Diario de León

Crónica | Dolor en El Pozo |

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El Pozo del Tío Raimundo ofició el funeral de los fallecidos en los atentados de Atocha que causaron 202 muertes y mantiene ingresadas a 161 personas, cuatro en estado crítico

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Alejandro Posilio - madrid
León

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«Es un acto muy sentido». Éstas son las palabras de una de las más de 3.000 almas que asistieron ayer al funeral celebrado por la mañana en la explanada que hay junto a la estación de Cercanías de El Pozo en memoria de las víctimas de los atentados del pasado 11 de marzo. Esta eucaristía multitudinaria reflejó nítidamente el estado de ánimo de una ciudad a la que le cuesta asumir una tragedia de esta índole. El dolor y las lágrimas inundaron un espacio que en otras circunstancias es utilizado como aparcamiento o como campo de juego para los futboleros del barrio. La misa fue organizada por las parroquias de este vecindario obrero de la capital, duramente golpeado por la barbarie terrorista. En el altar, un detalle hacía todavía más lacerante la angustía, pues 202 velas recordaban a las víctimas mortales con sus nombres y apellidos. Ciudadanos venidos de varios distritos de la ciudad hicieron insufi cientes las 1.600 sillas que se colocaron para acogerles. Pero los más numerosos eran los moradores de El Pozo del Tío Raimundo, donde prácticamente todos los habitantes conocen a una o más víctimas de este genocidio. María Martínez, una vecina que vivió muy de cerca la hecatombe, lo resumía claramente: «Este barrio no es muy grande y han sido muchos los muertos y heridos. Quien no tiene un familiar, sabe de un amigo o un conocido afectado». El día primaveral que alumbró ayer Madrid favoreció el homenaje, aunque el sol y la fuerte tensión ambiental provocaron más de un desmayo. Para paliar un poco los sofocones, el Canal de Isabel II repartió cerca de mil bolsas de agua entre los asistentes. Pero como recordó el párroco en la homilía: «El odio y el rencor no deben echar raíces entre nosotros». En el acto estuvieron presentes el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón; el número dos del Ayuntamiento, Manuel Cobo; la portavoz de Izquierda Unida, y vecina de este barrio afectado por la tragedia, Inés Sabanés y los concejales de los distritos de Puente Vallecas y Villa de Vallecas, Eva Durán y Ángel Garrido. Todos ellos fueron protagonistas de escenas de dolor, en especial, cuando se acercaron a dar el pésame a los familiares de los difuntos y mostraron sus condolencias a los allegados de los que resultaron ilesos en la barbarie. Alfombra roja El suelo del improvisado altar, al aire libre y cubierto de una alfombra roja, quedó en pocos minutos oculto por los 202 cirios, uno por cada uno de los fallecidos, que en él se colocaron acompañados de los nombres de las víctimas. La imagen no es única. El vestíbulo de la estación de Atocha se ha convertido también en una suerte de santuario espontáneo en el que miles de ciudadanos depositan cada día -y más en este fin de semana festivo- velas por las almas de los caídos, en el que dejan escritas sus oraciones o en el que depositan flores. Diez días después de los atentados del 11-M permanecían ingresados en distintos centros hospitalarios de Madrid 161 heridos en la masacre. El último parte facilitado por la Consejería de Sanidad daba cuenta también del ingreso, en la noche del sábado, de un nuevo paciente, aunque no especificó si se trataba de una recaída o de algún afectado que en un principio no había requerido hospitalización. De los heridos, cuatro permanecían en estado crítico y 18 muy graves. Junto a ellos, 95 se encontraban graves, 26 leves y 18 de pronóstico reservado.

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