Los expertos culpan del fracaso del AVE al error político de Fomento

Los retrasos en una obra de dimensiones hasta ahora excepcionales en España (cerca de 850 kilómetros de trazado ferroviario de alta velocidad, con parte de la tecnología aún en fase experimental) eran más que previsibles y de hecho, todos los especialistas los daban por seguros. Con lo que no contaban tanto -según reconocen técnicos de Renfe y en el ente público Gestor de Infraestructuras Ferroviarias (GIF)- era con las «prisas» que los responsables políticos de turno les iban a meter, ante la expectativa de jugar con la baza electoral (el próximo 25 de mayo hay comicios autonómicos y locales) de inaugurar «a tiempo» la segunda línea de alta velocidad española. Lejos de alcanzar ese objetivo, la orden tajante de Álvarez-Cascos de contar con el nuevo AVE antes de la primavera del 2003 provocó muchas más improvisaciones de las que son habituales en una gran obra, que se han unido a una escasa coordinación entre empresas privadas y organismos públicos, e incluso dentro de estos últimos. El ministro ha negado en todo momento esas instrucciones y, una vez que la apertura de la vía tuvo que paralizarse, pidió incluso un margen de tiempo y confianza para el nuevo presidente del GIF, «para que no vuelvan a decir que todo es culpa de mis prisas». Sin embargo, ese tipo de explicaciones no parecen convencer a muchos. Así, hasta desde la propia Generalitat de Cataluña, uno de los pocos lugares donde no se han reclamado ceses y dimisiones, se ha afirmado que los problemas del AVE Madrid-Lleida «son consecuencia de las prisas y de que el calendario es más político y electoral que técnico». Los nacionalistas catalanes, con todo menos duros en sus calificativos a la labor del ministro que el resto de la oposición, han reclamado un calendario «preciso» sobre las obras pendientes y los plazos en que se abrirá la línea. Entre los peros que se ponen a la forma en que se han llevado a cabo las obras del AVE una parte son anteriores a Álvarez-Cascos, aunque los críticos le reprochan no haberlos corregido desde su llegada al Ministerio en abril de 2000 tras Rafael Arias-Salgado. Desde las filas populares se admite ahora que parte del problema puede estar en haberse separado en exceso del AVE a Sevilla, ensombrecido por el pago de comisiones todavía en fase de investigación.