Diario de León

El compañero de piso del cabecilla del 11-M participó en los atentados en Kenia y Tanzania

La CIA alertó en 1998 de que el grupo radical de Zougam era muy peligroso

La policía no investigó al terrorista pese a su relación con los ataques de Casablanca La policía búlgara

Jamal Zougam está actualmente en prisión incondicional

Jamal Zougam está actualmente en prisión incondicional

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Melchor Sáiz-Pardo - madrid
León

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La CIA estadounidense advirtió en 1998 a los servicios de Inteligencia occidentales, entre ellos a los españoles, de la peligrosidad del grupo de islamistas residentes en Madrid en el que por entonces se movía el terrorista del 11-M Jamal Zougam. Pese a las alertas internacionales y a que posteriores detenciones en Francia y Marruecos confirmaron los temores de los espías norteamericanos, Zougam siguió viviendo en España como un inmigrante legal más, sin apenas ser investigado. Según desvelaron ayer mandos de la lucha antiterrorista, las sospechas sobre las actividades del dueño de un locutorio de Leganés se remontan a 1998, casi cinco años antes de que Marruecos alertara en 2003 de los vínculos de Zougam con los atentados de Casablanca de mayo del año pasado. A finales de 1998, la CIA envió a las policías y servicios de Inteligencia «aliados» un listado con treinta nombres de supuestos terroristas islámicos vinculados con los atentados del 7 de agosto de aquel año contra las embajadas norteamericanas de Nairobi (Kenia) y Dar es Salaam (Tanzania¡. En aquel listado figuraba la identidad del francés convertido al islam David Courtailler. Las autoridades galas de inmediato se interesaron por el paradero del sospechoso. Sin embargo, Courtailler se encontraba viviendo en Madrid. La Unidad Central de Inteligencia Exterior de la Policía (UCIE) no supo entonces que el francés buscado por los atentados de África vivía en Madrid. Fue en 1999, tras la captura de Courtailler en Caen (Francia), cuando los servicios de Información españoles tuvieron noticia por primera vez de la existencia de una peligrosa célula islámica, con la que estaba relacionada Zougam. Entre sus pertenencias, la Policía gala localizó una agenda en la que figuraba el teléfono móvil de la madre del marroquí. Residencia ilegal Al reconstruir los pasos de Courtailler en Madrid, las fuerzas de Seguridad supieron que el francés intentó conseguir la residencia legal en España el 24 de noviembre de 1998. Para aquella solicitud, el activista galo dio la dirección una vivienda de Madrid: calle Virtudes, número 3, 4ºA. En esa misma casa por entonces habitaban tres «peligrosos» amigos íntimos de Jamal Zougam: el ex mujahidin de la guerra de Bosnia Khandul Najjar; el ex miembro de la célula de española de Al Qaeda Mohamed Maher Halak, y el antiguo guerrillero en Chechenia Salaheddin Benyaich, más conocido como Abu Muhgen . Este último sería capturado en 2003 en Marruecos, acusado de ser uno de los cerebros de los atentados de Casablanca, y es además hermano de otro de los amigos de la infancia de Zougam en Tánger, Abdulaziz Benyaich, también implicado en la masacre del país vecino. Las visitas de Zougam -según fuentes de la investigación- eran continuas a la casa de los terroristas en el corazón del barrio madrileño de Chamberí. El propio Zougam ha admitido tras su detención conocer a Courtailler. El francés, por su parte, ha asegurado no recordar al terrorista del 11-M de su estancia en Madrid hace cinco años y medio. Empeño francés Tras la detención de Courtallier la policía española se olvidó de Zougam y de sus compañías. Los únicos que no descuidaron la pista de Jamal Zougam y sus amigos fueron los jueces antiterroristas franceses Jean-Louis Bruguière y Jean-Françoise Ricard. Los jueces galos recordaron que investigaban los vínculos de los tres activistas islámicos residentes en España con dos terroristas «radicados en Francia», Courtelier y Mouldi Zeghouani. La Policía española se limitó a llevar a cabo los registros que pedían los tribunales del país vecino y nada más. Sólo cuando en verano de 2003 las autoridades de Rabat alertaron de los vínculos de Zougam con los atentados de Casablanca de mayo del año pasado, los servicios de Información se decidieron a «pinchar» los teléfonos del dueño del locutorio. No obstante, las cintas de las intervenciones no se tradujeron porque Zougam no era «prioritario».

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