Diario de León

El Vaticano pone en marcha la maquinaria de la sucesión mientras miles de fieles rezan por el Pontífice

La agonía del Papa impacta al mundo

Juan Pablo II afrontó sus últimas horas con lucidez y se fue apagando Un cardenal espa

Publicado por
roma
León

Creado:

Actualizado:

El mundo entero mira desde ayer al palacio apostólico de San Pedro, donde Karol Wojtyla, Juan Pablo II, el revolucionario papa polaco elegido en 1978, «se va apagando poco a poco». Esta frase, empleada con tristeza por algunos cardenales abiertamente emocionados, resumía la sensación general que se vive no sólo en el apartamento pa-pal, sino fuera, en Roma y en el resto del mundo. El Papa se está muriendo, ya nadie tenía miedo de decirlo ayer. Unas 30.000 personas velaban en el Vaticano, bajo las dos ventanas iluminadas de la habitación del Papa. Ya el comunicado oficial de las 6.30 de la mañana, difundido tras una larga noche de ansiedad, había abandonado las precauciones: «Esta mañana (por ayer) las condiciones del Santo Padre son muy graves». El portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro Valls, siempre profesional y distante, no pudo reprimir gestos de conmoción al grabar el mensaje ante las cámaras. Las peores posibilida-des que presagiaban el jueves por la noche las noticias de la infección urinaria del pontífice se hicieron realidad. Juan Pablo II sufrió un shock séptico y un colapso cardiaco, aunque fue esa misma tarde y no se men-cionó hasta ayer por la mañana. De hecho la extrema unción le fue suministrada a las 19.15 ho-ras. Al final, el Vaticano tuvo que contarlo sin poder decir que era un episodio superado. Por el contrario, la terapia de antibióticos aplicada no fue su-ficiente y la evolución del pon-tífice fue «negativa». Navarro no pudo más que aparecer en público y confirmarlo. Era la pri-mera vez que desde el Vaticano se adoptaba un punto de vista estrictamente pesimista. Al final de la rueda de prensa, Navarro Valls, profundamente conmovido y con lágrimas en los ojos, admitió: «Hoy vi una imagen que no había visto en 26 años de pontificado». Antes había dicho que el Santo Padre incluso había pedido que le le-yeran las catorce estaciones del Vía Crucis y que se santiaguaba en cada una de ellas. También recibió a sus colaboradores. El portavoz vaticano equilibró este tono con dos notas más positivas y hasta contradictorias. La primera, que el Papa estaba consciente y lúcido. La segunda, que había «concelebrado» misa. No obstante, enmarcadas en el cuadro general, sólo destacaban que en pleno declive, Juan Pablo II afrontaba su agonía exhausto pero con dignidad y lucidez. La confirmación de la gravedad del Pontífice llegó en el par-te de la tarde. «Los parámetros biológicos están notablemente comprometidos», aseguraba el comunicado. El desenlace po-día ser cuestión de horas, aunque al cierre de esta edición aún no se había producido. A lo largo del día se sucedieron rumores inquietantes, sobre todo cuando en la tarde-noche se difundieron las noticias, más tarde desmentidas, de que habría entrado en coma y que incluso había muerto. Luego las cábalas aumentaron de tono, sobre todo cuando se cerró una de las hojas de la puerta de la basílica de San Pedro, lo que significaría que el Pontífice habría perdido la consciencia, un hecho que fue finalmente confirmado en fuentes vaticanas. Las puertas Mientras, el vicario general del Papa Juan Pablo II para la ciudad del Vaticano, monseñor Ángelo Comastri, al comenzar el rezo del Rosario en la Plaza de San Pedro del Vaticano, aseguró: «Esta tarde o esta noche (por ayer) el Señor abrirá las puertas al Papa». «El 16 de octubre de 1978, el Papa con voz joven gritó: Abrid de par en par las puertas y esta tarde Cristo abrirá las puertas al Papa», dijo. El silencio rodeó a partir de ese momento el apartamento papal, con los peores temores. Hasta el tercer y demoledor comunicado de las siete de la tarde. Prácticamente, la traducción del cortante lenguaje médico a la llana comprensión no dejaba espacio para la esperanza. En ese mismo momento comenzaba en la basílica de San Juan de Letrán, la segunda más importante de Roma, la misa por el Papa oficiada por el cardenal Ruini, a la que acudió una gran multitud. Incluso fue trasmitida en directo por la cadena árabe Al Yasira. Todo el mundo estaba pendiente de la agonía de Juan Pablo II. Llegaba el crepúsculo y también empezaron a cerrarse las puertas de bronce de la basílica de San Pedro. «En estas horas de sufrimiento, el Papa ya ve y toca al Señor», dijo Ruini en su homilía. Y el silencio se extendió por Roma. ?l portavoz Navarro Valls aseguró que el Papa Wojtyla ha estado informado de su situación clínica «desde el primer momento» hasta el punto de preguntar si era escrictamente necesario su traslado al hospital. Al ser informado de que no, «ha sido el propio Papa quien ha decidido permanecer en el Vaticano», subrayó Navarro. También destacó que junto al Pontífice se encuentra en todo momento un equipo mé-dico presidido por su doctor personal, Renato Buzzonetti y formado por dos especialistas en reanimación: un cardiólo-go y un otorrinolaringólogo, así como dos enfermeros que lo asisten en todo momento. Parece que esta vez, viendo su final más cerca, Juan Pablo II ha preferido quedarse en casa, en el Vaticano, antes de acudir al Policlínico Gemelli. Ya en las últimas hospitalizaciones de este invierno se ha podido comprobar cómo el Papa prefiere sus apartamentos papales al décimo piso del hospital, ya que las dos veces anteriores ha sido él, contra el parecer de los médicos, quien ha decidido el alta.

tracking