Diario de León

El ‘procés’ deja en herencia en Cataluña 8.000 empresas huidas

Las compañías se van desde el 1-O, las llegadas no llegan ni a la mitad

Pere Aragonès conversa con Oriol Junqueras. ALEJANDRO GARCÍA

Pere Aragonès conversa con Oriol Junqueras. ALEJANDRO GARCÍA

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Fueron unas jornadas de una tensión política sin igual que se tradujoeron en una gran preocupación económica que embargó a todo el sector empresarial. Esa niebla no se ha terminado de despejar y es otra de las herencias del ‘procés’ que recibe el nuevo Govern en solitario de Pere Aragonès tras el abandono de sus socios de Junts. Hace cinco años, en las fechas próximas al 1 de octubre, en el Colegio de Registradores empezaron a contar día a día, incluso hora a hora, las compañías que, ante el riesgo de que se materializara una declaración unilateral de independencia y ante sus imprevisibles consecuencias, iban decidiendo mover su sede para preservar su españolidad.

Aún hoy, las compañías admiten que la hipótesis de devolver su sede social a Cataluña no está ahora mismo sobre la mesa, mientras que otras, directamente, avisan de que su salida se produjo con carácter indefinido. Unas y otras esgrimen que las circunstancias no han cambiado demasiado en los últimos años —el riesgo político está siempre latente— y que tampoco los sucesivos gobiernos de Cataluña han realizado ningún gesto para atraer a los nombres que en su momento decidieron marcharse. Quizás pueda cambiar algo con el que Aragonès acaba de inaugurar.

MADRID, EL DESTINO FAVORITO

En los cinco últimos años se han registrado cerca de 8.000 salidas de sedes sociales. Los movimientos se concentraron en 2017 y 2018, cuando los cambios de dirección rondaron los 2.500 anuales. Madrid fue el destino favorito: de los 7.899 ‘exilios’ de Cataluña del último lustro, la mitad tuvo Madrid como destino.

El Gobierno facilitó la operación con la aprobación de un real decreto ley de medidas urgentes que permitía a las empresas cambiar su sede social de forma inmediata sólo con la aprobación del consejo de administración. A tenor de estas voluminosas cifras, los efectos del ‘procés’ se dejan sentir aún hoy en el registro de compañías domiciliadas en Cataluña. De hecho, entre las grandes empresas consultadas por este periódico, ninguna valora de momento regresar.

Tal fue la relevancia de los movimientos y tal fue el interés que despertaron en la prensa, que el Colegio de Registradores publica desde ese mismo 2017 la estadística trimestral de entradas y salidas de sedes societarias por comunidades autónomas. Gracias a esta información se sabe que en 2017 y 2018 las salidas de domicilios fiscales de Cataluña representaron el 40% del total de las que se produjeron en España.

En 2022, con información hasta el cierre del segundo trimestre, la cifra parece haber regresado a registros más normalizados, al suponer algo más de un 16%, proporción algo inferior a la que representa Cataluña en el PIB español (19%). Los peligros de los que huían parecían entonces muy tangibles. Y, en todo caso, había que minimizar los riesgos percibidos por la comunidad inversora, porque esos miedos cotizaban en bolsa, en el mercado de deuda y también existía el riesgo de una fuga de depósitos.

En 2017, los clientes, temerosos, retiraron cerca de 30.000 millones de las oficinas bancarias catalanas, el 16,4% de los depósitos confiados allí.

Salidas de bancos

Entre las salidas más relevantes se cuentan las de las sedes sociales de CaixaBank y Sabadell. El primero trasladó su dirección a Valencia -donde también estaba la de Bankia, con la que luego se fusionó- y el Sabadell, a Alicante. A efectos prácticos, el traslado de la sede social ha supuesto pocos cambios operativos para las firmas: además de en su momento garantizar que cualquiera que fuera el desenlace del conflicto político se preservaba la ‘españolidad’ de las entidades y la cobertura tanto del Banco de España como del Banco Central Europeo y la permanencia en el euro, apenas la celebración de las juntas generales de accionistas o las presentaciones de resultados en la localidad en la que ahora están domiciliadas. Porque, aclaran fuentes empresariales, los centros corporativos que mantienen en Cataluña conservan los puestos de trabajo previos a 2017. En definitiva, los movimientos que se desencadenaron no fueron deslocalizaciones, solo cambios en sus señas.

Pero Cataluña sí ha sufrido la pérdida del brillo empresarial de que disfrutaba sobre todo la ciudad de Barcelona. Los cambios en las sedes sociales no quedaron limitados a los bancos -los más sensibles-, se extendieron a otros sectores, como al de las infraestructuras, con Abertis como importante representante; al energético, con Gas Natural Fenosa (ahora Naturgy); así como el de las telecomunicaciones, con Cellnex; el inmobiliario, representado por Colonial; o el turístico, con la cadena Hotusa o la central de reservas eDreams. Además de entidades con el ADN catalán impreso en el nombre, también mudaron su sede empresas familiares con gran solera, como Cordoníu.

Las cifras de salidas de sedes sociales de Cataluña parecen haberse normalizado (si bien no se dispone de información previa al año 2017, por lo que no es posible saber cuáles eran los movimientos antes del procés). Pero Cataluña sigue registrando un saldo negativo, si comparamos las entradas con las salidas de sedes corporativas. Contrasta con el saldo claramente positivo que ha tenido Madrid y también Valencia.

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