Diario de León

Accidentes y seguro de paro, asignaturas pendientes de los pequeños empresarios

El censo de autónomos volvió a crecer en 558 durante el último año

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A. Núñez - león
León

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Los pequeños empresarios y trabajadores autónomos vieron hecha realidad el pasado mes de noviembre una de sus reivindicaciones históricas con el reconocimiento del derecho a cobrar las prestaciones por enfermedad común al cuarto día de la baja médica, y no al décimoquinto, como sucedía hasta ahora, a cambio de un suplemento de algo más de 11 euros (2.000 de las antiguas pesetas) en sus cotizaciones a la Seguridad Social. La medida se hizo por decreto ley y de ella se beneficiarán en León un total de 30.895 autónomos: todos menos un pequeño resto de apenas millar y medio, que prefieren tener contratado este tipo de prestaciones con mutuas o seguros privados. Según Pedro Rabanillo, excoordinador de la iniciativa popular que en 1998 llegó a recoger casi un millón de firmas en toda España demandando la equiparación de los autónomos con el resto de los afiliados a la Seguridad Social, ahora sólo falta igualar también cuotas y derechos en lo que se refiere a accidentes de trabajo, aunque el tema es más complejo: el INSS ha dado un primer plazo hasta el 28 de este mismo mes para que lo soliciten todos los posibles beneficiarios, pero no ha puesto todavía precio o cuotas al seguro, que deberá oscilar según la actividad de cada cual «porque obviamente no es lo mismo despachar telas en un comercio que montar la estructura de un puente o subirse a un andamio». Se supone que, de acuerdo con cada actividad, los tipos de cotización serán similares a los de un asalariado del Régimen General. Según Rabanillo, quedan también pendientes de solución otras demandas no menos históricas del empresariado autónomo, como un seguro de desempleo para los trabajadores por cuenta propia, que, entre paréntesis y paréntesis de negocios, si alguno de ellos les va mal, no tienen con qué sobrevivir. No hay estadísticas sobre el tema, pero se calcula que, sólo en León, puede haber en torno a 5.000 personas en esta situación, la mayoría de las cuales buscan en forma de autoempleo una fórmula para encontrar ingresos a falta de trabajos por cuenta ajena. Por último, los autónomos centran ahora sus reivindicaciones en que se les reconozcan los mismos derechos que a los asalariados del Régimen General en prestaciones socialmente recientes, como las bajas por maternidad y el cuidado de los hijos tanto para el marido como para la mujer, y, sobre todo, el reconocimiento a efectos de pensiones de todo lo cotizado en su vida laboral: entre 1986 y 1992 las cuotas de quienes no estaban en activo no computan a afectos de jubilaciones, sino sólo de asistencia sanitaria, «aunque después se pagaran los atrasos con un 20% de penalización, algo sin precedentes». Según Rabanillo, algunas de estas de estas reclamaciones se incluyen ya en los programas electorales de los grandes partidos, como PP y PSOE, pero ninguna tiene todavía traducción en un texto concreto para guía de futuros beneficiarios. El censo de autónomos volvió a crecer el año pasado en León en 558 hasta sumar un total de 32.194, lo que supone un incremento del 1,75%, debido, a partes iguales, al problema para encontrar empleo remunerado y, paradójicamente también, a las oportunidades de autoempleo que ofrece la actual bonanza económica en actividades que antes tenían escaso interés. Las nuevas incorporaciones al autoempleo se producen mayoritariamente en el sector servicios, muy por encima de actividades clásicas, como la construcción o la industria. En territorios con escaso tejido industrial, como la provincia de León, el 40% del empleo, tanto por cuenta propia como ajena, depende de la inciativa de los pequeños empresarios que se dan trabajo a sí mismos y, si se consolidan, a tres o cuatro empleados más. En el año 2003 la mitad de las nuevas altas en el régimen especial de trabajadores autónomos de la Seguridad Social fueron mujeres que pretendían instalarse en pequeños negocios, también casi en la mitad de los casos (un 42%) entre los 36 y 54 años, una vez que sus hijos podían prescindir de cuidados familiares básicos y ellas mismas reincorporarse al mercado laboral. Las altas y bajas en afiliación a la Seguridad Social en el régimen de autónomos conforman un magma enormente fluído donde se mezclan titulares de pequeños negocios, familiares colaboradores, varias licencias fiscales en un mismo local que a menudo se traspasa o cambia de calle, etcétera. Si una iniciativa tiene suerte y se consolida puede crear también algunos empleos asalariados, cuya suerte está intimamente ligada a la del propio patrón.

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