El espejo secesionista de Aragonés

En la semana en la que ERC ha reverdecido su reivindicación de un referéndum independentista, cabe recordar que todos los presidentes de la Generalitat nacionalistas han repetido más o menos lo mismo: que no hay fórmula mágica para llegar a la secesión y que ningún caso es 100% aplicable al catalán. Pero todos ellos se inspiraron en algún modelo separatista. El independentismo catalán ha dado la vuelta al mundo buscando un ejemplo. Jordi Pujol se vio reflejado en Lituania, Artur Mas pensó en Escocia, Quim Torra creyó que el modelo a seguir era Estonia y Carles Puigdemont hizo lo propio con Kosovo, el hoy presidente de la Generalitat plantea un acuerdo de claridad a la canadiense para llevarlo a la mesa de diálogo. Propone fijar las condiciones para celebrar un referéndum, como estableció el Supremo de Canadá para Quebec y sugiere negociar con el Gobierno la votación, como fijó el caso escocés, para que tenga el reconocimiento internacional. ERC es la que incluye a Montenegro. Los republicanos plantean un referéndum acordado con Madrid y con aval de la UE que para ser válido tenga una participación de al menos el 50%. Y para que el sí a la independencia, haría falta una victoria con un mínimo del 55% de los votos.