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El PP se la juega

Arriola, sociólogo de Aznar, es ideólogo de la crispación

Arriola, sociólogo de Aznar, es ideólogo de la crispación

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Manuel Campo-Vidal - madrid
León

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Son días de pocos matices porque la pelea política es a muerte. El PP se juega la partida a jaque mate sin esperar a que se completen los clásicos movimientos de acoso que se traducen siempre, en vísperas electorales, en una lluvia de millones en los Presupuestos Generales del Estado, en este caso del 2006. La dirección estratégica electoral del PP estuvo fina: los nacionalistas andaban decidiendo qué tipo de funeral le oficiaban a Beiras -que alcanzó unos resultados que pasarán años hasta que se repitan- y los socialistas pillando carrerilla para un fin de fiesta inversor que deslumbrara a los gallegos. «De paso -confiesa un destacado conocedor del aparato electoral popular en Galicia-, reducimos en el tiempo el riesgo de que Fraga sufra un nuevo desvanecimiento, que no tendría previsiblemente impacto médico, pero sí mediático». La jugada del adelanto ha sido perfecta. Pero esta semana no sólo ha sucedido eso en el PP. Con las sirenas de la movilización electoral encendidas, la política española ha presenciado el paso de Mariano Rajoy a la teoría de la radicalización. Hasta hace unos días, el presidente del PP iba por un lado y la pareja de la guardia civil ideológica que Aznar le puso para vigilarlo -Acebes y Zaplana- por otro. Este fin de semana ya suenan todos igual: Rajoy ya ha dicho que no acudirá a la reunión del Pacto Antiterrorista si Zapatero no da pasos para ilegalizar a los diputados de EHAK, etc, etc. No hay espacio para matices, ni filigranas políticas. Que Zapatero se asienta electoralmente es un dato cierto, aunque no suficiente para el PSOE .-La encuesta del CIS sobre su retroceso de aprobación ciudadana a su gestión del primer año es, comparativamente, mejor que la que disfrutó en su día Aznar-. Que el PP en Galicia parece beneficiado por un ligero repunte que se han ganado a pulso la ministra Magdalena Alvárez y otros metepatas gubernamentales, también parece probado. Y que el corto tiempo que queda hasta el 19-J da muy poco para corregir posiciones, también. Por tanto, o todo o nada. Partida a jaque mate y pronto. «Es que perder algunos diputados en el País Vasco importa relativamente poco habida cuenta de que ahora es el PSOE quien gobierna en Madrid y eso influye», comenta Juan José Lucas, ex presidente de Castilla y León y hombre clave para el ascenso de Aznar en su momento. «Donde nos la jugamos de verdad es en Galicia -añade- porque perder allí sería tocar a Santa Bárbara o ¿es que no nos acordamos de cuando gobernábamos sólo en tres comunidades, Galicia, Castilla y Cantabria?». Crispación garantizada Con ese cuadro escénico y tales perspectivas, las próximas ocho semanas serán de crispación garantizada. No es que antes hubiera menos, ni supone que después -en contra de lo que pronostica ingenuamente un alto funcionario de las Cortes- vaya a menguar. Lo que viene ahora es crispación más intensa y unánime porque hay que ganar a cualquier precio. Lo contrario sería una catástrofe. -Si pierde Galicia -señala el director de una televisión autonómica- sólo quedará para el PP el diván del psiquiatra». Y los nombres de los facultativos para esa emergencia se reducen a dos. Rodrigo Rato y Ruiz Gallardón, aunque no falten quienes crean que una eventual derrota de Fraga no tiene porque arrastrar a la dimisión a Mariano Rajoy. La estrategia de tratar de ganar ahora y crispando al máximo se atribuye en la sede central del PP a los consejos del sociólogo Arriola, el marido de la ex ministra Celia Villalobos, que en su día, y acaso todavía hoy, fue gurú de cabecera de Aznar. Puede tener razón o no. Lo decidirán los gallegos pero el único dato fundamental es que Fraga compró ese diagnóstico y se aplica esa medicina. Adiós al Gobierno canario Pero lo que sí es prácticamente inevitable es que esa política dañe la posición de los populares en otros territorios. En esa línea, este periódico está en condiciones de adelantar que, salvo un milagro imprevisto, el PP perderá el Gobierno de Canarias que comparte ahora con los nacionalistas. Y no será por culpa de su líder regional, José Manuel Soria, uno de los dirigentes populares con mejor imagen, sino por las consecuencia de la política agresiva general. La situación de discrepancia llega al punto de que el otro día en el Parlamento canario se aprobó una moción reclamando de Europa ayudas fuera de lugar, lo que suponía una crítica frontal a Zapatero. La votaron todos los diputados del PP y bastantes de CC, pero no el presidente Martín, que se ausentó del hemiciclo en ese momento. Una vez votada la moción, declaró que estaba en desacuerdo con lo votado por la mayoría.

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