Diario de León

La Iglesia se debate entre elegir un pontífice joven o un anciano de transición

Una política entre el cielo y la tierra

El Papa que viene tiene frentes tan importantes como el papel de la mujer en la Iglesia o la natalidad Los cardenales de Italia ofrecen tacto y diplomacia y los lati

Publicado por
Xosé Luis Barreiro Rivas
León

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La tristeza y el dolor de los católicos, que asistimos sobrecogidos a la agonía del Papa no paraliza la vida de la Iglesia. La unión de los funerales y el Cónclave es consustancial al poder absoluto que gobierna el Vaticano, y por eso estamos obligados a avanzar los comentarios antes de que los hechos marquen el orden de la historia. Juan Pablo II, que hizo de la comunicación uno de sus principales instrumentos de evangelización, sabrá comprender tanta osadía. Aunque la Iglesia católica no es democrática, constituye la organización más plural de la Tierra. Los mil trescientos millones de fieles que la formamos hablamos todas las lenguas, pertenecemos a todas las razas y ocupamos todos los países, estados que van desde los más ricos a los más pobres, desde los que viven una paz confortable hasta los que llevan siglos en el crisol de la guerra. Pero esa pluralidad horizontal apenas es nada si la comparamos con la pluralidad vertical, que mete en un mismo templo a progresistas e integristas, militantes comprometidos y cristianos por herencia, santos y pecadores, misoneros y cardenales, la mística de Kempis y la cadena Cope. Por eso, y porque carece de partidos institucionales, la deriva de toda sucesión pontificia es imprevisible. Frente abiertos El papa que viene tiene abiertos frentes tan importantes como el papel de la mujer en la iglesia y el sacerdocio, la regulación de la familia y la natalidad. También tendrá ante sí los retos de la integración moral de los descubrimientos científicos, la unión de las iglesias y la evangelización de un mundo globalizado, un mundo en el que se agudizan las injusticias. Pero nadie sabe si esas metas se van a alcanzar con un Papa conservador, como Juan XXIII, o progresista, como Pablo VI. Porque Dios es el único que escribe recto con líneas torcidas, y nadie puede entender la vida de la Iglesia si niega la Providencia. El próximo Papa puede ser latinoamericano. Dentro de las quinielas que los expertos vaticanistas vienen realizando desde hace meses sobre la sucesión de Juan Pablo II, los cardenales latinoamericanos suenan con fuerza. No en vano, esta región es la que aporta la mitad de los algo más de mil católicos del mundo, aunque, paradójicamente, sólo está representada por 22 de los 119 cardenales electores. El hondureño Óscar Rodríguez Madariaga, de 63 años, sería uno de los principales candidatos. Aunque también se barajan el brasileño Claudio Hummes (66 años), el argentino Jorge Bergoglio (69 años) o el colombiano Darío Castrillón Hoyos. Sin embargo, la revolución latinoamericana puede que tenga que esperar, ya que tendrá que hacer frente a los papables italianos encabezados por Dionigi Tettamanzi, de 71 años. El debate Los vaticanistas están convencidos, de hecho, de que los italianos disponen de la diplomacia, el tacto y el el diálogo necesarios para asumir el liderazgo en estos primeros años del tercer milenio. Junto con Tettamanzi aparecen en la lista Giovanni Battista Re, de 71 años; Angelo Sodano, de 77 años y actual número dos del Vaticano; Angelo Scola, de 63 años, y Tarcisio Bertone, de 70 años. Pero frente al poder italiano, muchos apuestan por Joseph Ratzinger, de 78 años, el guardian del dogma, representante de la poderosa iglesia alemana y al que muchos ven como un Papa de transición. De hecho, los expertos vaticanos apuntan que la Iglesia necesita un Papa de transición, un anciano con más de 70 años para que su pontificado no se eternice y prepare el camino a otro que dé el giro progresista que necesita la institución. Los expertos, en cualquier caso, están divididos sobre qué es lo que más interesa, si un Pontífice joven o uno anciano. Si se apuesta por la primera vía, el austríaco Cristoph Schonborn, de 60 años, es el favorito. Lo que sí parece bastante probable es que con la mayoría de los 118 electores actuales designados por Juan Pablo II, sólo tres no lo fueron, el futuro Pontífice mantendrá a buen seguro una línea conservadora similar a la actual. Sólo si se opta por un Santo Padre de transición se podría variar esta tendencia de cara el futuro. El único religioso africano que parece contar con opciones es el nigeriano, Francis Arzine, de 73 años, hijo de un jefe de tribu muy cercano a Juan Pablo II. La opción española, Antonio María Rouco Varela, parece tener ahora muy pocas posibilidades. Sin embargo, en casi todos los cónclaves ha habido sorpresas. Quien entra como papable sale como cardenal, sostienen los vaticanistas.

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