Diario de León

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El fuego incendia la política

Las llamas alcanzan también a la política sin que se pongan en marcha los oportunos servicios de extinción con riesgo de generar daños irreparables a medio y largo plazo

... y Rubalcaba, supuéstamente, le arrojó una cerilla gestual

... y Rubalcaba, supuéstamente, le arrojó una cerilla gestual

Publicado por
Manuel Campo Vidal
León

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Los pavorosos incendios de Guadalajara, los presuntamente intencionados de Extremadura, -cuatro al mismo tiempo en la misma carretera-, más el resto en Cataluña, sur de Galicia estan danando seriamente el ecosistema español. Pero el fuego alcanza también a la política sin que se pongan en marcha los oportunos servicios de extinción con riesgo de generar daños irreparables. Esta semana a punto estuvo de llegarse a las manos en el Congreso de los Diputados. Menos mal que Acebes y Zaplana pararon a tiempo al inflamable diputado Hernando, que venía caliente de un entierro, y al que supuestamente Rubalcaba le había arrojado una cerilla gestual. Poco antes se había asistido a un poco edificante espectáculo de provocación al presidente del Congreso, Manuel Marín, que, se acepte o no, es la tercera autoridad institucional del Estado, por parte del portavoz popular Eduardo Zaplana. Si alguna televisión emitiera entera la secuencia de esa provocación, que esta grabada, por cierto, en el circuito interno del Congreso, ni siquiera Rajoy, que suele pasarle todas a Zaplana, podría justificar su actitud desafiante. Un diputado del PP consultado por Diario de León reconocía que «a las manos, lo que se dice a las manos, solo estuvimos a punto de llegar una vez en el bar del Congreso cuando la guerra de Irak». Las divergencias entre ese estilo de desafios y una tendencia mas centrista arden en el seno del PP, como demuestran las declaraciones de Josep Piqué, cuando dice: «No se puede hacer sólo política para los incondicionales por el riesgo de que así no se recupere nunca el poder». Nadie se cree que al ex ministro de Exteriores se le escapara aquello de que «Zaplana y Acebes representan el pasado», sino que expresa lo que una parte significativa del partido piensa. Sin embargo, otros interpretan que el viraje de Mariano Rajoy hacia las posiciones FAES es debido a la encuesta del Instituto Noxa, que dirige Julian Santamaria, y que publicó La Vanguardia, en el sentido de que crece la distancia entre PSOE y PP a pesar de que la satisfacción por el trabajo de Zapatero no entusiasma. Ante esa situación, se interpreta que Rajoy sigue la pista de Aznar, y de sus profetas en la Tierra, convencidos de que la sonrisa del presidente del Gobierno sólo la borrara una coalición con los obispos, su Cope, y otras expresiones de la España conservadora. Con esas perspectivas, cualquier desgracia es útil para hacer política, y este verano el exceso de incendios y la escasez de agua serán el objetivo de fondo de todos los discursos que buscan la erosión gubernamental. Barreiro, como delfín Entre tanto, en Madrid, donde en medios economicos preocupa la aspereza creciente de la política, y donde se leen con interés comentarios como el de Fernando Onega en el que se dice que «nunca estuvieron tan cortados los puentes entre Gobierno y oposicion», preocupa el futuro del PP gallego. En realidad, se habla del postfraguismo porque aunque este año la Comunidad gallega protege mejor sus bosques que el resto -por lo menos hasta el momento-, se teme que se incendie aquella parcela del PP a propósito de la sucesión. Ayer mismo, el director de redacción de Expansión, Inaki Garay, sugería que entre las dos alternativas posibles de sucesión, Xose Manuel Barreiro sería el elegido «siempre y cuando no se levanten en armas sujetos que, como Cuina o Baltar, suenan aun con tener su oportunidad en el postfraguismo». El destacado articulista, muy bien conectado con medios económicos, sitúa a Alberto Núñez Feijoo de nuevo en Madrid para reforzar la «revolución silenciosa que prepara Rajoy para despues del verano, aunque hay quien dice que aparcará la política por la empresa». También de Piqué se ha dicho que terminaría pronto en el mundo de la empresa, aunque el mismo recuerda que no tiene intención alguna de abandonar el Partido Popular. Las tensiones territoriales No obstante, forzar la situación y las tensiones territoriales a propósito del agua y últimamente del fuego no siempre es rentable. Valga como ejemplo la indignación de los populares castellanomanchegos por la participación de Mariano Rajoy en una manifestación en Murcia reclamando agua, acompañado por Javier Arenas, Francisco Camps, por supuesto el presidente murciano Valcarcel, etcétera, porque los socialistas en Toledo los cruci-fican a proposito de esa foto. Pero esos mismo socialistas mantienen una tension muy fuerte con Cristina Narbona, ministra de Medio Ambiente, y en general con el Gobierno Zapatero, a propósito de nuevo del agua y del fuego. El consejero de Industria y Tecnología de la Junta de Castilla-La Mancha, José Manuel Díaz-Salazar, comenta a Dirario de León que «no podemos entender a Cristina Narbona, que se opone genéricamente al trasvase en la desembocadura de un río como el Ebro, y si lo acepta en otro que es el Tajo en su cabecera». Los socialistas castellanomanchegos están preocupados además porque no hay ningún estudio electoral que demuestre que esa Comunidad sea de corte progresista, como Andalucía o Extremadura, y que más bien parece que las elecciones las ganaba allí más el hoy ministro Jose Bono que el Partido Socialista. Su reto es que el actual presidente Barrera, que heredó el cargo al ser nombrado Bono ministro de Defensa, sea dentro de dos años elegido con todas las de la ley. En ese escaso margen de voto, y con las catastrofes ecológicas que se le han venido encima este año a esa Comunidad, se explica la rapida decisión de que la consejera de Medio Ambiente, Rosario Arévalo, presentara su dimisión. Oportunismos electorales al margen, cualquier dimisión es de agradecer en un país en el que pase lo que pase no dimite nadie. Léase la catastrofe del Prestige, el accidente del Yak-42 o el hundimiento de los túneles del Carmelo en Barcelona, y así sucesivamente. Rosario Arévalo pasa a formar parte de la escualida lista de políticos dimisionarios, en la que solo se encuentra, en los ultimos años, el diputado oscense Luis Acín, del Partido Popular, que dimitió por el modo unipersonal en que Aznar metió a España en la guerra de Irak sin consultar a la direccion de su partido, ni al grupo parlamentario del que el formaba parte.

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