Diario de León

Los bomberos tuvieron que regar a los miles de asistentes al acto del Papa

¡Agua bendita!

Publicado por
J.L. Álvarez Especial para MADRID.
León

Creado:

Actualizado:

Calor, mucho calor. Hasta 34 grados a pleno sol soportaron los cientos de miles, casi un millón de fieles que acudieron hasta el aeródromo de Cuatro Vientos a pie, en autobús, en metro o en coche. Pese a todo, los servicios médicos sólo tuvieron que atender pequeños desvanecimientos fruto de la emoción o el cansancio. Los peregrinos llegaron al aeródromo durante la madrugada y tuvieron que esperar al raso hasta que sobre las 10,00 horas fueron abiertas las puertas del recinto. El día era largo. El árido paisaje de Cuatro Vientos, tapizado por miles de hojas de un periódico gratuito de la Universidad San Pablo-CEU, El Rotativo, que repartían a la entrada, invitaba a buscarse una sombra, algo imposible en una pista de aterrizaje. La sed fue mitigada con cubas del Canal de Isabel II que rellenaron cantimploras y con bolsas de agua. Otros formaban colas para adquirir por 10 euros la mochila del peregrino y el ticket para estar cerca del Papa. En el interior de la bolsa, una gorra, un libro guía, una banderola con el lema «Seréis mis testigos, jóvenes», un Evangelio de San Marcos, la revista diocesana, un rosario elaborado en Tierra Santa y el pin oficial de la visita. En la espera también tuvo importancia, ante el sofocante calor, la actuación de los bomberos del aeródromo. Varios camiones cuba se dedicaron a refrescar a los fieles arrojando chorros de agua que, además, sirvieron para aplacar la polvareda provocada por la muchedumbre. Cada nube que cubría el sol y dejaba llegar un soplo de viento serrano era celebrada por los fieles que, en muchos casos, aplaudieron al cielo. Con guitarras y tambores, los peregrinos amenizaron la espera, mientras que desde el escenario varios grupos folk trataron de hacerles llegar temas que hablaban de paz, amor y fraternidad. Al final, el Himno de la Alegría hizo que las voces de todos, jóvenes, mayores, religiosos o seglares, se unieran en un solo grito. El frenesí entre los fieles había comenzado a las 12.00 horas, cuando aterrizó el avión Airbus de Alitalia que transportaba al Papa desde el aeropuerto romano de Fiumicino. La noticia corrió como la pólvora entre los ciudadanos que seguían los actos con aparatos de radio. Los primeros en saludar a Juan Pablo II fueron dos cazabombarderos F-18 que escoltaron al avión papal nada más entrar en el espacio aéreo español. En tierra, el delirio explotó cuando el Papa recorrió las calles de Madrid. Y siguió todo el día

tracking