Diario de León

| Crónica | Las pruebas contra el «carnicero» de la Costa del Sol |

La confesión de Tony King

El asesino confeso de la joven malagueña le causó 37 lesiones vitales y la manoseó antes de acabar con su vida, según el estremecedor relato del auto de procesamiento

Publicado por
Julio Á. Fariñas - redacción
León

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Las pruebas periciales psiquiátricas aseguran que Anthony Alexander King, el asesino confeso de Sonia Carabantes, tenía «plenas facultades intelectivas y volitivas» cuando la secuestró, la golpeó reiteradas veces, la manoseó y la estranguló el 14 de agosto del año pasado, la noche en que la joven regresaba de la feria de Coín, su pueblo. Tal aseveración resulta difícil de digerir después de leer el auto de procesamiento que le fue notificado en los últimos días al personaje por el titular del Juzgado de Instrucción número uno de Coín en cuyo relato de hechos se describen las 37 lesiones -15 externas y 22 internas- que detectaron los forenses tras analizar el cadáver de la víctima. Lesiones todas ellas que fueron causadas antes de morir estrangulada con un lazo realizado por el agresor con su propia camiseta. La carnicería comenzó sobre las cinco menos diez de la mañana del 14 de agosto del pasado año cuando Sonia estaba a punto de llegar a su casa, después de dejar a sus amigos Sergio y Cristina. Mientras la joven devolvía unas llamadas perdidas a su amiga Rocío fue asaltada por sorpresa por Anthony Alexander King, que se ocultaba detrás de un árbol y pretendía «efectuarle unos tocamientos lascivos». La joven debió de resistirse porque el agresor, según relata el auto de procesamiento al que tuvo acceso este periódico, la golpeó fuerte y reiteradamente en la cara hasta dejarla semincosciente. Acto seguido fue a buscar su coche y cuando la víctima se encontraba aún con vida, la cogió por los brazos y la introdujo en el maletero para trasladarla a un lugar despo-blado donde poder manosear el cuerpo de la joven sin riesgo de que Sonia pudiera ser auxiliada por terceras personas. En las inmediaciones del polígono industrial de Monda, a unos 11 kilómetros del pueblo, en un paraje despoblado, Tony King paró el coche, abrió el maletero a golpes -uno de ellos rompió la tulipa del portón trasero, como lo acredita el trozo que de la misma apareció en el lugar de los hechos manchado con su propia sangre-, sacó el cuerpo de Sonia y lo colocó en el asiento posterior del vehículo. La joven seguía con vida, por lo que le propinó multitud de golpes en la cara, la cabeza y el tórax. Acto seguido le quitó la ropa de cintura para abajo, rompió el tirante izquierdo de la camiseta y se la subió a la altura del cuello. Algo parecido hizo con el sujetador tras romperlo por su parte central. «Una vez desnudada y con tendencia lasciva -relata literalmente el auto de procesa-miento- empezó a tocar todo el cuerpo de Sonia. Acarició ambos senos e incluso metió los dedos en su vagina». Esta operación se prolongó varios minutos. Después, con la propia camiseta formó una lazada y la estranguló. Una vez fallecida trasladó su cadáver en el coche hasta encontrar un sitio donde podía ocultarlo entre unas rocas. Allí lo tiró. Al amanecer subió de nuevo al coche y regresó a su domicilio en Alahurín el Grande. Durante el trayecto tiró por la ventanilla los pantalones de Sonia y arrojó el resto de la ropa a un contenedor. El relato de hechos, formado a partir de la propia declaración del imputado, en la que se recogen detalles «que sólo podrían ser relatados por quien tuviera un perfecto conocimiento de la mecánica exacta de la agresión y muerte de Sonia Carabantes», y de las pruebas obtenidas por los agentes encargados de la investigación, permite al instructor concluir que Tony King indiciariamente es autor de un delito de detención ilegal, otro de asesinato y un tercero de agresión sexual.

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