Diario de León

Entrevista

"La cruda realidad es que no podemos atender a todos los infectados de Covid-19"

El presidente del Colegio de Médicos, Miguel Ángel Sánchez Chillón. ANA ESCOBAR

El presidente del Colegio de Médicos, Miguel Ángel Sánchez Chillón. ANA ESCOBAR

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Iker Cortés | Colpisa

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Son días duros para Miguel Angel Sánchez Chillón (Madrid, 1958). "He visto a muchos compañeros llorar", se lamenta el presidente del Colegio de Médicos de Madrid. "Nadie estaba preparado para afrontar una epidemia como esta en el mundo de los ricos", dice del coronavirus.

¿Cómo van las cosas por Madrid?

El sistema es el que es, pero los trabajadores estamos por encima del límite de nuestras posibilidades. Más que un problema técnico-sanitario, es un problema numérico y epidémico. Somos capaces de afrontar esta enfermedad, pero no somos capaces de afrontar el número que genera de consultas. No es lo mismo que lleguen sesenta personas a un hospital tras el vuelco de un autocar a que lleguen quinientas por el choque de dos aviones en la pista de aterrizaje. Pues esto es igual. El problema es la avalancha tan tremenda de pacientes. La cruda realidad es que no podemos atenderlos a todos.

¿Qué le parecen las decisiones que han tomado las autoridades sanitarias?

Han sido precipitadas, del día a día, sin previsión en un porcentaje importante y por ineptitud, por falta de conocimiento de la situación. Nadie estaba preparado para afrontar una epidemia de estas características en el mundo de los ricos. Nos estamos viendo machacados en nuestra dignidad por la falta de las necesidades más básicas. Por otro lado, la coordinación no es la propia para afrontar una epidemia de estas características. Ha faltado previsión, lo cual es justificable, ha faltado coordinación, lo cual ya es moderadamente censurable y está faltando liderazgo, tanto a nivel nacional como regional. El Colegio de Médicos de Madrid es el más grande de España. No le voy a decir que si hubiésemos estado más preparados lo hubiésemos aguantado, pero quizá hubiésemos aguantado con un poquito más de dignidad. De los 46.000 colegiados que hay, hay más de 40.000 en activo y más de 100 hospitales o clínicos y más de 270 centros de salud. Teníamos que haber tenido un poquito más de cintura para haber soportado esto, pero claro hacía falta una coordinación casi militar.

¿Cómo se trabaja en el día a día?

Se toman muchas decisiones a nivel local. No fluyen las órdenes de arriba abajo y llegan o de forma entrecortada o a veces ni llegan. Se ha cometido un error estratégico fundamental y es que si teníamos un sistema sanitario potente, fuerte y bien organizado lo que había que hacer era reforzarlo y no desmantelarlo parcialmente para reforzar estructuras paralelas y satelitales como es el caso de Ifema, que eran necesarias, pero no a coste de haber desestructurado las estructuras que realmente funcionaban y que eran las que garantizaban la buena eficiencia del sistema sanitario público de Madrid. Está claro que desde la crisis, la sanidad ha sufrido recortes a nivel nacional y se ha hecho una política sanitaria cuestionable. El sistema se soporta sobre la alta capacitación y esfuerzo de los profesionales sanitarios, pero cuando ha habido que aumentar la capacidad de absorción por los problemas de coronavirus se han creado centros que se dotan con personal cualificado de la Atención Primaria y la Atención Hospitalaria, con lo cual estamos desnudándonos los pies para taparnos la cabeza.

¿Qué comporta todo ello?

Entre los médicos que hay de baja y los médicos que van a estas nuevas estructuras, probablemente las plantillas de Atención Primaria han sufrido una merma próxima al 25%, en la Atención Hospitalaria es algo menor. Pero también es verdad que a muchos de esos médicos se les ha mandado a casa porque en estos momentos no son necesarios y sus unidades se están utilizando para otras cosas. Hablo de ginecólogos, traumatólogos, dermatólogos... Esos grandes centros han sido recortados en un porcentaje importante para alimentar a estos centros, pero no era la forma de alimentarlos.

¿Qué ha hecho el colegio de médicos?

Hemos aportado 1.200 voluntarios, desde estudiantes de último año hasta médicos jubilados de 70 años, clasificados en función de su especialidad, capacitación técnica, de su experiencia en un sitio u otro, para que pudiesen suplir no al 100% de los profesionales pero sí hacer una labor de acompañamiento o de soporte debidamente asesorados. Desde la Consejería de Sanidad al principio estaban contentos y nos pedían más, pero desde ayer nos han dicho que no quieren más porque están utilizando el personal de Atención Primaria u Hospitalaria para mandarlo a estos centros satélite, desnudando a los otros centros y no contratando a los voluntarios.

¿Que le transmiten sus colegas? ¿Están muy asustados?

Viendo que no hay material, que tenemos que improvisar artilugios para protegernos, que somos personal de alto riesgo... Trabajamos sabiendo que nos vamos a meter en una central nuclear con un traje de plástico. Esa es la sensación que tenemos. Trabajando a destajo, con alta presión y mala protección, el cansancio, la improvisación y la falta de rutina nos lleva a cometer un error y entonces caemos. Antes o después vamos a caer la inmensa mayoría de nosotros. En Madrid estamos en cifras de en torno al 15% de médicos y sanitarios contagiados.

¿Había manera de prepararse para la falta de material?

Somos conscientes de que no es 100% responsabilidad de las autoridades sanitarias. Ha faltado previsión en el mundo, no hay material, no es fácil comprarlo ahora y aunque no son materiales muy caros, ahora son difíciles de conseguir. La lección que tenemos que aprender es que por mucho dinero que tuviésemos, nos vamos a morir de hambre con los bolsillos llenos de dinero.

¿Hay algo que se esté haciendo bien?

Yo creo que el espíritu de trabajo, la responsabilidad, el intento continuo. Asumo que son conscientes de cómo estamos, que les debe pesar muchísimo la responsabilidad de afrontar esta situación, que están invirtiendo el 200% de sus capacidades para intentar paliar la situación, pero creo que ni se lo esperaban, ni estaban preparados, ni en ningún caso han sabido buscar una coordinación específica para este tipo de situaciones. En Ifema, por ejemplo, han tardado mucho en recurrir al Ejército y no han aprovechado las habilidades y la experiencia de las ONG, que saben montar estas estructuras con mucha más rapidez. Ni siquiera reprochamos la inexperiencia porque entendemos que para todos es algo novedoso. Nosotros ya no tenemos medicamentos. Los medicamentos que uno puede comprar por kilos en la farmacia, que no cuestan nada, que se fabrican al por mayor, no están disponibles porque no tenemos capacidad industrial para fabricarlos y eso es un golpe a nuestra dignidad como jamás nos hubiéramos imaginado, es una lección para nuestra soberbia y orgullo, para que aprendamos que no todo es dinero sino que hace falta también organización y prever. El otro día lo escuchaba en la radio: lo mismo que fabricamos armas y tenemos ejércitos preparados para afrontar guerras tremebundas, deberíamos tener preparado nuestro ejército sanitario para este tipo de situaciones porque no será la última. Gastamos mucho dinero en Ejército y en armamento para posibilidades remotas, sobre todo en el mundo de los ricos, y sin embargo llega un miserable virus, que no tiene mayor relevancia, que no es tampoco el más agresivo y mortal de los virus, y nos deja en absoluta desnudez.

¿Cómo ha cambiado el trabajo en su centro de salud?

Somos alrededor de 68 profesionales. La estructura de mi centro se parece más a un hospital. Está totalmente compartimentado. Hay una zona exclusiva aislada, que es donde exploramos a los pacientes respiratorios -los infectados o las personas con alta sospecha-, hay otra zona preparada para salir a los domicilios, porque ya hay gente sedada en sus domicilios, en estado muy grave o crítico, que están siendo auxiliados por taxis o compañías como Cabify, porque hay que ir hasta el domicilio, ponerse el traje de protección, salir, cambiarse, esterilizar el material. Y un tercer grupo que está haciendo seguimiento telefónico y decidiendo si el paciente puede venir al centro, si se le visita a domicilio, si tiene que acudir al hospital, si se le da la baja. El funcionamiento es totalmente distinto. Ya ningún médico tiene pacientes propios, sino que trabaja en función del turno que le toca. A todo eso hay que añadir el seguimiento de los pacientes con patologías crónicas, que antes era el porcentaje ayoritario de pacientes.

Millones de personas salen todos los días a sus balcones para agradecer su labor. ¿Hay tiempo para emocionarse?

Sí, claro que lo hay. Agradecemos ese gesto y decenas de gestos que estamos recibiendo. Nos dan una imagen de lo sociables que somos. Sí que es verdad que con la vorágine del trabajo pues te ayudas mucho con los compañeros. La palabra ánimo forma parte del lenguaje de cualquier conversación. También agradecemos la actitud positiva de los ciudadanos cuando le decimos: "Mire, no voy a ir a verle a casa, no venga usted por aquí por nada del mundo. Vamos a intentar arreglarlo sin vernos las caras. Trate de darme la mayor información posible porque vamos a tener que arreglarlo así".

¿Se puede abstraer uno del dolor?

He visto a muchos compañeros llorar estos días y hay jornadas en las que uno termina desesperado. Cuando vemos a muchos médicos mayores que han fallecido ya, cuando te enteras de que algún amigo o familiar está en la UVI. Ves que las balas están volando alrededor y que encima tienes que saltar de la trinchera a por el siguiente objetivo. Es una especie de montaña rusa. Tenemos que dar el tipo. Y cuando esto acabe, habrá que ver a quién mirar, mirarnos a nosotros mismos como sociedad, y habrá que echar alguna reprimenda a algún responsable. Y todo esto sabiendo que no creo que haya nadie en la administración que esté haciendo las cosas con mala intención. No creo que haya nadie que se vaya a dormir tranquilo, relajado. A todos nos ha sobrepasado la situación. Creo que la Administración sabe lo que estamos viviendo. Entiendo la metedura de pata del Gobierno y de la Comunidad de Madrid con las compras. No creo que haya maldad, sí que hay improvisación, inexperiencia e ineptitud. No estaban preparados ni la presidenta de la Comunidad de Madrid ni el Ministro de Sanidad. No habían estudiado para esto ni para el 10% de esto. Es como si les toca conducir un Ferrari en un gran premio de Fórmula 1 y no tuvieran el carné.

¿Cómo cree que el país va a salir de esta? 

Vamos a salir bien. En algunos aspectos, reforzados, y en otros, aleccionados. Lo que me temo es que no seamos capaces de aprender la lección y que dentro de poco tiempo vuelva a ocurrir esto. Cuando aprendamos la lección de que por muchos armamentos que tengamos, por muchos misiles, nos vamos a morir por un puñetero ser que no es ni un ser vivo, y que no tenemos herramientas contra ellos y que nos contagiamos porque no tenemos ni una puñetera mascarilla, a lo mejor tenemos que sentarnos a pensar si debemos fabricar armas o estructuras. Los científicos llevamos avisando de que para 2050 el problema que vamos a tener van a ser las superbacterias, si antes estas pandemias no empiezan a hacerse habituales. A ver si somos capaces de ver que hay que prepararse para esto.

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