iniciativa de Andreu Van den Eynde, el abogado del exconsejero de Exteriores Raül Romeva, en un intento de que políticos internacionales afines a la causa secesionista defendieran el buen nombre del procesado y desde el domingo senador electo. Pero la situación, desde el principio, se volvió surrealista. El interrogatorio de Ivo Vajgl, eurodiputado de Eslovenia y amigo de Romeva de los años en que éste último era parlamentario europeo, devino en un despropósito con la intérprete totalmente bloqueada por la situación e incapaz, siquiera, de traducir las fechas correctamente. La confusión fue tal que el tribunal dio por bueno que, efectivamente, el testigo conocía desde hace años a Romeva y no desde hacía unos pocos meses. Como ya ha ocurrido con otros muchos testigos de las defensas, ansiosos por dar su opinión sobre lo lícito de la intentona secesionista, el político esloveno se deslizó por vías opinativas que fueron cortadas de raíz por el presidente Manuel Marchena, con lo difícil que ésto se hizo con la traducción simultánea. Y a partir de ahí todo fue un barullo. Ana Gomes, eurodiputada portuguesa, también vino a glosar las bondades de Romeva. «Es un verdadero demócrata. Siempre quiso una solución negociada para Cataluña», dijo con traductor hasta que se hartó del intermediario y terminó expresándose en un aceptable castellano. La política lusa se vio tan suelta como para describir sus sensaciones el 1-O, a pesar de estaba siguiendo las votaciones por la televisión desde Lisboa. «La testigo está contando lo que vio en televisión. Con ese criterio cualquier persona podría venir aquí a contar lo que vio por la tele», le cortó Marchena cuando Gomes estaba narrando lo mal que lo pasaron sus nietos viendo las imágenes. El lío continuó con Andrej Hunko, diputado del Bundestag y de la asamblea del Consejo de Europa. El abogado de Romeva le había llamado para que negara haber sido un «observador» internacional y que defendiera que haber sido un «visitante» sin financiación púbica, pero el letrado Van den Eynde se quedó pasmado cuando el traductor dijo que sí, que el testigo había sido un «observador» para el referéndum.

Tras una lección del abogado sobre lo que debía traducir el intérprete, al final el testigo dijo no saber nada: ni quién le invitó a Cataluña ni quién pagó el viaje ni lo que venía a hacer.

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