Diario de León

Sánchez e Iglesias solventan a medias la primera crisis del Gobierno de coalición

La batalla entre PSOE y Podemos deja tocada a Calvo y causa heridas de difícil cicatrización en el Consejo de Ministros

El presidente del PP, Pablo Casado, ayer junto al candidato a lehendakari de la coalición PP+Ciudadanos, Carlos Iturgaiz.

El presidente del PP, Pablo Casado, ayer junto al candidato a lehendakari de la coalición PP+Ciudadanos, Carlos Iturgaiz.

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En el Gobierno sabían que el 8 de marzo y sus vísperas iban a ser un momento clave para comprobar la salud de la cohabitación entre socialistas y Unidas Podemos. La toma de temperatura resultó preocupante para el futuro de una alianza con apenas dos meses de andadura. El objeto del deseo estaba en la batalla por la ley de libertad sexual, que se preveía ardua, pero desbordó las previsiones y obligó a Pedro Sánchez y Pablo Iglesias a arremangarse para apagar un conflicto que la vicepresidenta Carmen Calvo y los ministros Irene Montero y Juan Carlos Campo no supieron o no quisieron encauzar.

«El Gobierno hablará con varias voces pero con una misma palabra», dijo un 13 de enero el presidente nada más formar su gabinete. La realidad ha demostrado que el Consejo de Ministros se asemeja más a un coro desafinado que a un orfeón armónico. Calvo, Montero y Campo, pero antes Fernando Grande-Marlaska, Yolanda Díaz o Isabel Celaá se han visto salpicados en estas siete semanas por la pugna latente entre ambos socios.

El enfrentamiento a propósito de la ley de libertad sexual no parece un episodio aislado, tiene más aspecto de ser un síntoma del mal que aqueja al Gobierno desde su parto, la coexistencia de dos proyectos con un programa de generalidades y sin coordinación eficaz.

La crisis vivida en esta semana aciaga para la coalición provocó que el viernes por la tarde se reunieran en la Moncloa sin luz ni taquígrafos los miembros de la comisión de seguimiento del pacto para conjurarse en defensa de la unidad y mejorar la coordinación. Antes, afirman fuentes socialistas y de Podemos, se habían reunido Sánchez e Iglesias para poner orden en un conflicto que amenazaba con irse de sus manos.

CUATRO FILTROS QUE NO BASTARON

Porque aunque socialistas y morados tienen hasta cuatro instancias para coordinar sus movimientos han demostrado ser ineficientes.

Están los ‘maitines’ de los lunes por la mañana en la Moncloa a los que asisten el presidente, los vicepresidentes primero y segundo, al menos cuatro ministros, los portavoces parlamentarios, jefes de gabinete y el secretario de Estado de Comunicación. Sánchez, además, convoca todas las semanas a sus cuatro vicepresidentes. Las direcciones de los grupos parlamentarios en el Congreso se reúnen asimismo cada semana. Por último, está la mesa de seguimiento del pacto.

Y al margen de estos mecanismos oficiosos, está la instancia oficial de la comisión de secretarios de Estado y subsecretarios que, bajo la batuta de Calvo, tiene cita todos los jueves para preparar el Consejo de Ministros.

Ninguno de estos filtros evitó la batalla de la ley de libertad sexual, cuyo anteproyecto se aprobó el martes tras semanas de pugna entre los Ministerios de Igualdad y de Justicia, con Carmen Calvo de árbitro favorable a las tesis de Campo.

Desde el departamento de Irene Montero denunciaron maniobras dilatorias ante el 8-M, desde la otra parte alegaron deficiencias técnicas. Un choque que es el paradigma del duro pulso que mantienen ambos socios por liderar el movimiento feminista. Pero también ejemplifica lo que no se debe hacer en una coalición de gobierno.

Diferencias entre ministros las habrá siempre, sean gabinetes monocolores o multipartidistas, pero lo inusual es que se ventilen en público, con filtraciones de documentos y declaraciones explosivas.

POR SEPARADO

La vicepresidenta, que sale tocada de esta crisis, según reconocen sus propios compañeros socialistas, nunca aceptó de buen grado que en las negociaciones para formar la coalición tuviera que ceder las competencias de Igualdad para crear un Ministerio a medida de Montero.

En sentido contrario, los morados culpan a la vicepresidenta de haber dinamitado en julio pasado la fórmula de la coalición. Calvo ha tratado de minimizar esas diferencias.

«He visto esto todos los días, incluso peor con compañeros del PSOE», dijo este jueves en Sevilla para negar la desbarajuste del que todos hablan. Irene Montero también intentó rebajar la crispación porque, apuntó, siempre habrá «debates» entre ministros, pero el punto de referencia «siempre será el acuerdo de gobierno».

Por el momento hay un armisticio a medias. La mejor evidencia de que las heridas están sin cicatrizar es que a la manifestación de este domingo por el Día Internacional de la Mujer, las ministras socialistas y las de Unidas Podemos acudirán separadas y cada grupo con su pancarta.

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