Por la calle de la amargura

La víspera del comienzo de las vacaciones políticas era un día en el que uno no hubiera querido estar en la piel del Gobierno. Lo siento porque se van a ir de vacaciones -los que se vayan- con un sabor muy amargo en la boca. Veamos quiénes son los culpables. En primer lugar, el Rey Mohamed VI, a quien, en el tercer aniversario de su acceso al trono, no se le ocurre otra cosa que reivindicar solemnemente la soberanía de Ceuta y Melilla y recordar la petición de su padre de que se formase una célula de reflexión conjunta sobre el tema entre los dos países. Esa es la peor noticia que el Gobierno español podría recibir procedente del vecino Reino. Es inútil decir y repetir que España hablará de lo que sea, pero no de las dos ciudades reivindicadas por Marruecos. Habrá que hablar también de ellas, al menos para aportar los sólidos argumentos de la tesis española. Otra seria amargura, ésta ya interna y muy política, es la que al Gobierno le depara la encuesta del CIS (organismo dependiente del Ejecutivo), con resultados desfavorables en el Debate del estado de la Nación y con victoria de Rodríguez Zapatero sobre José María Aznar, lo mismo que había ocurrido el año anterior, aunque no fueron muchos los que se ocuparon de airearlo. Esta vez se aireará más, quizás por culpa del propio Gobierno, que no ha anunciado la encuesta mediante una rueda de prensa del secretario de relaciones con las Cortes, como es habitual, y que ha tenido que ser conocida a través de la página web del CIS en Internet.