Diario de León

Evangelistas gitanos, los «aleluyas» del converso Claudio, alias el Palco

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En el mundo payo pocos relacionan a la Iglesia Evangélica de Filadelfia con la etnia gitana, asociándola, por el contrario, a algún subgrupo protestante rubio y anglosajón. Nada más incierto, sin embargo. En León, con más de dos millares de fieles, esta confesión se nutre fundamentalmente de personas de etnia gitana y, de hecho, es la religión que profesan dos tercios de sus miembros. La otra tercera parte, que se mantiene en la religión católica y alude a sus compadres como los «aleluyas» por el tono festivo que caracteriza a sus ritos religiosos en los lugares de culto. De estos últimos hay cinco en León, que a menudo también sirven de sede para reuniones sociales y para almacenes de mercancías de venta ambulante de todo tipo. El movimiento evangélico gitano se inició en Francia en 1950 como una escisión de la Iglesia Evangélica británica y llegó a España en 1963 de la mano de Claudio Salzano, alias el Palco, alcanzando posteriormente una extensión espectacular en la colectividad gitana. Sus pastores son elegidos entre los propios fieles y pertenecen a la misma comunidad, lo que, a la vez que conservar sus costumbres más ancestrales, les permite identificarse con una religión que no acepta más jerarquías que las de la propia raza y ninguna foránea. Sus relaciones con la Iglesia Católica son prácticamente inexistentes, al no haber más representantes que los de cada pequeña comunidad, aunque todos los obispados dejan abierta una puerta a su captación a través de los llamados «secretariados gitanos», entidades que tienen más éxito por su labor social que por los resultados de proselitismo. Judíos, un mundo perdido Por prudencia o por lo exiguo de su implantación en la provincia, ninguna otra comunidad religiosa tiene actualmente constancia de la existencia de grupos religiosos judíos, al menos organizados para celebrar sus ritos, en la provincia de León. La tradición de sinagogas y barriadaso juderías, que antiguamente caracterizaban a zonas como Puente Castro o el barrio de Santa Ana, ambas en plena capital, parece ahora borrada del mapa. La religión judía ha generado alternativamente no pocos periodos de coexistencia fructífera y de confrontación con la población católica, lo mismo que la musulmana, pero ésta última tiene, por lo menos, algunos centros de culto localizables a lo largo y ancho de la geografía provincial: la colonia islamista en Bembibre, por ejemplo, no tiene mezquita, pero trae a un imán de Toledo en cada Ramadán.

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