«Falta la reconversión industrial, pero yo ya no creo en milagros»

Era miembro del comite de empresa de Hulleras de Sabero cuando cerraron las últimas bocaminas, por CC.OO., y ahora es presidente del comité de empresa de Enervisa, que produce piensos en invernaderos, cría vacas estabuladas y las vende por piezas con matadero propio. Antes era entibador en las galerías de carbón de Hulleras de Sabero y ahora defiende lo que puede para quedarse en su valle. Se llama Francisco Romero y ronda la cincuentena de años. «Cuando se negoció el cierre de la mina sólo se podía decir que sí, porque hubiera dado igual: nos dijeron que hubiéramos durado un año más como mucho, así que la gente cogió el dinero para llevarse algo entre las manos... me parece que eran unos cinco o seis millones de pesetas de las de entonces, más el paro». «Había también más cosas, por ejemplo la promesa de reindustrialización de la zona, que todos nos creimos». Romero, sin embargo, acabó emigrando un año a Barcelonas donde trabajó en el sector de la construcción y regreso a su tierra con un contrato en Conformados Metalográficos SA, que desapareció a los pocos años tras cobrar las correspondientes subvenciones oficiales para las cuencas en proceso de reindustrialización. «Aquello duró tres años», según Romero. Ahora trabaja en Enervisa, cuyo comité de empresa preside mientras se negocia una enésima reconversión: la venta de la empresa, da igual a capital nacional que extranjero, que de momento ha reducido su plantilla de 170 a 104 trabajadores. A sus más de cincuenta años calcula que un 60% de la gente de su edad ha emigrado como ha podido, aunque mantiene casa abierta en Sabero: «es el único objetivo y por eso las mantenemos».