López Amor

Fernando López Amor es un político de raza que siempre ha estado allí donde su partido, el PP, le ha pedido que ejerciera cargo público. Pero además, el diputado y ex director general de RTVE es un magnífico profesional en el análisis y estrategia de empresas. Estas dos condiciones que, en principio, debieran ser consideradas como virtudes, parecen hoy haberse vuelto en su contra, al no estar nada claro para algunos si pueden hacerse compatibles en el tiempo, esto es, si un diputado en Cortes puede a la vez desarrollar una actividad privada sin que de ello se desprenda situación de privilegio o posibilidad de cambalache. Estamos otra vez en el debate sobre ley y ética, sobre política y formas, al que nos empujaron los escándalos probados del último «felipismo», ese del que Zapatero sólo recuerda los episodios a favor. Ahora bien, consideremos algunos matices y diferencias. No sé si López Amor tendrá que elegir entre el escaño y el consejo de administración. Si sé que actuará con honestidad y justicia y sobre todo he podido comprobar que ha afrontado la situación de un modo bien distinto al de los mangantes. Lejos de camuflar su actividad o esconderse detrás de hombres de paja, el diputado ha preguntado al Congreso si puede ejercer tal actividad privada. La Cámara Baja, de momento, le ha dicho que sí. Empieza ahora el batiburrillo y el tiempo de las malas tentaciones. Me parece lógico que se discuta la ética de una situación como la que afecta a López Amor, pero no me lo parecería tanto si se encendieran la batidora o el ventilador para generar confusión o mezclar churras con merinas. Roldán fue un chorizo probado, algunos otros que le acompañaron en el viaje, también. Dejemóslos en la historia reciente. Fernando López Amor puede estar equivocado en sus pretensiones, pero nadie puede discutir la limpieza de su actuación. Ha preguntado si puede hacer lo que se propone a quien regenta la soberanía popular, de la que él mismo es representante. Ni se ha metido un duro público en el bolsillo, ni ha hecho tráfico de influencias a favor de ningún pariente. La situación es confusa y el diputado la resolverá.